18. Ángel de la guarda:

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Cuando llegamos al Château, la emoción desapareció por completo y fue remplazada por el pánico. Me sentía muy cansada, pero me obligaba a mí misma a mantenerme despierta. Noté que alguien me tomaba en brazos, no sabía ni quién era, pero me estaba hablando. Las voces de los chicos eran muy distantes a mi parecer. Todo estaba borroso.

¿En serio me iba a matar una vieja con un atizador? Me esperaba una muerte mucho más épica, no sé, por un disparo de un mafioso, mientras escapaba por las estrechas calles de París con mi amante de procedencia desconocida. Al estilo historia de amor imposible, algo así como que él fuera agente del C.S.I. y yo la hija del rey de la droga y la prostitución. La verdadera cuestión de todo esto, además de haber leído demasiados libros de historias de amor, era el por qué lo estaba pensando mientras me desangraba.

La persona que me llevaba, me dejó tumbada en algún sitio duro, tan solo veía el techo de madera de la casa de John B. Sentí un pinchazo más fuerte que los anteriores y solté un pequeño gemido de dolor. Lo bueno es que eso hizo que me espabilara un poco y pudiera saber con más claridad lo que estaba pasando.

Sarah estaba mirando mi herida, mientras Pope se acercaba con unas tijeras... ¿¡Qué hacia Pope viniendo con unas tijeras hacia mi!? Otra punzada de dolor apareció, logrando que yo me revolviera mínimamente. 

- No, no, no, no. No te muevas -. Escuché que decía la rubia a mi lado - Pope te va a cortar la camiseta para poder mirar mejor la herida, ¿vale?

Asentí con la cabeza y miré directamente a los ojos de mi amiga, me miraba bastante preocupada, a decir verdad. La dediqué una media sonrisa, que era lo máximo que podía hacer, y me puse a mirar a los presentes en la sala. John B estaba buscando en el botiquín, de espaldas a mí, Kiara estaba al lado de Sarah con lágrimas en los ojos, observando cómo el moreno comenzaba a cortar mi camiseta. Una vez lo hubo hecho, la abrió y pudieron ver mejor el corte.

- ¡Tíos, tiene que ir a un hospital! ¡No me jodáis! ¡Se está desangrando! -. Exclamó JJ apuntando hacia mí sin apartar la mirada de la herida.

- N-no puedo ir a un hospital -. Logré decir. Las miradas estaban atentas a mí - Si ven una mínima debilidad en la hija de un mafioso, hacedme caso que la cosa no va a acabar bien. 

- Y si no vas puedes morir -. Replicó el rubio.

- Pues entonces deciros que ha sido un placer vivir mis últimos días con vosotros -. Respondí mirando a JJ. Este se llevó las manos a la cabeza y se puso a pasear de manera nerviosa por la sala, tal y como estaba haciendo antes.

- Esto necesita desinfección y puntos, ¿sabe alguien coser heridas? -. Preguntó Pope mirando de cerca el corte. Sarah se había apartado de allí, aunque no sabía ni cuándo. Nadie contestó al moreno - ¿En serio? 

- Yo, pero no me puedo coser a mí misma -. Bromeé. No me gustaba que estuvieran tan tensos.

- Tú deja de malgastar fuerza -. Habló Sarah mirándome seriamente. Decidí que era mejor mantener la boca cerrada.

- Yo puedo hacerlo -. Dijo Kiara de repente. Todas las miradas se dirigieron hacia la morena, quien se acercó hacia donde estábamos Pope y yo -  He cosido alguna herida a animales, pero nada de este calibre.

- Vale, pues si crees que puedes hacerlo, adelante -. Contestó el moreno mirándola y dejándola sitio - John B, hilo, desinfectante, gasas y aguja.

- Voy -. El de pecas trajo todo lo que su amigo había pedido y mientras lo dejaba al lado de Kie, no apartó la mirada de mí - Vas a salir de esta -. Aseguró.

Le dediqué una media sonrisa y sentí las frías manos de Kiara limpiando mi herida, el desinfectante me provocó un gran ardor y apreté la mandíbula para no gritar, también cerré los ojos, supongo que por acto reflejo. Sentí a alguien dándome un par de toquecitos en el hombro, al abrir los ojos vi a JJ, quien me tendía una especie de trapo.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora