4. La culpa es tuya.

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Cuando llegué a casa después de la aventura vivida esa tarde, quise subir directamente a mi cuarto para buscar en el baño algo con lo que intentar curar la herida que me había dejado la bala, escocía como nada.
Para mi desgracia, estaba Sarah allí. Ella, al verme con todo el brazo ensangrentado, ahogó un grito.

— ¡Joder! ¿Qué te ha pasado? —. Exclamó acercándose hacia mí, yo la hice un gesto para que se callara, la rubia asintió aún con mirada de preocupación.

Antes de poder contestar, me cogió del brazo que tenía bien, y me arrastró al baño, donde encontró un botiquín de primeros auxilios, me hizo una seña para que me sentara, y así lo hice.

— Puedo explicarlo... —. Traté de decir, pero Sarah me interrumpió.

— Ya estas tardando, quítate la camiseta —. Dijo mirándome a los ojos; hice lo que me pedía y me quedé en bikini mientras ella examinaba mi herida — Vale, te lo voy a curar lo mejor que pueda, no sé hacer mucho con rasguños de este calibre, estoy acostumbrada a curar raspones, como mucho —. Comentó mirando centrada a mi brazo, cambió su atención hacia mí — Vamos, habla —. Apremió.

— A ver cómo cuento yo esto después de lo de ayer... —. La rubia había vuelto a posar su atención en mi herida — Estaba en la búsqueda del barco hundido, es lo único que se le ha ocurrido a mi padre para castigarme, y me he encontrado a toda la pandilla de John B...

— ¿JJ te ha disparado? —. Preguntó interrumpiéndome.

— ¡No! No le conozco demasiado, pero sé que jamás dispararía —. Me apresuré a explicar — La cosa es que les he echado una mano para esquivar a la poli, no preguntes por qué, ni siquiera yo lo sé. Cuando iba a pedirles explicaciones de lo que estaban haciendo, han aparecido dos tíos en un barco que los pogues no conocían, así que les he dicho que se fueran, por si eran amigos del agente que acabábamos de esquivar, y me he interpuesto en el camino de los dos desconocidos... han acabado apuntándome con un arma, disparándome, y persiguiendo a los chicos... espero que estén bien —. Terminé de explicar mirando a mi curandera.

— Vale, me estás diciendo que eres cómplice en algo que no sabes ni lo que es y que, encima, por defenderles, te has llevado un disparo; ¿no? —. Dijo mientras vendaba mi herida, a lo que yo asentí — Y la loca soy yo —. Suspiró — Bueno, tu secreto está a salvo conmigo, pero deberías andarte con más cuidado.

— Lo sé, gracias por tu ayuda, Sarah, te debo una —. La respondí sonriéndola.

— En verdad yo estaba aquí para pedirte perdón por el espectáculo que dio ayer Topper en la playa; de verdad que esto no suele ser así —. Comentó mordiéndose el labio inferior, yo reí ante su disculpa.

— No hay nada por lo que disculparse, Sarah, no fue culpa tuya —. Dije dándola un suave golpe con el brazo que no tenía dolorido.

—  Puede que no, pero, al igual que una rubia muy temeraria que conozco, hago cosas sin saber por qué —. Terminó de hablar ella mientras me guiñaba un ojo. Se despidió con un gesto, y yo la imité para después quedarme en la soledad de mi cuarto.

[...]

La mañana siguiente fue bastante simple, me la pasé buscando ropa que pudiera ocultar los vendajes de mi brazo, finalmente, encontré algunas camisas muy amplias que podría llevar abiertas, simplemente a modo de complemento. Tenía pensado ir a buscar a los pogues, necesitaba explicaciones.

Sabía que mis padres no me iban a permitir salir, por lo que decidí saltar por la ventana más o menos a mitad de día. No sabía dónde estaba la casa de ninguno de ellos, pero me podía imaginar que John B vivía cerca de la playa donde se hizo la fiesta dos días atrás; así que, con mi skate acompañándome, fui de camino hacia allí.
Al llegar a la playa, decidí que lo mejor sería llevar de la mano mi "vehículo", las tablas se joden muy rápido, y a esta la tenía demasiado cariño.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora