15. Allanamiento.

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No tardé en llegar al Château, aunque cuando lo hice, era ya noche cerrada. Eché un vistazo a uno de los pocos relojes que tenía John B por su casa, al menos que tuviera pilas. Eran las 03:00 de la mañana. ¿Había estado tanto tiempo leyendo?

Entré de manera silenciosa a la casa, tratando de no hacer ruido y no despertar a los chicos. Cuando mi vista se adaptó a la oscuridad, pude ver a JJ tirado en el sofá; estaba sin camiseta y con la boca abierta. Poco más y se le caería la baba. Seguramente el otro chico estuviera en su habitación, como era de esperarse.

Yo venía con la idea de dormir en el sofá, pero estaba el rubio tan dormido que preferí no molestarle. Recordé el pequeño sofá que había en el porche; ahí podría tratar de dormir, aunque fuera haciendo contorsionismo. Me di media vuelta y volví a andar de manera sigilosa hacia la puerta por la que acababa de entrar. Tuve el error de no mirar hacia el suelo, y sin querer golpeé una botella de cerveza vacía, haciéndola rodar mínimamente. El sonido no fue demasiado, pero el rubio se levantó sobresaltado. Algo me dice que JJ era de sueño ligero.

Se giró hacia mí con cara de dormido, se me quedó mirando unos segundos mientras que yo rezaba porque se volviera a dormir. Debía descansar. La suerte no jugó bien sus cartas y JJ se talló los ojos para aclarar la vista.

— ¿Eira? —. Cuestionó con voz ronca.

— Hola —.Susurré — No pasa nada, vuélvete a acostar, voy a dormir en el sofá del porche.

— ¿Qué haces aquí? —.Volvió a preguntar confundido.

— Han asaltado mi casa, así que he huido —. Expliqué de manera tranquila. Él me miró con los ojos muy abiertos.

— ¿Qué ha pasado qué? ¿Estás bien? —. Se levantó de manera torpe del sofá y se acercó hacia mí.

— Si, si, tranquilo, ha sido solo un susto. Por suerte estaba despierta y pude salir por la ventana. Después he venido corriendo hasta aquí.

— ¿Sabes quiénes eran?

— No tenía pensado quedarme esperando a descubrirlo —. Bromeé —Ahora en serio, vuelve a dormir, estoy bien. Tan solo necesito descansar un rato. Mañana iré a ver qué ha pasado.

— ¿Dónde vas a dormir? —. Cuestionó extrañado.

— En el sofá del porche —. Contesté obvia.

— Ni de coña, duerme tú en el sofá grande y yo duermo fuera.

— JJ, eres una cabeza más alto que yo, no entras en ese mini sitio —. Expliqué negando.

— Eso da lo mismo, descansa —. Dijo a punto de salir por la puerta, pero le tomé de la mano antes de que le diera tiempo.

— Tengo una idea mejor, si te parece bien —. Él me miró curioso.

— Dispara, te escucho.

— El sofá es lo suficientemente grande para los dos. Ya hemos dormido una vez juntos y no nos hemos pegado la rabia ni nada por el estilo, así que no veo nada malo en volver a hacerlo.

El rubio me miró fijamente y se encogió de hombros, así que supe que estaba de acuerdo con mi propuesta. Se volvió a dirigir al sofá y se tiró en este, después se me quedó mirando, esperando a que fuera con él. Sonreí por lo extraña que era la situación y me acerqué al sofá. Me quité las deportivas de un rápido movimiento y me tiré junto a JJ.

Por instinto, apoyé mi cabeza sobre su pecho, escuchando su corazón, como la última vez. Él, por su parte, me rodeó con los brazos. Me sentía protegida así, junto a él.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora