12. Fiesta estival.

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Acabé yéndome a casa, a decir verdad, no pintábamos nada, los tres sintiéndonos mal por lo ocurrido, no iba a ayudar en nada a JJ.
En el camino recordé que hoy era la fiesta estival, así que debía prepararme, sobre todo, debía maquillarme las heridas de mi cuerpo.

Entré en mi hogar, aún con la esperanza de encontrar a alguien allí, cosa que no fue así. Subí directamente a mi cuarto y me duché. Al salir, me enrollé en una toalla, desenredé mi pelo y apliqué una espuma para que tuviera más volumen, después, lo dejé secando al aire libre.
Rebusqué entre el maquillaje que tenía mi madre en su cuarto, tratando de encontrar alguna base o corrector que ocultase mis heridas.

Estuve un largo rato ocupándome de tapar lo que Rafe había provocado en mí. Seguidamente, me ocupé de mi rostro. Tan solo apliqué unas sombras algo oscuras en mis ojos, junto con una máscara de pestañas, que hacía que estas se vieran más voluminosas. Antes de elegir el labial que me iba a poner, buscaría algún vestido acorde a él.
Abrí el armario y comencé a echar un vistazo por las prendas que había ante mi, nada me llamaba la atención. Al menos hasta que llegué a una que estaba tapada. La saqué y la estiré encima de la cama. En la percha había una notita que ponía "FIESTA ESTIVAL" con la letra de mi padre.
La curiosidad me carcomió y saqué aquel increíble vestido de su envoltorio.
Se dividía en dos partes, un crop top ajustado de color negro, con dos tiras algo anchas que se unían en mi espalda. La falda era larga, llegaba hasta el suelo, de una tela algo vaporosa, con dos grandes aperturas en el frente, haciendo que se vieran así mis piernas.

Retiré la nota y leí lo que había atrás.
"Vestido para Eira, quien debe tomar el testigo de nuestra familia".
Una lágrima quiso escaparse, pero no se lo permití. Sonreí levemente y me dirigí al espejo. Me coloqué el vestido y me miré. La verdad es que me quedaba perfecto.
Miré de nuevo en la bolsa y encontré una goma de pelo con unos pequeños detalles florales y un pequeño velo en ella. No pude ponérmela, pues había rizado mi pelo para dejarlo suelto.
En la bolsa también hallé unas pulseras y un collar, todas de color negro y con pequeñas florecitas en ellas. Me los puse para después buscar unos zapatos del mismo tono que el resto del conjunto.

Escuché que tocaban al timbre, así que me puse rápida unos tacones y bajé las escaleras, al abrir la puerta, me encontré con Rafe delante de mi.
Le miré con asco y él me sonrió, después, me miró de arriba a abajo.

— Estás increíble —. Dijo mientras me observaba como si fuera su presa.

— Cállate y vete al coche, ahora voy yo —. Respondí cerrándole la puerta en las narices.

Volví a subir a mi cuarto y coloqué mi pelo algo mejor, después, me di un último vistazo y bajé.
Salí de mi casa y me acerqué al coche de Rafe, parecía que íbamos a ir él y yo solos.
Me subí y el rubio arrancó. Durante el viaje ninguno de los dos dijo nada.
Llegamos al lugar en cuestión y yo fui a bajarme del coche, pero el chico a mi lado me lo impidió.

— ¿Por qué estás con los pogues? —. Preguntó de repente.

— Porque son buenas personas, no como otros —. Respondí mordaz.

— ¿Tienes algo con JJ? —. Volvió a preguntar. Vi cómo su mandíbula se tensaba y en sus ojos ardía la furia.

— No. Ahora, suéltame —. Volví a hablar, él me soltó la muñeca y yo me bajé del coche, adentrándome en el lujoso edificio.

A lo lejos pude ver a Kiara llegando con sus padres, así que fui directa hacia allí. La morena iba preciosa. Ella también me vio a mi, así que se separó de sus padres para acercarse.

— Dios mío, Eira, estás increíble —. Me alabó sonriéndome.

— Eso lo dices porque no te has visto al espejo —. Respondí de la misma manera — Pope tiene que estar por aquí, ¿no?

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora