26. Atrapada.

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Al llegar a casa de los Cameron decidimos que era mejor idea que JJ se quedara en el coche, ya que, como siempre, podría fastidiar el plan en menos de tres segundos. También yo me quedé; tanto por vigilar al rubio como por mí misma. Sabía que si estaba cerca de Ward iba a matarlo, y no nos podíamos permitir eso.

Kiara y Pope bajaron del vehículo y el rubio y yo nos quedamos dentro; Pope estaba diciendo tonterías, mientras que la morena comentaba lo obvio. La verdad es que la situación era muy agobiante y me daban ganas de soltar alguno de mis comentarios, pero me estaba mordiendo la lengua como bien podía. Vi a los dos amigos saltar la valla de la propiedad, Kiara de manera ágil y Pope casi cayéndose.

Apagué el motor y bajé las ventanillas; el olor a porro era insoportable ahí dentro. JJ estaba atrás, aunque ya no tenía más maría, o al menos no se la estaba fumando. Ninguno hablaba, yo solo miraba a nuestro alrededor. Era ya noche cerrada, y eso me relajaba; siempre me había gustado la oscuridad, la calma que se sentía tan solo con la luna observándote. Aunque ahora no estaba sola.

Decidí buscar en los bolsillos del pantalón y logré encontrar la cajetilla de tabaco, pero no el mechero. Siempre los acababa perdiendo de una u otra manera. Busqué por el coche sin éxito alguno, así que me giré hacia el rubio, quien me seguía observando atentamente.

- ¿Tienes fuego? -. Cuestioné. Él tardó un par de segundos en reaccionar, pero luego murmuró un sí y buscó en los bolsillos de sus pantalones hasta hallar su cipo de gasolina. 

- Toma -. Dijo alargando el brazo para dármelo. Yo lo acepté y me fijé en que en la parte trasera estaba puesto su nombre. Prendí el cigarro y se lo volví a tender, el rubio lo cogió y me miró mal - Que sepas que el olor del tabaco en peor que el del porro.

- Eso es porque estás más acostumbrado -. Comenté dándole una calada. En verdad le tenía tanto asco a la maría porque mis antiguas casas siempre olían a eso. Entre muchas otras cosas, claro.

- No, eso es porque es verdad -. Contradijo de manera calmada.

- ¿No estás tú muy serio para la cantidad de porros que te has metido? -. Cuestioné tratando de quitar la bola de mi tejado - Pope va doblado.

- Pero él no es profesional en fumar, yo sí.

- ¿Y eso te enorgullece? -. Pregunté con tono sarcástico. Él no respondió.

Nos volvimos a quedar en silencio mientras yo iba fumando tranquilamente; quería despejarme. Cuando terminé el pitillo me bajé del coche y lo apagué tirándolo al suelo y pisándolo. Aproveché para quedarme ahí fuera unos instantes, simplemente respirando.

Me apoyé en la camioneta y alcé la cabeza para tratar de ver las estrellas y la luna a través de las pobladas ramas de los árboles. Desde donde estaba no se podían apreciar las constelaciones, pero me bastaba con ver su luz. 

Me sentía bastante cansada, era normal, pero aún no me podía permitir descansar. Sentí la presencia de JJ a mi lado. Giré mi rostro y le vi mirando a donde yo trataba de mirar antes. Sus ojos brillaban a causa del resplandor de las estrellas. La noche le proporcionaba ese tono siniestro que le hacía parecer mil veces más atractivo.

Una sonrisa escapó de sus labios y me miró. Observé los rasgos de su cara fijamente; si es que era muy guapo, joder. 

- ¿Qué miras? -. Le pregunté removiéndome incomoda en mi sitio.

- Te podría hacer la misma pregunta -. Contestó simplemente. Esa sonrisa traviesa no se iba de su cara.

- Yo soy la que estaba mirando las estrellas, y tú has decidido aparecer a mi lado -. Comenté sin apartar la mirada de sus ojos.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora