2. Vida de una kook.

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Salí de la ducha más tranquila de lo que había entrado, me dio tiempo a pensar en todos los acontecimientos del día.
Me había mudado a una isla costera, donde había unos seres llamados "kooks" y yo era una de ellos. Había surferos imprudentes y chicos muy guapos. Tal vez podría acostumbrarme a esto.

Salí del baño con una toalla en torno a mi cuerpo y otra enrollada en mi pelo, abrí el armario y antes de que me diera tiempo a coger nada, llamaron a la puerta, por lo que simplemente me puse la ropa interior y fui a abrir, mi madre se encontraba al otro lado.

— ¿Pasa algo, mamá? —. Cuestioné, ella simplemente entró a mi habitación con un gran cesto de ropa — ¿Qué es todo esto?

— Ropa de verano, y más colorida que la que tienes, aquí te va a hacer falta —. Respondió dejando la ropa sobre mi cama.

— Pero me gusta la que tengo, llevando colores oscuros paso más desapercibida.

— Eso sería en Canadá, aquí lo común es llevar más alegría en la ropa, así que eso es lo que te toca hacer —. Me miró un momento de arriba a abajo — Esta noche vienen a cenar unos vecinos muy adinerados con sus hijos, alístate y ponte mona, a ver si por una vez logras hacer amigos decentes.

— ¿Qué problema hay con mis viejos amigos? —. Pregunté mirándola con cara de asco; siempre que teníamos esta conversación, no me contestaba. Para mantenerse en su línea, no respondió, simplemente se puso a mirar en mi armario algunos vestidos de noche.

— ¿Qué te parece este? —. Cuestionó mostrándome un vestido gris largo con una abertura que llegaba hasta mitad de muslo, más o menos. Yo tan solo resoplé y cogí el vestido que tenía en sus manos.

Me metí al baño, y me lo puse. Se pegaba bastante a mi cuerpo, y tenía la zona de la espalda abierta completamente, así que me iba a tocar cambiarme el sujetador por uno que fuera solo delantero.
La parte de la cintura estaba muy vacía, luego me pondría algún cinturón para retocar.
Por último, la falda era amplia, no mucho, pero no estaba apretada a mi cuerpo como lo estaba la zona superior.

Salí del baño y mi madre me miró de arriba a abajo con mirada despectiva, yo me dirigí a otro armario, en el cual había zapatos y accesorios. Cogí unas sandalias negras con algo de plataforma junto con unos anillos y un cinturón de cuero.
Me miré al espejo y coloqué el cinturón donde mejor iba a quedar, para después ponerme las sandalias y los anillos.
Me giré hacia mi madre, quien seguía con la misma mirada de asco.

— ¿Qué? —. Pregunté ya cansada de sus miradas de desaprobación.

— Deberías dejar de hacer surf, tienes las piernas demasiado musculosas para una señorita —. Comentó. Yo la miré con una ceja levantada, ni de coña iba a dejar el surf, ella tan solo se encogió de hombros — Arregla tu pelo y maquíllate un poco, después baja, los vecinos estarán al llegar.

Seguidamente salió de mi cuarto cerrando la puerta, yo volví a mirarme al espejo, es verdad que tenía pelos de loca. Me lo desenredé e hice un par de trenzas sueltas por él, lo dejaría secar al aire, me gustaba cómo se veía al natural, era entre rizado y ondulado, cosa que me parecía súper bonita. Además, el color rubio ceniza me hacía parecer una lugareña cualquiera.

Me acerqué al tocador y me maquillé lo más mínimo, no me gustaba excederme en ese tipo de cosas.
No pasó mucho tiempo hasta que empecé a escuchar voces abajo. Los vecinos.
Me eché una última mirada rápida al espejo y bajé al hall, donde se encontraban mis padres mostrando su "perfección".
Nada más bajar mi padre se giró y me dedicó una sonrisa, como si no hubiera estado gritándome hacía menos de dos horas.

— Cariño, ven —. Yo me acerqué a mis padres con una actitud maravillosa; si es que iba para actriz, pero me quedé en mentirosa — Esta es mi hija, Eira, está esperando ser aceptada en la Universidad de Duke, donde estudiará ingeniería. A pesar de que tiene ofertas de universidades como Princeton o Yale, quiere mantenerse cerca de nosotros, ya que la familia es lo primero —. Comentó mi padre sonriente, yo le sonreí de vuelta. Era la mayor mentira que había escuchado en todo el día.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora