9. No te metas.

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Desperté gracias a la luz del sol golpeando contra mi rostro. Quise moverme, pero sentí el cuerpo de JJ, quien seguía dormido, abrazándome suavemente. Su brazo rodeaba mi cintura. Sonreí al ver su cara de dormido, a decir verdad, estaba muy mono. Me encantaría poder recordar este momento por siempre.

En cierto modo, agradecía que casi se hubiera ahogado aquel día en la playa; de no ser así, nunca nos habríamos relacionado. Quiero decir, soy una kook, él un pogue; y el odio que hay entre ambos bandos era más que obvio.

Pude escuchar el ruido de la puerta al cerrarse, así que me sobresalté un poco. Quité con extremo cuidado el brazo de JJ y me levanté de la cama. Vi a John B preparando el barco, así que pensé en salir a echarle una mano.
Me dirigí hacia la puerta, pero para mi desgracia me encontré un espejo de camino. No quería ver mi reflejo, pero me obligué a hacerlo.

Mi mejilla izquierda estaba hinchada, y un fino corte pasaba por encima de ella, mi labio estaba roto y mi cuello, lleno de marcas que descendían. Levanté un poco la camiseta que JJ me había prestado y observé un montón de moratones y arañazos por todo mi abdomen, mis brazos no se quedaban cortos.
Coloqué de nuevo la camiseta y salí del lugar para acercarme hacia John B. Mis pies dolían a cada paso que daba, pero no tenía nada para poder calzarme, así que tan solo ignoré la sensación.

— ¡Buenos días! —. Saludé al llegar al lado del moreno, quien me miró sobresaltado.

— Otra madrugadora, por lo que veo —. Comentó sonriendo — ¿Que... qué tal estás? —. Murmuró con delicadeza, yo resoplé y miré a cualquier lugar menos hacia él.

— Pues estoy respirando —. Traté de bromear, a lo que el de pecas sonrió — ¿Te echo una mano en algo?

— Na, no hace falta —. Respondió — Si quieres, vete a cambiarte a tu casa, ya sabes dónde y a qué hora hemos quedado.

— Sí, buena idea —. Comenté yo — Luego nos vemos —. Me despedí — Ah, y dile a JJ que por las noches es una estufa humana —. Aseguré mientras andaba con cuidado por el césped.

— ¡Lo haré! —. Afirmó el chico sonriendo.

Le dediqué una última mirada al Château y eché a andar hacia mi casa.
Como bien había dicho John B, era muy temprano, así que no me encontré a nadie por la calle, cosa que agradecía enormemente, ya que, cuanta menos gente me viera así, mejor.
Al llegar a mi casa, tomé una gran bocanada de aire antes de entrar. Abrí la puerta y un escalofrío me recorrió la espalda. Me dirigí de manera silenciosa a mi habitación, y, por una vez, no me encontré a mis padres.

Cerré la puerta tras de mí al entrar a mi cuarto, celebré en silencio esa pequeña victoria y me metí a la ducha. El agua caliente empapó mi cuerpo y me sentí como un helado a la luz del sol, derritiéndome.
Pude ver el agua de un tono rojizo mientras me lavaba, era obvio que la sangre seca tenía que caer, pero no me esperaba que fuera de esa manera.

Por más que me enjabonaba, me seguía sintiendo sucia, pero imagino que eso era algo "normal".
Salí de debajo del agua y me vestí. Me puse un bikini, solo por si acaso, y encima coloqué un pantalón largo de color negro, que era bastante amplio, y de cintura alta. Para la parte superior elegí un crop top de color verde botella, también bastante amplio. Logré tapar mi cuerpo en su totalidad, más o menos.
En mi pelo hice una gran trenza de raíz, no la apreté demasiado, me gustaba que tuviera un aspecto desordenado.
Por último, me puse unas sandalias, que eran lo suficientemente cerradas para protegerme las heridas, pero a la vez las dejaba respirar.

Decidí salir por la ventana, no iba a tentar dos veces a la suerte.
Bajé cuidadosamente, ya que mi cuerpo aún dolía. Una vez abajo, pensé en coger el skate, pero no lo veía viable si íbamos a estar cerca del agua.
Decidí ir andando, ya que tampoco es que el lugar estuviera demasiado lejos.
Cuando llegué tan solo estaba Pope.

¿El paraíso o el infierno?||Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora