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— ¡Meg! —_____ la cogió del brazo cuando la vio pasar por la biblioteca.
— ¿Qué pasa? —Meg se metió en la habitación y miró a su alrededor—. ¿Te has pasado toda la tarde escondida entre los libros de Niall?
—Sí.
— ¿Para qué? —Meg miró a ____ como si estuviera loca.
_____encogió los hombros y miró a otra parte.
—No me apetece encontrarme con lord Zayn a solas, es sólo eso. Durante la comida me hizo sentir extremadamente incómoda. —Y tampoco deseaba encontrarse con Harry ¿Qué podría decirle después de lo ocurrido la noche anterior? Aún más, sin saber qué era lo que sentía.
— ¿Qué te ha hecho lord Zayn?
—Nada malo, tan sólo sus desagradables insinuaciones de siempre. Pero Harry parecía estar preparado para saltar sobre él. Afortunadamente, la señora Larson intervino y le distrajo. —_____ frunció el ceño—. ¿No te diste cuenta?
—No. Me perdí la comida.
La voz de Meg sonó extraña. ______ la miró con más atención.
—Es verdad, te la perdiste. — ¿Se estaba poniendo Meg roja? ¿Por qué se avergonzaría de haberse perdido la comida? Se trataba de una reunión informal. Mucha gente se había saltado la comida. Mucha gente, incluido Liam. ¡Eh!—. No recuerdo haber visto al señor Liam en la mesa tampoco, ahora que lo pienso. ¿Supongo que no sabrás dónde estaba?
Meg se puso más roja aún.
—Estuvimos estudiando un interesante espécimen de planta en el jardín de lord Niall. Perdimos la noción del tiempo.
—Ah. ¿Fue lo único que estuvisteis estudiando?
Meg se miró las uñas.
—Naturalmente. ¿Qué otra cosa podríamos estar estudiando?
¿Qué otra cosa? Ofrece a Meg un espécimen de planta interesante y no tendrá nada más en cuenta. Un hombre no tiene poder de distracción sobre ella, no obstante, se veía que estaba claramente distraída.
—No te perderías por la zona que está a la izquierda del jardín, entre los setos podados con formas, ¿verdad?
—Claro que no. No nos aventuramos en esos jardines. No me interesa la poda de árboles, en mi opinión es mutilar a las plantas. Distrae la atención de la gente de la vegetación en sí. Si un hombre quiere estatuas, debería contratar a un escultor y dejar en paz las plantas.
—Ya veo. —______ no quería oír por parte de Meg más invectivas sobre jardinería. Lo que quería era escapar de Lendal Park y de la fiesta. En ese momento se sentía bastante inquieta.
—Meg, ¿te gustaría dar un paseo? Podríamos ver las ruinas que visitaremos mañana. Me han dicho que no están muy lejos.
La cara de Meg se iluminó.
—A lo mejor hay especímenes de plantas interesantes por allí, o incluso restos del jardín del castillo. Iré a por mí sombrerete.
—Meg, no tenemos todo el día para estudiar plantas, ¿lo sabes, no? Sólo podrás hacer un pequeño reconocimiento. Hemos de volver antes que anochezca, y quiero ver las edificaciones.
Meg gruñó de un modo que _____ tomó como un asentimiento.
No tardaron en ir paseando por el prado. _____ sonreía y bañaba la cara al sol. Le sentaba bien estirar las piernas. Podía pensar mejor cuando se encontraba en movimiento. Había algo en la acción repetitiva de poner un pie delante del otro que le despejaba la mente de problemas espinosos.
En ese momento, el problema espinoso era Harry. ¿Le amaba lo suficiente como para renunciar a la maternidad?
Miró a Meg. La chica examinaba el terreno con gran interés.
—Meg, no me dejarás por un montón de hierbajos, ¿verdad?
Meg apartó la vista de la vegetación.
—Por supuesto que no. —Mostró una sonrisa—. A no ser que sean unos hierbajos muy interesantes.
—Meg...
—Está bien, te prometo que me pegaré a ti como una lapa. Tan sólo espero no encontrarme con ningún espécimen irresistible.
_____ suspiró y luego sonrió. Una suave brisa le tiró el sombrerete. Echaba de menos los paseos que solía dar con Meg cuando eran niñas. Se pasaban horas caminando por todo Alvord y por todo Knightsdale; hasta que a Meg empezó a llamarle la atención la vegetación.
¿Por qué no podía ser la vida tan fácil como entonces? No es que quisiera algo fuera de lo común, sólo quería lo que quieren la mayoría de las mujeres, un marido, un hogar, hijos. Lo normal. Lo cotidiano.
Siguió a Meg por una pendiente. Seguir su paso la estaba dejando sin respiración. Había pasado demasiado tiempo en Londres mientras Meg vagaba por los campos de Kent.
¡Santo Cielo! También le gustaría estar en Kent, cerca de casa, cerca de James, Sarah, Will y el bebé que estaba a punto de nacer. Si se casara con Harry, seguiría estando cerca de ellos, pero si se casaba con otro hombre, probablemente tendría que vivir en Cornualles, o Cumbria, o Cardiff. Lord Malden, el último pretendiente que había rechazado, tenía su residencia principal en Yorkshire, muy al norte. Lord Pendel, otro candidato anterior a su mano, vivía casi todo el año en Lancashire. Si se casaba con cualquiera de los dos, no vería a su hermano ni a su familia en meses.
Harry era la opción perfecta. Pero no era una opción.
Aceleró el paso, pero el paseo no conseguía aclararle las ideas.
Meg la esperaba en lo alto de la colina.
—Meg, ¿has pensado alguna vez en casarte?
Meg sonrió.

El Conde Desnudo - Harry Styles -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora