—Milord, es hora que se vista para la cena.
—Lo sé, Collins, gracias.
Harry contemplaba los jardines. ¿Con qué cara iba a mirar a _____? Por Dios. Aún podía verla: su sonrisa iba desapareciendo, la luz moría en sus ojos, el desconcierto, el dolor...
¿Con qué cara iba a mirarla ahora? ¿Qué iba a decirle? No podía contarle lo de...
La vergüenza le revolvía el estómago.
No podía contarle su secreto. Prefería que le odiara a que sintiera pena por él.
—Milord.
—Si, ya voy. —Se tragó su malestar. Collins tan sólo hacia su trabajo. Tenía que bajar a cenar. No podía esconderse en la habitación. Los caballeros no podían escudarse en un «me duele la cabeza», incluso cuando, en realidad, le dolía tanto que creía que el cráneo le iba a reventar.
—Parece que no tiene buena cara, milord, si se me permite decirlo.
Harry gruñó. Collins podía quitarle importancia a cualquier cosa. No recordaba haberse sentido nunca tan mal. Ni siquiera después del desastre en el Gaitero Bailarín había sentido una melancolía tan agotadora, tan opresiva.
Cuando ______ abandonó los jardines, él siguió paseando por la propiedad de Niall. Por todos los demonios, recorrió cada centímetro del puñetero lugar. Si el barón hubiera sido lo bastante considerado como para situar un acantilado cerca, se habría arrojado desde él.
No. Reconsideraba sus pensamientos mientras Collins mimaba su ropa. No estaba tan desesperado, aún no. Casi, pero no; no se dejaría llevar por ese camino. La muerte era una vía de escape para cobardes. Tenía la esperanza que su espíritu fuera más fuerte.
—Han llegado a mis oídos algunos de los chismorreos de anoche. —Collins le acercó un pañuelo.
— ¿En serio? Es una pena que no estuvieras aquí. — Harry se cubrió el cuello con la muselina—. Podrías haber impedido que lady Felicity se autoinvitara a mi cama. Algo que, a propósito, es una de tus obligaciones; cerciorarte que ninguna mujer se pierda bajo mis sábanas.
Collins tuvo la delicadeza de ruborizarse.
—Ella aún no había llegado cuando yo me marché, se lo aseguro, milord. Si hubiera tenido la sospecha que sería tan descarada, nunca habría, ya sabe... Bueno, me habría quedado aquí. No la hubiera dejado cruzar la puerta.
—Sí, estoy seguro que habrías librado batalla con ella y la habrías mantenido a raya. Espero que una cerradura sólida realice también con éxito tal tarea. La puerta tiene una, así que tienes que persuadir al mayordomo de Niall para que te dé la llave antes de esta noche.
—Sí, milord. Estoy seguro que no habrá ningún problema.
—Así lo espero, o tendrás que quedarte haciendo guardia mientras duermo. No quiero tener que hacer otra vez cabriolas desnudo en el pórtico.
Harry terminó de ponerse el pañuelo y se puso de pie. Collins sujetaba su chaqueta. Estaba claro que el hombre tenía algo en mente.
— ¿Sí? ¿Qué pasa, Collins?
—Es sobre lo de anoche, milord. —El hombre bajó la mirada y cepilló las solapas del abrigo. Si la ropa tenía algo de suciedad, Harry no podía verla.
Harry suspiró. Esperaba poder evitar una charla detallada sobre los acontecimientos de la noche anterior. Al parecer, era una vana esperanza. Collins llevaba casi diez años como ayudante de cámara de Harry. Lo conocía bien. Si tenía algo en la cabeza, tarde o temprano lo soltaría. Quizá también tendría la mezquindad de terminar con ello.
— ¿Tienes algo que decir acerca de lo de anoche?
—Da la casualidad que sí, milord. —Collins se aclaró la garganta y se puso derecho—. Betty me dijo que lady ______ se sentía indispuesta esta mañana.
—No me sorprende. Anoche estaba borracha como una cuba. Ha vomitado, ¿no?
Resultaba extraño que no lo hubiera hecho cuando lady Felicity y lady Caroline irrumpieron en la habitación. No había duda que su entrada le había revuelto el estómago.
Seguramente necesitaría vigilarla durante lo que durara la fiesta si la indulgencia excesiva con las bebidas alcohólicas tenía un efecto tan notable en su comportamiento. Anoche podría haber dado lecciones de seducción a las principales cortesanas de Londres. Tan sólo recordarlo hizo que su inútil órgano se endureciera.
Y también había sido excesivamente atrevida en el jardín de Niall , y en ese momento estaba sobria. ¿Qué le pasaba? Sintió cómo las tripas se le helaban. ¿Le habría echado alguien un afrodisíaco en el vino sin que se hubiera dado cuenta? Sospecharía de cualquiera de los invitados de Niall. Y del mismísimo Niall. Un hombre que cultivaba un jardín tan obsceno no podía ser un hombre de fiar. ¡Dios mío! El sinvergüenza seguramente cultivaba potentes hierbas en su propiedad. Se lo preguntaría a Liam.
Por ahora vigilaría a Niall. Seguiría de cerca cada paso, estaría a salvo mientras estuviese con ella. Pero estando a solas, cualquiera de los canallas de la fiesta se aprovecharía asquerosamente de ella. Lord Peter, por ejemplo, el muy bastardo. Apostaría lo que fuese a que _____ no seguiría siendo virgen si lord Peter se hubiera encontrado con ella en el jardín.
Maldita sea. Con sólo pensarlo el corazón se le aceleraba y los ojos se le encendían de rabia. Mataría a cualquiera que se aprovechara de _____. Ella era tan dulce, tan generosa, tan sensible... Si pudiera al menos ser capaz de...
—Sí, milord.
Harry volvió en sí, se había olvidado que Collins estaba en la habitación.
—Betty dijo que lady _____ se encontraba gravemente indispuesta del estómago. Le echaba las culpas de su estado a la ratafia, pero lady Beatrice piensa... al pronto así lo sospechaba... Es decir, creía que usted la había visitado en su habitación.
—Ve al grano, hombre.
—Lady Beatrice pensaba que lady ______ podría estar embarazada.Pensar en _____ con un niño en su interior provocó en él una lascivia que le sacudió de golpe. A esa sensación le siguió de inmediato la de un doloroso vacío que le hacía dar vueltas la cabeza. Si fuera verdad. Daría cualquier cosa...
Dejó de pensar en ello. Hacía mucho tiempo que había aprendido que hay una pequeña diferencia entre desear, rezar o tratar con Dios.
—Eso es absurdo.
—Bueno, sí, milord. Naturalmente que lo es. Una mujer no muestra señales de estar en estado de gestación tras una noche de placer. Y sé que no ha estado frecuentando su cama antes de esto.
— ¡Collins!—El hombre retrocedió un paso asustado. Harry hizo un esfuerzo por controlar su temperamento—. No he frecuentado la cama de lady _____.
—Lo sé, milord. ¿No acabo así de decirlo?
Harry cogió aire y contó hasta diez.
—Anoche tampoco frecuenté su cama. —Hizo una pausa. Eso no era del todo cierto— Es decir, no en ese sentido.
— ¿Milord?
— ¡Caray! La cuestión es que, Collins, no hay forma alguna que _____ esté embarazada. La actividad necesaria para ello no tuvo lugar.
Collins parecía decepcionado, ¡por el amor de Dios!
— ¿Por qué no, milord?
— ¿A qué te refieres con ese «por qué no»? Lady _____es una casta y gentil joven que también es la hermana de uno de mis más íntimos amigos. ¿Qué te hace pensar que me aprovecharía de ella?
—Milord, no era mi intención faltarle al respeto. Lady ______ es una joven que está claramente enamorada de usted. Betty está segura de ello. Y a usted le importa, ¿no es verdad?
Collins se quedó mirándole.
—Sí. No. — Harry quería estamparle algo a Collins en la cara. Pero no era culpa de su ayudante que él fuera defectuoso—. Bueno, no es exactamente así. Tú no lo entiendes. La idea es absurda. No me puedo casar con lady _____.
—Pero ¿por qué es absurdo, milord? Ya tiene casi treinta años. Necesita un heredero. Lady ______ aceptaría casarse con usted en un santiamén; Betty dice que su señora ha rechazado otras ofertas, que le aguarda con esperanza. No hay otra dama a la que prefiera, ¿verdad?
—Collins...
—Y sé, bueno, al menos así lo creo, que usted no prefiere a los hombres, pero en el caso que lo hiciera, necesitaría superar esos sentimientos para conseguir un heredero.
— ¡Collins! — Harry se sentía como si alguien le hubiese dado una patada en el estómago—. No prefiero a los hombres.
—No creía que lo hiciera. —Collins cambió de posición y sujetó en alto el abrigo de Harry, casi como si se tratase de un escudo—. Milord, lamento ser tan atrevido, pero también espero su proposición de matrimonio. A Betty y a mí nos gustaría casarnos. Si usted se casara con lady ______, podríamos hacerlo más fácilmente. Si no lo hace... Bueno, ninguno de los dos deseamos dejar nuestro empleo, pero... ¿Comprende la delicadeza de la situación?
—Sí, Collins. Lo comprendo. Hablaré con Lady _____.
— ¿Entonces se lo propondrá?
—No. Hablaré de tu situación con ella duraste la fiesta. Encontraremos una solución al problema.
—Pero ¿qué hay de su problema? ¿Encontrará también una solución para él?
Harry se encogió de hombros. Su problema no tenía solución.
—A lo mejor. Ahora ya es casi hora de cenar. ¿Te vas a quedar ahí de pie sujetando el abrigo toda la noche o me vas a ayudar a ponérmelo?
— ¿Ayudarle a ponérselo? Naturalmente, milord.
Collins sujetó el abrigo y Harry deslizó los brazos entre las mangas. Se pondría su vestimenta de burgués, su sonrisa de burgués y su encanto de burgués. Se colocó bien los puños y se miró una última vez en el espejo.
—Parece una sombra, milord
Harry asintió. De hecho, era apropiado que lord Styles se viera siempre así. Forzó una sonrisa.
Lord Styles siempre tenía una broma preparada. Lord Styles siempre era gracioso. Lord Styles era el maestro de las conversaciones absurdas, de los dichos ingeniosos.
Los burgueses no tenían ni la más remota idea de lo miserable que en realidad se sentía el pobre Styles.
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El Conde Desnudo - Harry Styles -
De Todo.....Quien diría que el conde harry saldría desnudo sobre el tejado....