Capítulo 4 (3/3)

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—Se ha levantado temprano, Harry.
Maldita sea, el apetito de Harry se disipaba. Deseaba que a él le pasara lo mismo.
—Yo podría decir lo mismo de usted, lord Peter. No creía que fuese a verle antes del mediodía. —Esperaba no tener que ver a nadie. No le apetecía sentirse obligado a mantener una conversación banal. Cogió algunas tostadas y huevos del aparador y se sentó en la mesa.
Lord Peter sonrió abiertamente. Tenía unos odiosos dientes blancos.
—No me habría encontrado levantado tan temprano en condiciones normales. Por lo general no soporto las mañanas. —Cortó un gran trozo de bistec, lo pinchó con el tenedor y señaló hacia Harry con la carne ensangrentada—. Tuve una... bueno, una noche especialmente estimulante, lo que seguramente entenderá. —Se metió la carne en la boca y la masticó con energía, meneando las cejas a la vez con complicidad.
Dios. Harry miró al plato. Los huevos tenían un aspecto del todo desagradable. En su lugar, partió una punta de la tostada.
—Uno se siente más animado cuando tiene los fluidos corporales equilibrados ¿no lo cree así? No es que disfrute con el derramamiento de sangre, por supuesto, pero hay otros métodos para librarse de fluidos excesivos que pueden ser bastante agradables.
Harry lanzó un gruñido. La tostada le sabía a polvo de lo seca que estaba. Se sirvió un poco de té.
Lord Peter bebió un trago de cerveza y a continuación se acercó, inclinando el cuerpo y bajando la voz.
—Recomiendo, y mucho, casarse con una mujer, Harry, para normalizar el humor de un hombre. No hay ninguna necesidad de preocuparse por tener que sacarla en el momento más interesante. Es mucho más pulcro y placentero depositar los fluidos dentro del cuerpo de la mujer, ¿no lo sabía? Y estoy seguro que tiene que ser mucho mejor para las mujeres. Les calma su agitación nerviosa.
— ¡Lord Peter! — Harry no se consideraba un puritano pero no sentía ningún deseo de oír lo que el otro hombre había estado haciendo con la duquesa de Hartford. Daba por hecho que se trataba de la duquesa. A excepción de ella, la única mujer casada que había en la fiesta era lady Dunlee. No podía imaginarse al joven lord encima de la madre de Lady Caroline; y daba por supuesto que lord Dunlee habría presentado una acérrima objeción ante tal intento.
—Yo me ofrecí a extraerla, por supuesto. Quería ser un caballero, pero la dama insistió en que continuara con todo el procedimiento.
—Quizá sería más de caballeros no discutir la experiencia.
Lord Peter no puso buena cara y se enderezó.
—Yo no soy de esos que van divulgando sus conquistas por ahí. Creía que podíamos hablar de hombre a hombre. No es que anoche estuviera usted languideciendo en su cama. Tan sólo le daba algunos consejos de amigo para cuando esté preparado para pescar en otros ríos.
—¿Qué?
A lord Peter se le pusieron los ojos en blanco.
—Le vi entrar por la ventana de lady _____, Harry. Sé que estaba desnudo en su cama. —Volvió a beber un trago de cerveza—. Maldita sea, nunca habría imaginado que la chica se comportara de esa manera. Siempre la he considerado un ejemplo de respetabilidad, y sin embargo, allí estaba, tan pancha, a nada de hacer trizas su perfecta reputación. —Movió la cabeza en un gesto de negación y luego dijo con una sonrisa: — ¿Lleva mucho tiempo buscando relaciones de ese tipo?
Harry cerró la mano en un puño. La recta nariz de lord Peter suplicaba que la partieran. El color rojo de la sangre derramándose sobre su pañuelo, blanco como la nieve, formaría un contraste de colores interesante.
—No mantengo ninguna relación sexual con lady ______.
— ¿No? ¿Cómo lo llama entonces? F...
Lord Peter no terminó la frase. Tuvo suerte de haberse quedado sin aliento. Podría haber estado a punto de perder la vida.
Harry volvió a retorcer la mano, apretando el pañuelo de lord Peter con más fuerza sobre su garganta. La cara de lord Peter se sombreó con un atractivo color púrpura.
—La reputación de lady ______ está inmaculada. Es una chica maravillosa, y yo mismo mataré a cualquiera que diga o insinúe otra cosa. ¿He sido lo bastante claro?
A lord Peter le dieron arcadas y afirmó con la cabeza.
—Excelente. ¿No tendrá la tentación de olvidarlo, verdad?
Lord Peter negó con un movimiento de cabeza.
—Me alegra que nos entendamos. — Harry  le soltó—. Ahora, si me disculpa, parece que he perdido el apetito. Creo que saldré a dar un paseo.
Dejó a lord Peter jadeando como una trucha en una cesta.

El Conde Desnudo - Harry Styles -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora