FIN DE EL MARATON (8/8)

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Niall  sentía vergüenza ajena cada vez que lady Caroline alcanzaba una nota alta. Era la cuarta vez que no conseguía llegar a ella.
Se habían condenado en el mismo momento en el que Harry había sugerido que cantara. Los calculadores ojitos de lady Dunlee se iluminaron mientras se enganchaba al brazo del conde sin que nada pudiera soltarla. No se le podía decir que no. Debían pasar sin más dilación a la sala de música. A los caballeros no les quedaba más tiempo para disfrutar del oporto. Un banquete musical les aguardaba.
Harry tenía un sitio de primera clase, justo en frente de la intérprete y al lado de su orgullosa madre. Lo tenía bien merecido por infligir tal castigo a los demás, pero el porqué lady Dunlee creía que el conde tendría la tentación de proponerle matrimonio a su hija tras escuchar tanto grito era algo que Niall no comprendía. Cualquier hombre que deseara preservar el oído habría huido a la primera oportunidad.
Niall reía. Sin lugar a dudas, parecía que Harry estaba ansioso por huir. Se había mirado el reloj varias veces. Había intentado salir de modo subrepticio, pero fracasó miserablemente. Lady Dunlee volvía a mirarle. A lo mejor había decidido que no era merecedor de su talentosa hija.

A lo mejor, ése era el objetivo de Harry.
Para añadir más a su tortura, Felicity, quien se había apresurado a sentarse junto a él, empezaba a susurrarle en el oído. El hombre estaba pasando un momento horrible.
El no era el único. Lady Caroline había alcanzado otra mala nota y Niall contorsionaba las manos. Deseaba taparse los oídos, pero esa no era la impronta de un amable anfitrión. La tímida señorita Hyde, la acompañante de Nell, intentaba con valentía acompañarla al pianoforte, pero no estaba teniendo mucho éxito. Sentía vergüenza ajena cada vez que lady Caroline cometía un error, el cual provocaba que tocara la tecla equivocada, lo que se añadía a la cacofonía.
A lo mejor, si se fijaba en algo más, no notaría el dolor. Inspeccionó el resto de la habitación. La mayoría de los invitados parecían ser más afortunados que él al no hacer caso a todo el ruido de la gente. Lady Beatrice hablaba con Flint, intentando, probablemente, persuadir al mayordomo que le trajera más brandy. La mujer debía tener buen saque; podía beber más que cualquiera de los hombres que conocía. El vizconde Botton, un envejecido libertino que fácilmente pesaba mitad que lady Beatrice y medía unos centímetros menos, revoloteaba alrededor de ella como el insecto que era. En absoluto había sido muy buena idea invitarle. Sabía que lady Beatrice no le soportaba (poca gente podía) pero como Nell había dicho, tenía que igualar el número de hombres y mujeres, y a Botton le tenía a mano.
Nell se sentaba junto a Sir George Gastón. El que invitaran al baronet era algo que se podía entender cuando accedió a ser su anfitriona. Larson había tenido el buen detalle de morirse y dejar viuda a Nell; Gastón aún esperaba que su mujer pudiera darle ese gustazo. Lady Gastón era una arpía propensa a una variedad de enfermedades que la presencia de Gastón exacerbaba. Debía sentirse feliz que frecuentara la cama de Nell en vez de la suya.
La señorita Peterson mantenía una conversación íntima con el señor Liam junto a la cristalera. Interesante. No conocía bien a la señorita Peterson, ya que era nueva en Londres, pero Liam no había mostrado ningún interés en las mujeres desde que lady Grace Dawson le había dado calabazas hacía ya unos cuantos años.
El señor Dodsworth observaba a la señorita Hyde. Pobre mujer. Quizá había sido una bendición que la hubieran coaccionado a tocar para lady Caroline (eso la liberaba de las garras de Dodsworth). Parecía como si fuera su nueva víctima. Dodsworth se había pegado a ella antes de la cena, llevándosela aparte para enseñarle la pared con los retratos de los caballos que el padre de Niall  había encargado que le hiciera George Stubb. La señora Hyde le había seguido dócilmente (era una medica) y se había quedado junto a él, sacudiendo la cabeza con nerviosismo, obviamente dando el sí a todo lo que decía, hasta que Flint anunció la cena.
Los demás invitados, a excepción de lady ______, que se sentaba a su lado, habían desaparecido. El orgulloso papá de lady Caroline, lord Dunlee, conocía también, sin lugar a dudas, las limitaciones musicales de su hija. Había salido a la terraza para disfrutar de un cigarro.
Niall  estaba echado sobre la silla. Si fuera un buen anfitrión, buscaría una forma sutil de dar fin a semejante tortura musical.
No era un buen anfitrión. Era demasiado perezoso. Estaba considerando seguir el ejemplo de lord Dunlee y desaparecer. Si no se podía unir a él para fumar, se retiraría a su estudio. Le quedaba papeleo por hacer.
¡Claro, como si pudiera concentrarse en el papeleo!
Charlotte y lord Peter también habían desaparecido. Charlotte había alegado fatiga tras la cena y se había retirado a su habitación. Lord Peter había desaparecido tan pronto como lady Caroline había abierto la boca al comenzar su embestida auditiva.
¿Estarían ya en la cama?
¡Dios! Lady Caroline volvía a dar gritos. Niall miró a su derecha. Lady ______ parecía sentirse tan atormentada como él.
Esperaba que se sentara junto a Harry pero no, no había competido con lady Felicity por la elección de ese lugar. Había elegido sentarse junto a él. Él sonrió. Ella le devolvió la sonrisa con una leve expresión jovial con la cual él asumía que fingía parecer tímida.
Sin lugar a dudas, algo extraño había ocurrido entre ella y el conde. En otras ocasiones en las que la clase alta se había reunido, lady ______ actuaba como si Harry fuera el único hombre presente. Esa noche, no obstante, había intercambiado algunas palabras con él en el salón, luego había buscado a Niall para ir a cenar y había flirteado, con él desde el primer hasta el último plato.
Habría sido un bálsamo para su orgullo herido, pero sabía que estaba actuando. Seguía mirando a Harry cuando el hombre miraba a lady Felicity. No le hacía mucha gracia ver la cabeza de Felicity tan cerca de la del conde. Niall reía entre dientes. Le habría hecho mucha menos gracia si supiera dónde habían estado las manos de Felicity. Niall había tenido el dudoso placer de sentarse junto a la chica en otras cenas. Sabía perfectamente por dónde le gustaba hacer deambular a sus dedos.
— ¿Qué es tan divertido, lord Niall?
—Nada apropiado para sus oídos, lady _____. —Le echó una mirada lasciva—. Perdóneme por entretenerme con... pensamientos íntimos en su presencia —bajó la voz—. Aunque su presencia, naturalmente, provoca todo tipo de pensamientos íntimos.
Tenía que ser divertido jugar con ella. Llevaba ya tres Temporadas en Londres, pero seguía siendo tan ingenua como la más crédula de las debutantes.
¿Haría finalmente algo para provocar a Harry?
Algo sin lugar a dudas divertido.
Quizá podrían ayudarse mutuamente. Se había fijado durante la cena en que a Charlotte no le había importado el modo en el que lady _____ había flirteado con él. ¿Estaría celosa? Sonrió. Le encantaría poner celosa a Charlotte.
Naturalmente, ahora ella estaba en la planta de arriba, abriéndose de piernas para lord Peter.
Lady Caroline estaba llegando al final, gracias a Dios. Ah, no. Era sólo una pausa. Cerró los ojos, intentando proyectar la imagen de un hombre con una profunda admiración musical.
Debería odiar a Charlotte, la muy putita. Tenía tanta maldad como Felicity, a la búsqueda de títulos, prestigio y conexiones familiares.
Pero no podía odiarla. La quería demasiado.
Era su contraste lo que le atraía. Tenía sangre fría y era osada (y le aterraba la pasión). Pero sabía que era apasionada, había sentido cómo había respondido en el jardín. Ahora era una llama pequeña, parpadeante, a punto de extinguirse, pero con un soplido suyo se convertiría en un fuego sin control. Rió. Sí, le encantaría soplar en varios sitios relacionados con la duquesa de Hartford. Soplar, lamer y chupar...
Juntó las manos sobre una notable parte de sus pantalones.
¿Podría utilizar a lady ______ para conseguir meterse en su cama?
Miró a la chica. Le miraba batiendo los párpados. Quizá. ¿Y si Charlotte se negaba? Lady ______ tenía unos bonitos ojos azules. Eran casi iguales a los de Charlotte.
Podría hacerlo peor. Necesitaba una mujer. Si lady ______ había eliminado a Harry como posible marido, puede que estuviera dispuesta a tenerle en cuenta a él. Ya había rechazado otras alternativas más atractivas. El duque de Easton, el marqués de Benningly, el conde de Calder. Su lista de pretendientes desechados era como leer el Debrett's peerage.

Ya no era ningún jovencito. No quería ser un octogenario como Hartford, pasando apuros aún para conseguir un heredero.
—Lady ______, ¿disfruta del excelente canto de Lady Caroline? Somos tan afortunados que lord Harry haya llamado nuestra atención sobre su talento...
Lady _____ resopló.
—No sé que ha poseído a Harry. Normalmente, muestra un mayor sentido común.
Realmente era bella. Delgada y con unos maravillosos pechos pequeños. Miró su vestido. Unos pechos realmente maravillosos. Por lo general, no los enseñaba tanto en público.
______  era bastante más alta, por supuesto, pero aún así, una vez apagada la vela, podría imaginarse que era Charlotte. Lo había hecho bastante a menudo con furcias. Y con toda libertad, ella podría imaginarse que él era Harry, si así lo quería.
Los dos amantes imaginarios copulando. Bueno, era probablemente uno de los pasatiempos más comunes entre los burgueses. Una vez que tuviera su heredero, habría acabado con ella y podrían seguir caminos distintos. Entonces sería libre de invitar a cualquiera a su cama.
Tocaba con los dedos el broche que se había metido en el bolsillo justo antes de bajar a cenar.
No obstante, a lo mejor no era tan ingenua como creía. Había estado en la enramada secreta con alguien. Era poco probable que hubieran estado hablando del tiempo.
¿Con quién habría estado? De todos los invitados, Harry era el más probable, pero si hubiera sido él, con toda seguridad le habría propuesto matrimonio, especialmente tras los extraños acontecimientos de la última noche en su habitación. Y si no era Harry, ¿entonces quién? ¿Todos menos él tenían compañía en la cama?
Quizá era hora de resolver este particular enigma.
— ¿Le gustaría ver mi invernadero interior, lady ____?
______ salió de la sala de música con Niall. ¡Qué fastidio! Harry no la había visto salir. Estaba atrapado entre lady Felicity y lady Dunlee al frente de la habitación, de espaldas a ella.

El Conde Desnudo - Harry Styles -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora