26 parte 2

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— ¿Sabes lo que hay que hacer?
Charlotte respondió con la cabeza. ¿Cómo no iba a saberlo? Se había pasado toda la comida recitándole las instrucciones al oído. Le estaba dando una indigestión.
Miró a Niall por debajo de la mesa. Le gustaría estar sentada a su lado. Notó que se había dado cuenta que le estaba mirando y sintió algo en el estómago. La zona de su entrepierna en la que había pasado tanto tiempo la noche anterior empezaba a palpitarle.
¿Quién habría pensado que el proceso procreador podía ser tan apasionante? Desde luego, tales actividades con Hartford y lord Peter no habían mostrado ninguna señal de ello. Pero Niall... Le entraron escalofríos.
—Charlotte, ¿me estás prestando atención? Es importante.
—Sí, Felicity. —La chica era de lo más molesto. Insistente, petulante, egocéntrica. ¿Por qué no se había dado cuenta antes? Tendría que romper toda relación tan pronto como regresaran a Londres—. Quieres que mande a Harry a buscarte a la mazmorra.

— ¡No! Nunca iría a buscarme. Tienes que decirle que es ahí donde ha ido lady _____. Lord Malik se la habrá llevado, así que Styles estará ansioso por encontrarla. En lugar de a ella, me encontrará a mí.
—Sí, está bien. Ya lo he pillado.
¿Vería a Niall en Londres? Tendrían que ser discretos. Hartford era un poco posesivo. Y bueno, ella no puede permitirse el lujo que corra el rumor entre los burgueses.
Habían hablado de ello anoche, entre copulación y copulación. No podía haber indicios que se estaban viendo. Si se quedaba embarazada, quería que todos pensaran que el hijo era de Hartford. En especial, quería que lo creyera el odioso sobrino de Hartford. Ese ******* nocivo buscaría cualquier excusa para luchar por la sucesión.
Escogió un confite del plato que uno de los sirvientes había dejado junto a su codo. Tendría que ser comprensiva. Su hijo iba a heredar un título y una vasta riqueza de un viejo de cincuenta y cinco años que se había pasado toda la vida esperando poder convertirse en duque.
— ¿Y luego...? —Felicity no podía parecer más enfadada. Estaba claramente perdiendo la paciencia. Charlotte admitió tener la cabeza en otro sitio.
— ¿Y luego...? —repitió Charlotte. Niall estaba hablando con lady Dunlee. Tenía el perfil hermoso. ¿Cómo podía haberse resistido a él todos estos años?
La había asustado.
Se había sentido atraída por él desde el momento en que le vio entrar en el salón de baile de Easthaven, hacía ya tantos años atrás. Su madre le dijo: «Horan, un simple barón, y peligroso. No es hombre que quieras conocer».
Pero ella quería conocerle. Cuando lady Easthaven les presentó, se entusiasmó. Aceptó su petición de baile antes que su madre pudiera hacer alguna objeción.
Era diferente a todos los hombres que había conocido. Era emocionante, peligroso; sentía algo dentro de ella que no reconocía. Cuando estaba con él, no se sentía como la hija buena y obediente del duque y la duquesa de Rothifgahm. Se sentía osada, salvaje, viva. Como si en lugar de la vida predecible y bien planeada que sus padres habían elegido para ella, existieran otras posibilidades más excitantes donde escoger.
Y luego se la llevó al jardín.
Pudo haberle detenido. Pensó en detenerle. Pero quiso ir con él. Quiso ser atrevida, fingir un poco más ser la chica que veía reflejada en sus ojos.
La besó. No fue nada que se pudiera comparar con lo ocurrido la noche anterior, pero fue mucho más de lo que jamás había experimentado. Fue su primer beso. Después él recorrió todo su cuerpo con las manos y la boca. Fue tosco y acuciante. Había sido demasiado para ella. El miedo fue mayor que la excitación y le dio un guantazo. Desde entonces, su madre se ocupó que se mantuviera alejada de él.
Si se hubiera casado con él en vez de perseguir a Alvord y casarse con Hartford... No habría podido. Entonces no tuvo el valor de hacer frente a las expectativas de sus padres.
— ¡Charlotte! —Felicity la sacudió del brazo, su voz era de enfado—. Presta atención. En cuanto Styles entre en la torre, espera unos cinco minutos, no mucho más, no espero que se quede mucho tiempo, especialmente si siente que es una trampa, y reúne a lady Dunlee y tantos invitados como puedas para dar una vuelta por la mazmorra.
—No creo que Niall, digo, lord Horan, dé su aprobación.
— ¿Niall? —Felicity estrechó los ojos.
Charlotte intentó no sonrojarse.
—Lo siento. He estado hablando con la señora Larson, a veces se refiere a su primo por el nombre de pila.
Felicity parecía sospechar, pero no indagó en el tema. Era obvio que tenía otras preocupaciones.
—No me importa lo que piense Horan. Si te pregunta, hazle notar que todos los hombres la han visitado y que las señoritas quieren saber qué es lo que pasa. No te preocupes. No incluí nada especialmente impactante cuando preparé la escena para esta representación.
—De acuerdo.
—Y asegúrate que lady Dunlee esté al frente del grupo. Quiero que tenga una buena vista para que así pueda informar a los burgueses de cada detalle de interés.
—Sí. La animaré a que encabece el grupo.
—Espléndido. No lo vayas a olvidar ahora.
—No, no me olvidaré.
—Bien. Mira, la señora Larson y lady_____se levantan de la mesa. La comida ha terminado.
Charlotte se quedó junto a Felicity. El viento tiró de su sombrerete, arrancándoselo casi de la cabeza. Se echó la mano encima.
—Creo que la tormenta se avecina.
—Pero aún no está aquí.
—Milord —decía la señora Larson—. ¿Cuándo desea que partamos?
Niall miró al cielo.
—Creo que podemos quedarnos una media hora más a salvo —dijo dirigiéndose al grupo en general—. Si hay algo que deseen ver, les sugiero que lo hagan ahora y vuelvan al castillo en treinta minutos. Haré que los carruajes estén preparados para llevarnos de vuelta a Lendal Park.
—Vamos. Tienes que distraer a Styles para que Zayn pueda llevarse a lady _____.
Felicity cogió a Charlotte del brazo.
— ¿Qué puedo decir para distraer al conde? —Charlotte se resistió. Felicity volvió a tirar de ella.
—Tienes que pensar en algo. El plan depende de ti.
— ¿Porqué de mí?
—Eres la única que está libre. Tengo que ir a la mazmorra. ¡Vamos! —Tiró de ella con más fuerza.
—Está bien. —Charlotte no tenía ni idea de qué decir a Styles. Afortunadamente, no estaba a prueba. Lady Dunlee, arrastrando a su hija tras de sí, alcanzó al conde primero.

—Lord Styles, mi hija se muere de ganas por ver las ruinas de la capilla. Bastante gótica, creo. Sacada directamente de una de las novelas de la señora Radcliffe. No es que dé ánimos a mi queridita hija para que lea algo así pero... —Lady Dunlee se encogió de hombros—. ¿Sería tan amable de acompañarla para que pueda verla?
Lord Styles no parecía muy entusiasmado, pero sonrió y se inclinó en reverencia.
—Perfecto —dijo Felicity mientras Harry se alejaba paseando junto a lady Caroline—. No podía haberlo planeado mejor. Ahora, si Zayn está prestando atención... sí, ahí va.
Lord Malik se unió al grupo que incluía a lady ______, la señorita Peterson, el señor Parker-Roth, Sir George y la señora Larson.
—Eso es. —La excitación podía notarse en la voz de Felicity—. Tengo que irme. —Sacudió el brazo de Charlotte—. No lo olvides, en cuanto Styles vuelva, mándalo a la mazmorra.
— ¿Y si no vuelve hasta que sea hora de regresar?
A Felicity se le pusieron los ojos blancos.
—Volverá pronto, eso depende de ti. No querrá tener a lady ______ mucho tiempo fuera del alcance de la vista. —Rió entre dientes—. Espera cinco minutos, luego ve tras él con lady Dunlee y los demás. Apuesto a que le enseñará las ruinas de la capilla a lady Caroline corriendo.
Charlotte asintió.
—Puedo ver su sombrerete desde aquí. El plumaje se le mueve con energía.
—No lo dudo. Eso significa que no tengo mucho tiempo. —Felicity le sacudió del brazo una vez más—. Recuerda, envía a Harry a la mazmorra. Espera cinco minutos y luego ve tras él con lady Dunlee y los demás.
—Sí, sí, no lo olvidaré.
Charlotte vio a Felicity pasar por delante del grupo con lord Malik. En cuestión de un momento, el grupo se disolvió. La señorita Peterson y el señor Parker-Roth fueron a examinar alguna planta. Las otras dos parejas se dirigían hacia la torre. Felicity ya había desaparecido en su interior.
Charlotte suspiró. Preferiría no tener que ser parte de este sórdido plan. Ya no sentía un gran deseo de venganza. La pasión que sentía por Niall había consumido la rabia que sentía hacia Alvord y toda su familia.
Él no se encontraba muy alejado de la torre, hablaba con lady Dunlee y lady Beatrice. ¿Podría acercarse a él ahora? No. Tendría que reprimir fuertemente sus emociones delante de lady Dunlee.
Esta noche. Rodeó el abrigo con los brazos. Vendría a ella en cuanto todo en la casa estuviera en orden. Le dieron escalofríos de la impaciencia. Recordaba muy bien el tacto de sus manos en el cuerpo. Se mordió el labio para no gemir.
¿Podrían besarse a hurtadillas... o algo más... esa misma tarde? Con toda seguridad, todas las damas se retirarían a descansar hasta la hora de cenar. Los hombres podían entretenerse ellos mismos. Supondrían que Niall  tenía asuntos que atender. Imaginarían que tenía que pasar algún tiempo en el estudio.
Podría encontrarse con él allí. Podrían hacerlo en la alfombra, junto a la chimenea, o en el sillón grande de cuero con el escabel. O a lo mejor poner los papeles a un lado y hacerlo en medio de la gran mesa de despacho.
Estremecedor. Nunca habría concebido tales cosas veinticuatro horas antes. Le habría horrorizado incluso oír murmullos de actividades así. Ahora...
Era sorprendente la diferencia que podía haber en unas pocas horas.
Ahora podía imaginar el cuerpo de Niall en cada detalle. Sus hombros, su pecho, su cabello oscuro deslizándose sobre su estómago. Y el resto de él, su muslos, sus nalgas, su adorable y gruesa... ¡Oh!
Sentía en los pechos la necesidad de él. Los pezones se endurecían con sólo recordarlo. Los labios le palpitaban y los que tenía más abajo, además de palpitarle, se hinchaban. Volvía a sentir la sensación de humedad que le había prometido. Quería, no, necesitaba, que la llenara. Ahora. No podía esperar. En algún lugar tenía que haber un rincón oscuro entre las ruinas. Tenía media hora. Tal y como se sentía no tardaría más de medio segundo. Estaba claro que no podía esperar a la noche.
— ¡Hello! ¡Horan!
¡Dios mío! No podía ser. Estaba en Londres. No se le esperaba, no habría venido desde...
La vida no podía ser más cruel.
Se dio la vuelta y miró a la entrada del castillo.
Su marido, el duque de Hartford, había llegado.

El Conde Desnudo - Harry Styles -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora