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El conde desnudo

CAPITULO 13:

— ¿Qué están haciendo?
—Nada. — Harry cogió a _____  del brazo y quiso que se diera la vuelta. Ella se resistió.
—Está claro que están haciendo algo. —Examinó la escultura. El hombre debía ser un hermano gemelo de la estatua con la que se había topado. Tenía las manos sobre los hombros de una mujer y la cara contorsionada, al parecer de dolor. No era de extrañar. La mujer, de rodillas, tenía la boca en la punta de su hinchada, ¡oh!...
— ¿Le está mordiendo?
—No, no le está mordiendo.
La voz de Harry era rara, como si se estuviera ahogando. _____  levantó la mirada hacia él. Tenía las mejillas coloradas y las orejas rojas. No quería verle los ojos.
— ¿Cómo lo sabes? Parece que le duele.
—No le duele.
— ¿Estás seguro? —_____  volvió a examinar la obra de arte.
—Por el amor de Dios, _____, es sólo una estatua. Una estatua obscena y de mal gusto. Deberían arrastrar a Niall con caballos hasta descuartizarle por dejar que lo vieras.
—Esta no la había visto. — Harry puso una cara muy rara. ____  nunca había visto algo así. Si no era de dolor, ¿por qué era?
Harry arrugó la frente.
— ¿Hay otras?
—Por lo menos una. Por eso no quería que entraras aquí. Pero esta estatua es mucho más interesante que la que vi con Niall.
—No es interesante.
—Yo creo que sí lo es. Nunca me he encontrado con una obra de arte como ésta. —_____ pensaba en la vuelta que había dado por el jardín esa tarde. Pensándolo bien, a lo mejor sí—. ¿Crees que los jardineros de Niall se inspiran en estas estatuas? Tengo que decir que la piedra es un medio mejor que la flora.
— ¡_____! — Harry la sujetó con fuerza de los hombros e hizo que se girara hacia el camino principal—. Nos vamos ahora mismo. Lamento no haber captado la indirecta al principio y no habernos quedado en la puerta. ¿Por qué no me dijiste simplemente que era poco aconsejable aventurarse en el follaje?
—Dudo que me hubieras escuchado. Estabas bastante decidido, por si no lo recuerdas.
Los pensamientos de ______ vagaban por su otra excursión entre el follaje. Había disfrutado totalmente de aquella actividad, antes del desagradable final, naturalmente.
Frenó el paso.
Meg le había dicho que evitara cualquier conversación íntima con Harry, pero esta vez no había tenido elección. Y tras la experiencia con Niall, dudaba que pudiera convencer a nadie que le interesara otro hombre.
El plan de lady Beatrice era más temible.
¿Conseguiría que Harry se embelesara con ella si le daba algunos besos, algunas caricias? Era un sitio perfecto para enzarzarse en tales actividades. Una vez que le hubiera cautivado de forma apropiada, se daría cuenta que tenia que estar con ella. Sería feliz. Era cuestión de meterle esa idea en la cabezota.
Entonces, ¿dónde podría persuadirle para que repitiera los actos de esa tarde? En el suelo no, estarían demasiado a la vista si a Niall se le ocurriera volver. No obstante, había una gran variedad de lugares oscuros cerca, pequeños rincones enmarcados por árboles plantados en tiestos y cubiertos por hojas de parra. Con toda seguridad, ninguno de ellos estaría ocupado por obras de arte inapropiadas.
—Fíjate en esa encantadora flor, Harry.
—No me interesan las flores.
Si, había sido una suerte ir al invernadero con Niall. Estar junto a un hombre de carne y hueso en un lugar apartado tenía algo que hacía que se le aclararan las ideas. Pensar en estar contra el cuerpo de Harry, en besarle, le daba escalofríos.
— ¿Tienes frío otra vez? A lo mejor deberías consultar a un médico. — Harry volvió a ponerse rojo—. Nunca he oído que, bueno, que las dolencias de las mujeres causen tantos cambios de temperatura. ¿Estás segura que no tienes fiebre?
—No tengo fiebre. —Se detuvo. Sí, estar junto a un hombre de carne y hueso definitivamente aclaraba las ideas. Sabía exactamente lo que quería hacer con este espécimen en particular y había encontrado el rincón perfecto en el que hacerlo. Tiró de él hacia la dirección indicada.
— ¿Qué sabes tú acerca de las dolencias de las mujeres? No tienes hermanas
El desconcierto debió de nublar su pensamiento. Fue con ella sin protestar.
Niall era de los que opinaban que a Harry le atraía enormemente _____, y Niall, después de todo, era un hombre. Debía conocer mejor que cualquier mujer cómo opera la oscura mente de Harry. Pero entonces, ¿por qué Harry no le había propuesto matrimonio? Había tenido la oportunidad perfecta (varias oportunidades perfectas) para hacerlo. Niall no tenía una respuesta satisfactoria para ello.
Le daría a Harry otra oportunidad para que le propusiera matrimonio (o al menos para que se entregara más a ella).
—No sé nada. Es cuestión de lógica. Si todas las mujeres fueran propensas a esos cambios de temperatura, estarían constantemente poniéndose y quitándose el chal.
—Ya. —Sin lugar a dudas, éste era el mejor lugar para excitar un poco a Harry. Y para excitarse ella misma. Una gran hoja les resguardaba de los ojos de los fisgones. Pero ¿cómo podría iniciar la actividad? No podía volver a caer sobre él como había hecho por la tarde.
—Supongo que tienes razón. A lo mejor deberías tocarme la frente. ¿Es un calor poco natural?
La tocó con el envés de la mano. Ella le puso las manos sobre las solapas. Su cuerpo era tan duro, tan diferente al suyo. Recorrió el tejido con los dedos. Se interponía entre los dos. Deseaba que, en vez de esa tela, fuera su piel la que estuviera bajo sus dedos. La tela era áspera; su piel, cálida y suave. Maravillosa. Suspiró profundamente. El aroma a almizcle y especias se mezclaba con el olor de las flores, las hojas y la tierra.
—No —lo dijo con una voz ligeramente ronca—. Estás bastante fría al tacto.
—Es extraño. Me siento muy caliente. Quizá también deberías tocarme las mejillas.
Movió la mano para rozarle las mejillas, el dedo pulgar acariciaba su piel.
Giró la cara para rozar la palma de su mano con los labios. Puso los dedos a trabajar en los botones de su chaleco.
—No están excesivamente calientes. —Sin lugar a dudas tenía la voz ronca.
— ¿Estás seguro? Creo que me está subiendo la temperatura.
Le abrió el chaleco y correteó con los dedos por la camisa. Así era mejor. No tan bueno como la piel, pero mejor que la armadura que formaba el chaleco. Podía sentir el fuerte latido del corazón, el calor del cuerpo.

El Conde Desnudo - Harry Styles -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora