1.*Restaurant*

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Con agilidad esquivaba las mesas y a las personas que se cruzaban en su camino, sonreía dando una buena imagen a las personas. Llegó a la mesa número veinticinco, bajó con elegancia la charola de platillos sumamente costosos. Las mujeres le miraban embelesadas por su belleza y que decir de los varones, se encontraban casi babendo. Sonrió al terminar de colocar cada uno de los palillos, procedió a hacer una reverencia, le dieron las gracias y éste se despidió.

Dos años trabajando en esté lugar, sobreviviendo de el poco sueldo y las propinas que la mayoría de veces son escasas, suspiró resignado llendo a la barra para atender a otro cliente, nuevamente fingió una sonrisa, y procedió a atenderle.

- Buenas noches ¿En qué le puedo ayudar?, ¿Gusta una bebida?– Sonreía tratando de hacer sentir bien al cliente.

- Queremos una mesa para seis– Hablaba con un aire de arrogancia, cosa que le molestaba al chico.

- Muy bien.– Busco con la mirada algún mesero por ahí, al encontrarle le habló- Gaara podrías llevarles a la mes número veintisiete.

- Por supuesto Deidara– Sonrió antes de hacer una reverencia y decir– Buenas noches, Siganme, les llevaré a su mesa.

- Muy bien, date prisa– Hablaba una chica rubia cogida al brazo de un azabache de sonrisa extraña.

Comenzó a caminar, no le dió tanta importancia a la chica ya que todas eran iguales de idiotas como ella. Igual que su compañero con una agilidad sorprendente para no chocar con nadie, atravesaba el lugar con una pequeña sonrisa, las personas le miraban con lujuria y un deje de sorpresa por tal belleza, sin embargo no les daba la mínima importancia, ésto no paso desapercibido por las dos chicas que iban tomadas del brazo de unos tipos azabaches, tenían una cara de molestía. Al llegar a la mesa procedió a hacer una leve reverencia anunciando que ya habían llegado.

- Está es su mesa. Les dejo las cartas del menú, en cinco minutos vendrán a tomar su orden.

Se retiró de ahí, dejando a las chicas un tanto molestas. Caminaba con calma a la barra donde su amigo Deidara. Al llegar le vió un poco desanimado y desidió hablarle.

- ¿Qué te ocurre?.

- Nada, estoy bien.– Se acercó un chico peliblanco con unos peculiares ojos morados.

- No es un buen día hoy, casi no tenemos propinas para comprarle algo a Naruto.– Dijo el recién llegado.

- Creía que podíamos comprarle un pequeño pastel.– Suspiró el rubio.– No sabemos que le podríamos regalar, él insiste que nada, pero hoy es su día, tiene que pasarcela bien.

- No te preocupes Deidara, ya veremos que darle.– Dijo Gaara, viendo a Naruto a lo lejos.– Él siempre mantiene esa sonrisa, nosotros también lo aremos.– Dijo decidió, y caminó a otra mesa para atender a los recién llegados.

- Ya escuchaste a Gaara, Deidara ahora sonríe. Voy a tomar la orden de la mesa veintisiete.– Se fue dejando a Deidara con una pequeña sonrisa.

Caminaba ganando miradas, aveces se preguntaba ¿Cuando sería el día que dejarán de verle así? Sin embargo tenía que soportarlo, ya que necesitaba el dinero para tener un techo y para poder alimentarse. Antes de llegar miró al castaño que se encontraba en la mesa hablando con los demás. Se quedó estático, podía ver cómo le hacían señas para que se acercara a tomar su orden. Se dió la vuelta lo más antes posible, quería desaparecer, ¿Por qué tenía que verle en esté lugar?. La llegar a la barra se lanzó a los brazos de Deidara, tratando de esconderse.

El Mesero [ItaDei] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora