Capítulo XXXIX

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Aunque en la prensa y programas de farándula solo se habla de la boda, nosotros hemos sido bastante discretos con ella. Lucas no quiere dar ningún tipo de declaraciones y yo he hecho lo mismo, cosa que los ha llevado a crear cualquier tipo de estupideces y comentarios sin sentido. Uno de ellos es que el señor Aarón Ferreyra ha obligado a su hijo a contraer matrimonio para poder heredar su fortuna. Otros dicen que Lucas es gay y esto es solo una fachada para despistar a todos. Lucas no le presta atención alguna y se ríe de otras cosas, él está más acostumbrado a este mundo, yo por el contrario soy totalmente nueva en esto.

—En este dice que has obligado a Nadia a firmar un documento donde renuncia a toda tu fortuna y que... —La cara de Jeremías pasa a una de total confusión —. Que dormirá en otra habitación y no se acercara a la tuya. —El hermano menor de Lucas estalla en una carcajada. Lucas emboza una sonrisa negando.

—Dejémosle que piensen lo que quieran. La verdad solo la sabremos nosotros. —Habla Lucas.

Mañana es la boda, estoy con Alana terminando unos últimos detalles para irme a casa y descansar un poco.

—De acuerdo, ya todo está listo, al parecer. —Habla Alana. Tecleando unas cosas en su laptop.

—Gracias... —Digo —. Creo que no hubiese terminado todo a tiempo sino tendría tu ayuda.

—Y eso que es todo muy sencillo. Imagina si lo hubiésemos hecho a lo grande. Tú y mi hermano son muy aburridos. —Sonrío. Alana quería hacer todo por lo alto; lujos, flores, salones, pero Lucas y yo no lo quisimos así. —. Y ahora ve a dormir, te ves muy cansada y mañana no puedes lucir así. —Asiento porque tiene razón.

Me despido de Ian, Jeremías y todas las personas presentes. Lucas nos lleva a mi madre y a mi hasta nuestra casa y deja a nuestra disposición a Bruce y otro hombre que no se su nombre.

—No quiero que nada salga mal mañana, no dudes en llamarme o tocar el botón de pánico. Bruce estará ahí de inmediato para ti. —Asiento y nos despedimos con un beso que pretende ser suave, pero termina mordiendo mi labio inferior y succionándolo. La verdad no quería dejarlo ir.


...



De acuerdo, voy a entrar en pánico. Al verme maquillada, peinada y con el vestido no podía creer que fuera yo. Que fuera yo la que va a casarse con ese guapísimo e increíble hombre que es Lucas. Respiro hondo y exhalo para evitar las lágrimas acumuladas en mis ojos. Estoy frente a un gran espejo y la persona encargada de peinarme y maquillarme termina algunos detalles en mi cabello y rostro.

—No vayas a llorar, linda. Que este día haya de todos, menos lágrimas, ni siquiera de felicidad. —Me guiña un ojo y termina de arreglar mi cabello recogido.

—De acuerdo, nos quedan unos minutos dense prisa. —Habla Nadia, que al verme se queda muda.

—No diré nada porque empezaremos a llorar aquí y no hay tiempo. —Habla y se vuelve para ir a otra de las habitaciones donde están arreglando a mi madre y a las damas de honor.

El vestido es estilo princesa, con mangas transparentes que incluyen algunos detalles bordados metódicamente, es ajustado desde mi busto que los acomoda con un estilo corazón hasta mi cintura. Esta parte esta bordada con cristales y perlas. Desde la cintura cae la tela blanca hasta mis pies. Es un poco abombado pero no incómodo. Mi cabello va recogido en la parte de atrás de mi cabeza y el velo cuelga del hermoso moño que me ha hecho este chico.

—Ya es hora, Nadia. No podemos esperar más. —Habla Alana. El chico ya ha terminado. Tomo el ramo de flores y salgo por la puerta, ya todas están afuera. Mi madre suelta un jadeo cuando me ve y sus ojos se llena de lágrimas, lleva una mano a sus labios por inercia tratando de retener todo eso que quiere salir a brote. La abrazo, no quiero llorar, pero amo a esta mujer como nada. Es la única que ha estado conmigo en tantos momentos difícil y me crio a punta de costuras cuando mi padre fue asesinado en nuestro barrio.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora