Verla así... tan tranquila, sonriente, sin tenciones, es algo que me descoloca. No sé si es que la chica ha cambiado o simplemente no le gusto la manera en que la hice mía. No puedo parar de mirarla ahora, soy como un maldito idiota hipnotizado por esos ojos verdes y lo peor es que ella me ignora con suficiencia.
Lleva ese traje de baño que deja al descubierto su espalda, mis dedos pican por tocarla y volver hacerla mía, el deseo que siento por ella es más fuerte del que he sentido por otra chica. Debo dejar de mirarla o alguien de mi familia notara lo que está pasando.
Ella y Dallan juegan un partido de cartas en la sala de estar, puedo verlos desde mi lugar fuera de la casa. Ian me sirve una copa de vino blanco y charla de un negocio muy bueno que pudo cerrar desde aquí en una video llamada.
—Me alegra mucho por ti, pero relájate, no quiero hablar de trabajo ahora mismo. —Sentencio, ya tengo suficiente con Verónica enviándome correos a todas horas por trabajo.
—Pareces... perdido. —Vuelco los ojos, ya va a comenzar con su mierda. Toma un poco de su copa para disimular su sonrisa.
—Tengo cosas pendientes que hacer, eso me tiene preocupado.
—Sí, seguro... —Responde sarcástico.
—No empieces, Ian. No estoy de humor para tus bromas de doble sentido. —Sentencio.
—Tú nunca estas de humor para nada. —Se encoje de hombros y vuelve a dar un trago a su copa.
A la hora del almuerzo cruzamos miradas un par de veces, la atracción sexual que siento por ella me está descontrolando. Dallan no se le separa ni un instante, no puedo siquiera hablarle, quiero verla esta noche de nuevo, necesito desahogarme con su cuerpo, sus labios.
— ¿Dónde están Nadia y Dallan? —Pregunta mi madre, extrañada por no verlos surfeando.
—Ambos se han quedado dormidos, supongo están cansados por estar tanto tiempo metidos en el agua. —Responde Alana.
—Dallan es un niño muy activo, hasta a Nadia la deja agotada que parece ser igual a él. —Añade Ian.
—Y es la niñera que más le ha durado, las otras no pudieron con si ritmo de vida. —Vuelve hablar mi madre. No dije nada, no quería hablar de ella por lo que decidí meterme en mi teléfono, mi padre habla con el padre de Ian, su hermano y el idiota de su hijo que no ha dejado de comerse con la mirada a Nadia desde que llego acá.
La veo bajar frotando sus ojos, Dallan no está con ella. Lleva un pantalón rasgado en las rodillas y una camiseta con el rostro de algún personaje de caricatura. Y pensar que ya he tocado hasta el último centímetro de su cuerpo.
—Nadia, debes estar hambrienta; ven siéntate con nosotros —Pide mi hermana, a lo que ella titubea pero termina tomando asiento en el único lugar libre: a mi lado. —Mejor come algo antes de que Dallan se levante, me ha dicho que irán a un salón de videojuegos que hay en el centro. —Ella asiente mientras la señora que hemos contratado para que nos atienda sirve algo para ella.
— ¿Y aquí no le piden permiso a nadie? —Ella no me mira cuando digo esto, solo se concentra en comer algo de vegetales. Necesito que me mire.
—Por supuesto que sí, Lucas. Dallan a hablado conmigo y con su padre, Bruce los llevara. —Anuncia Alana. Nadia no habla.
—Nadia, hare un pos- grado en la escuela de psicología, ¿será que podría hablar contigo luego sobre ella? —Al escucharlo mi sangre hierve, ¿Para qué quiere hablar con ella de una puta escuela? ¿Quién invito a Alonso de todos modos?
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Después de ti
Teen FictionDespués del primer amor, llega el amor verdadero y eso lo experimenta el hijo del gran empresario Aarón Ferreyra cuando la que era su novia y su primer amor muere en un trágico accidente junto a la abuela de este. Resignado y sin ganas de conocer a...