Capítulo XII

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Camino de un lado a otro mordiendo uno de mis dedos, siento que no puedo respirar bien, que me falta el aire, mis manos sudan y el hueco en mi estomago se abre cada vez más para torturarme, no pienso con claridad y me perturba, me desubica.

El timbre de mi celular suena anunciando un mensaje y no evitar puedo dar un brinquito en mi lugar, por alguna razón, mi corazón empieza a latir aun mas desbocado.

**Te estoy esperando**

Trague con dificultad y mi boca se seca al instante, necesito ser más inteligente que él y no permitirle que me haga sentir utilizada.

**También te espero**

Teclee lo más rápido que pude y deje mi celular en mi cama para ir al baño y lavar mi rostro, ¿Qué estoy haciendo? ¿Puedo con esto? ¿Puedo ganar? Solo tengo veintiún años y el esta picando los treinta o más, tiene más experiencia, más sabiduría, tanto para los negocios como para... los juegos.

Muy bien, ya di el primer paso, no iré a su habitación; que sea él el que venga a la mía. No se hará siempre lo que él diga, bueno... eso si llega a aceptar. Me lance a la cama mirando hacia la pared encima de mí cuando entre en cuenta que no iba a venir. Han pasado unos veinte minutos y no llego, supongo que no le gusta recibir órdenes, pues a mí tampoco.

Tome un baño y me enfunde en la pijama de seda que mamá ha hecho para mí. Miro en el espejo mi rostro y puedo notar que las pecas en mi nariz están más visibles, ¿O es mi imaginación? ¿O el sol? No lo sé, tardo unos diez minutos en el espejo diciéndome a mis mismas algunos de mis defectos. Tomo mi cabello y observo las puntas... necesito un corte de cabello, tengo un castaño rojizo intenso en este pero más de una vez se me ha metido la idea de cambiarlo por un castaño o rubio, pero desecho la idea de inmediato, tengo el color de cabello de mi padre y mamá dice que es un color no muy común entre las mujeres, al menos no natural.

Brinco en mi lugar cuando siento que la puerta es tocada... ¡Oh, mierda! Corro al baño, pero me detengo antes de llegar, no puede ser el, hubiese tocado hace minutos atrás, termino más calmada cuando me repito esto una y otra vez.

No es él, no es él, no es el. Así que me encamino abrir... ¡Mierda, es el!

Me observa con esa mirada endemoniada que posee, unos segundos para después adentrarse a mi habitación, retrocedo unos pasos para dejarlo entrar. Mis manos tienen un ligero temblor y el ardor en mi pecho vuelve a aparecer. Me mira de pie a cabeza, como un león hambriento observando a su presa, como si fuese a lanzarse contra mí en cualquier momento.

—No vuelvas hacer eso —Susurra, está parado frente a mí, sus ojos grises ahora se tornan oscuros, es imponente, arrogante —. Y respira, te necesito serena. —Abro los ojos y trago duro, mierda, ni siquiera me había dado cuenta que retenía el aire.

Relajo mis hombros y mis manos que antes estaban empuñadas, odio que me ponga de esta manera, el es tan relajado. Dejo salir el aire y enfoco nuevamente sus ojos, no ha dejado de mirarme y extrañamente mis manos pican por tocarlo, lo quiero aun más cerca.

Doy un paso y cierro el espacio que nos separa para cubrir sus labios con los míos, aferro con ambas manos su cuello y una de esta se desliza por su cabello, inmediatamente el me toma por la cintura y me pega aun mas a su cuerpo –como si fuese posible- yo, una cobarde de mierda acababa de hacer eso con este hombre tan... guau. Estoy perdida en sus besos, en la forma en la que mete su mano por mi pijama y acaricia mi cintura, en la forma en la que muerde mis labios... me falta el aire pero no quiero parar, hago lo que puedo para tomar pequeños respiros que me proporcionan el tan anhelado oxigeno, de pronto, se detiene, me mira nuevamente a los ojos algo que me deja aturdida y me vuelve para que mi espalda quede pegada a su pecho. Hace mi cabello a un lado y besa mi mandíbula, la muerde, chupa la misma, oh Dios mío...

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora