Capítulo XX

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Lucas:

La había visto recibir su título Universitario desde una distancia prudente, no tenía derecho a estar ahí y ella no me había invitado; aunque sabía que no lo haría, no iba a ir, no de manera tan pública. La observe con la toga y el birrete, iba incomoda con ambos cuidando que el segundo no se cayera de su cabeza por el viento que hacía. La vi tomarse fotografías con su madre, algunas chicas y... y el imbécil de Ángel. Tuve el impulso de bajar del auto y quitar sus sucias manos de su cuerpo, pero solo empuñe las mías y baje la mirada; no podía arruinar su día. Llevaba esa sonrisa... esa que tanto me gusta, sus ojos se achinan y las comisuras de sus labios se elevan mostrando sus dientes perfectamente alineados y blancos. Ella estaba perfectamente feliz, así que decidí salir de allí y no arruinar su momento.

La última vez que la vi estudiaba y escribía algo en una portátil que siempre llevaba, su cabello estaba algo desordenado y rascaba su cabeza de vez en cuando, se veía cansada, las sombras oscuras debajo de sus ojos las delataban por completo. Esto solo lo hacía cuando Dallan dormía o jugaba futbol en el jardín con su amigo Dilan. Es bastante responsable eso no podía contradecirlo.

Ahora lo entendía por completo, estaba en sus exámenes y trabajos finales. El que se haya graduado me hace alegrarme por ella de alguna manera. Ninguna de las chicas con las que había salido o acostado se han graduado de la Universidad, al menos no que yo sepa, unas tienen demasiado dinero para "perder el tiempo estudiando" –dicho por ellas mismas- y otras... simplemente lo suyo no es estudiar o una carrera profesional.

Le envié un ramo de flores único a su casa, digo único porque la chica que me atendió me aseguro que así seria. Tenía un mes sin verla, había tenido que salir del país por negocios y me había quedado fuera más del tiempo esperado ya que mi padre no pudo acompañarme y debí resolverlo yo solo con algo de ayuda de Verónica.

Testeamos un par de veces, pero por supuesto no era lo mismo que tenerla frente a mí. El tiempo estaba pasando tan rápido, no podía creerme que ya tuviese tres meses trabajando para mi hermana.


Precisamente hoy recibí una llamada de Dallan informándome sobre el cumpleaños de Nadia y la sorpresa que le estaba preparando en su casa, me exigió que debía ir y antes de colgar me amenazo con no hablarme nunca más en su vida si faltaba. Casi quise reír por lo serio que dijo esto último.

Cuando el reloj marca las siete y treinta de la noche salgo de mi casa y me embarco en mi camioneta para pedirle a Bruce que me lleve a casa de mi hermana. Saco la cajita blanca con celeste de mi chaqueta y observo una vez más la pulsera de oro blanco con tres dijes que compre para ella. Estoy nervioso hasta la mierda y no entiendo el por qué. Es solo un pastel de cumpleaños. Bruce abre la puerta del auto para mi unos minutos después y bajo para adentrarme a la casa de mi hermana. Cuando abro la puerta su voz es la primera que se escucha.

— ¡Tío Lucas! —De un momento a otro lo tengo cargado entre mis brazos —. Pensé que no vendrías, Nadia está por llegar.

—Parece que llegue a tiempo, entonces. —Saludo a mi hermana y a su esposo —. Dios, estas muy pesado y grande.

—Y tu viejo. —Suelta una carcajada y baja de mis brazos sin dejar de reír —. Ya está llegando Nadia, tomen sus lugares. —Pide mi sobrino, me conduce hasta el sofá en la sala principal y al abrir la puerta todos gritan al unisonó:

— ¡Feliz cumpleaños! —Nadia brinca levemente en su lugar por la sorpresa y queda paralizada en el mismo. Su rostro no es uno lleno de sorpresa y alegría por lo que se ha encontrado al entrar, al contrario, parece aterrada y cuando Dallan corre hacia ella, trata de sonreír y cargarlo en sus brazos pero su fuerza parece fallarle.

Después de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora