Butterfly

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Dicen que el aleteo de una mariposa puede causar un desastre al otro lado del mundo. Si es así, que alguien haga el favor de matar a la que estaba causando el nuestro.

[...]

Tras llegar a Alexandria, Maggie, Tara y Rosita me acribillaron a preguntas, ya que les habían sorprendido nuestro abrazo y nuestras palabras. Todas ellas se resumen en qué siento por Daryl y qué hay entre nosotros. Una de esas preguntas la tengo clara, pero la otra no.

¿Qué siento por él? Si le pasara algo no sé qué sería de mí. Creo que eso responde a la pregunta.

¿Qué hay entre nosotros? Eso es algo que no puedo responder, porque realmente no hay nada. No hemos hablado nada. A lo mejor él no es un hombre de etiquetas, yo no es que las necesite. Pero siempre ayudan a dejar claras las cosas. Y en estos momentos claridad es lo único que falta en mi vida.

Después de que las chicas se contentaran con mis respuestas fui a darme una buena ducha. El agua caliente hizo que todos mis músculos se relajaran después de la tensión del día anterior.

No quiero recordar nada de lo que pasó allí, quiero olvidarlo todo. Me miro y no me reconozco, no era yo. La ira y la furia se apoderaron de mí. Pero ya estaba en casa, sana y salva.

No tardé mucho más en la ducha y tras ponerme el pijama fui a acostarme al sofá. Estaba tan cansada que en tan solo unos minutos cai en un sueño profundo.

Este se vio interrumpido a las 4 de la mañana por el rudio de una ventana abriéndose. Estaba oscuro y no veía nada, pero sentía cómo alguien se aproximaba hacia mí.

En ese instante se me cruzaron mil ideas por la cabeza. ¿Y si era algún salvador que había quedado vivo? O peor aún, ¿y si era Paula transformada en caminante viniendo a cobrar venganza? Vale, eso último es un poco ridículo.

Una mano me tapó la boca impidiéndome que gritara, pero al instante me relajé cuando escuché su voz.

—Soy yo. —susurra.

—Daryl, ¿qué haces aquí tan tarde?

—Necesitaba hablar contigo. —tras sus palabras me incorporo, quedando a su altura.

—¿Qué sucede?

—¿Por qué estás durmiendo en el sofá? —frunce el ceño.

—Todas las habitaciones están ocupadas.

—Vamos a mi casa, en el garaje podremos hablar tranquilamente.

Estaba nerviosa porque no sabía de qué quería hablar, no sabía que rumbo iba a tomar la conversación. Y no tener las cosas bajo control me pone ansiosa.

Una vez entramos al garage, me puse a observarlo todo. Nunca había estado aquí.

Su moto estaba aparcada a la izquierda, y a la derecha había una gran estantería llena de herramientas. Lo más extraño de todo es que también había un colchón.

—¿Por qué tienes un colchón en el garaje? —cuestioné.

—Antes me quedaba hasta tarde reparando la moto. Lo bajé para no molestar a Carol. —asentí.

Los nervios me estaban comiendo por dentro y a decir verdad su presencia hace que me tiemblen las manos.

—¿Estás bien? —me preguntó. —Creo que no hemos tenido la oportunidad de hablar bien en todo el día.

—Sí, claro, estoy bien. —tragué saliva e intenté sonreír.

—No lo estás. —se acercó un poco a mí. —¿Qué pasó allí dentro?

Just Survive Somehow | Daryl DixonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora