9 - El precio 🔞

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⚠️🚨 ALERTA 🚨⚠️
Capítulo con descripción del acto sexual.
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***Comienzo de Flashback Río de Janeiro - 1868

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Comienzo de Flashback
Río de Janeiro - 1868

En la habitación de huéspedes de la casa de Antenor, Esteban y María seguían disfrutando su amor. Él la giró y delicadamente y empezó a deshacer los nudos que sostenían el corsé de su vestido en sus espaldas. María respiraba agitadamente no sólo por la pieza de ropa de la que era lentamente desvestida, sino por entender bien el significado de ese momento. Pronto el corsé estaba en la cómoda detrás de María y su vestido bailaba seductoramente sobre su delicada piel evidenciando su cuerpo tan al alcance, dejando a fascinado a Esteban con la visión de sus senos tan atractivos bajo la tela del vestido. ¡Dios, cómo era hermosa!

Se acercó a María y la rodeó con sus brazos en besos calientes. Mirándola a los ojos, apartó el vestido por sus hombros que cayó en el suelo delante de él. María estaba desnuda de la cintura hacia arriba, apenas tenía su intimidad y parte de sus piernas cubiertas por el calzoncillo. Ella amenazó con llevar los brazos a los senos para taparse, muy avergonzada, pero Esteban la detuvo.

— Eres hermosa. La más bella de todas las mujeres del mundo. Permíteme contemplarte. Permíteme admirar a tu belleza.

Él la tomó por la mano y la condujo lentamente hacia la cama. La miró como una aparición, como si ese momento fuera una fantasía, tan maravilloso que lo sentía que no podía creer que fuera real. Se quitó la ropa y la acostó sobre la cama. Comenzó a besarla ya a acariciar sus senos haciendo que María sintiera que el equilibrio se le escapaba aunque estaba recostada. ¿Qué sensación es ésa? No lo sabía, pero sabía bien que no quería que se detuviera. Con el pulgar Esteban circundaba el pezón de su pecho y María comprimía los gemidos que aquel contacto le provocaba. Esteban bajó sus manos y con sus dedos empezó a estimular su feminidad como lo había hecho en el carruaje por debajo de los calzoncillos que aún la cubrían.

María soltó sus primeros gemidos de placer tan pronto como la tocó con el dedo. Esteban se dio cuenta que su intimidad estaba húmeda y, en sus gemidos, que le proporcionaba placer, algo que lo excitó. Él entonces ya no pudo detenerse, le quitó sus calzoncillos y empezó a besarla en todo el cuerpo haciendo que María se arqueara y tuviera la sensación de desvarío que, al mismo tiempo que dejaba en éxtasis, la desesperaba por no entender que es lo que se sucedía con su cuerpo.

Esteban circundó a su pezón rosado con sus labios y con su lengua hacía movimientos que le quitaban la razón a María. A cada aspirada que daba en su pezón rígido por el estímulo, María soltaba un gemido desesperado. Ese sonido dejaba deslumbrado a Esteban y él sentía que su boca había sido hecha para darle placer a María.

Empezó a bajarse con su boca besándole el vientre, el ombligo, atizándola y provocándole escalofríos en el cuerpo con su lengua hasta alcanzar su intimidad empapada de deseo. Su lengua se expandió por entre sus paredes que se contraían y María perdió el control de sus piernas que a veces envolvían involuntariamente la cadera de Esteban que trataba de hacer que ella encontrara el ápice del placer.

El marido que me compréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora