38 - ¿Quién es su padre?

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***A pesar de atacar a María algunas veces y de acusarla de ser amante de Gerardo, cuando tomó la decisión de seguirla y descubrir su secreto, no estaba preparado para encontrarla con otro hombre

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A pesar de atacar a María algunas veces y de acusarla de ser amante de Gerardo, cuando tomó la decisión de seguirla y descubrir su secreto, no estaba preparado para encontrarla con otro hombre. ¿Y si ella estuviera realmente con Gerardo? ¿Y si los dos mantuvieran una relación y ella lo estuviera engañando? ¿Y si María no fuera la mujer honrada y digna que él creía? El miedo se apoderó de Esteban y él, bajó del caballo y se quedó fuera de la casa observando durante algunos minutos.

Quería sorprender a María, que ella no tuviera tiempo de escaparse o inventar otra mentira por eso, decidió esperar un tiempo antes de entrar.

En el interior de la casa, María cargaba a Isabel como si esa niña fuera su puerto seguro después de sentir que el mundo se le escapaba con una discusión tan fea con Esteban. Con 1 año y 5 meses, la pequeña, ajena a la seriedad de los problemas de sus padres jugaba con los cabellos de su mamá y balbuceaba deliciosamente la palabra más maravillosa del mundo para María:

— Mamá, mamá.

María la abrazaba y besaba llenándola de cariños estrechándola entre sus brazos. ¿Cómo una persona tan pequeña podía haberse convertido en todo su mundo? Pensando bien, su historia con Esteban no podía haber sido tan mala si le había concedido el regalo más hermoso de ese mundo: convertirla en la madre de Isabel.

Después de algún tiempo si dio cuenta que su hija tenía hambre, era la hora de su comida. Estuvo mucho tiempo en la habitación, absorta en el contacto con la niña sin darse cuenta de todo lo que pasaba. Buscaba hacer que el tiempo que tenía con ella fuera de calidad ya que no podía tener la pequeña a su lado todo el tiempo. Cuando estaba con Isabel, sólo la niña le importaba.

Al mismo tiempo, estar con ella representaba la oportunidad de sentir un poco de alivio de tanto dolor y amargura en su vida. Isabel era lo que le daba equilibrio, fuerza, fe. Se dirigió a la sala cargando la niña y, en medio del pasillo, comenzó a hablar con la voz cariñosa:

— Caroliiiiina. ¿Dónde está la comida de esta princesa? Isabel tiene ham... — No logró a terminar la palabra al encontrarse con Esteban parado en medio de la sala. — ¿!Esteban!? — dijo su nombre llena de espanto.

En la habitación, ni siquiera se había dado cuenta que alguien había tocado la la puerta y que Carolina la abriera sin sospechar nada.

— Nunca me dijiste a dónde venías todos los días. Decidí saberlo por mí propia cuenta. — dijo triunfante. — ¿Quién es este bebé? ¿Qué vienes hacer todos los días en esta casa?

— ¡Mamá... mamá! — dijo Isabel pidiendo comida a María.

— ¿Mamá? — Esteban le preguntó espantando. — ¿Eres la madre de esta niña, María?

María no sabía qué contestar, estaba totalmente desconcertada. Jamás esperaba tener aquella sorpresa en aquel momento, no estaba lista para revelar la verdad para Esteban, quizás nunca fuera estar.

— Es que... Bien. — dijo tartamudeando. — Carolina, ella quiere comer.

María dijo haciendo mención de entregar la niña a Carolina, pero Isabel se agarró al cuello de María y empezó a llorar.

— ¡Noooo!! ¡Mamá, mamá!

María la cargó tratando de calmarla.

— Tranquila, hija, tranquila. Carol te dará tu almuerzo. Ve con ella, ve.

Isabel se calmó un poco y Carolina pudo cargar la niña y llevarla hacia la cocina. Estaba armada la escena. Esteban se quedó perplejo en medio de aquella sala imaginando mil y una cosas. Si María tenía una hija, quién era su padre? ¿Podría ser suya? Pero, si era suya, ¿por qué nunca le dijo nada? ¿Tenía María construido otra familia y lo estaba engañando todo el tiempo? No entraba en su cabeza por qué. Por qué María escondería a una hija y durante tanto tiempo.

— Creo que vamos a tener una larga conversación. — Le dijo cogiendo su sombrero que estaba colgado. — ¡Vamos a la casa!

— ¡Hablaremos aquí mismo! — ordenó María. — Siéntate.

— ¿Y quién me garantiza que el padre de esta niña no va a entrar por esa puerta y pedirte satisfacciones de por qué estoy aquí? Al fin de cuentas este es un lugar que siempre me has ocultado y a lo que no le pertenezco. ¿Quién me garantiza que no hay otro hombre tan engañado como yo? — Esteban la atacó.

— ¡No seas patético, Esteban! Ningún hombre vive en esta casa. Aquí sólo viven Isabel, Carolina y una empleada.

Esteban entonces volvió a colgar el sombrero y se sentó en el sofá.

— ¡Te escucho! Estoy esperando la explicación que me vas a dar. ¿Por qué no me dices nada? ¿No puedes inventar una excusa convincente en tan poco tiempo? ¿No sabes cómo lidiar con el hecho de que descubrí tu mentira? — él estaba mortalmente herido. Sentía que, en ese momento sí, perdía María para siempre. — Tú vas o no me contestar. ¿Eres la madre de esta niña?

— ¡Sí, Esteban! — reconoció María. — No voy a negarlo porque no hay nada que me dé más alegría y orgullo en esa vida. ¡Yo soy la madre de Isabel! Ella es la cosa más hermosa de mi vida.

— ¿Y hablas así con esta naturalidad, como si no fuera nada? — Le reclamaba más ofendido que si hubiera descubierto una traición con otro hombre.

— ¿Qué quieres que te diga? Antes de mí, has tenido un pasado ¿no? Un pasado muy complejo y... sucio podemos decir, ¿no es así? — María lo insultó.

— ¿Y tú eres la que me va a hablar de inmundicia? — Él no creyó en su descaro. — Una hija, María, una hija. — repetía descrente.

— ¡No se refiera así a Isabel! Si hay una persona que yo no voy a permitir jamás que sea atingida por la suciedad de esa sociedad es mi hija! Isabel no es una inmundicia, ella es un niña que va a ser feliz y yo soy capaz de hacer todo, cualquier cosa por la su felicidad. ¡Lucho en contra de quien sea! ¡De quien sea, Esteban! — ella le dijo acercarse a él y mirándolo a los ojos.

— Sobre tus métodos de lucha... Yo los conozco muy bien, y ya no me importan. — la despreció. — Ahora quiero que tú me contestes una pregunta. Una pregunta que tengo derecho a conocer la respuesta. Creo que yo no soy su padre porque si así fuera, no me la habrías ocultado, así que contéstame. ¿Quién es el padre de esta niña, María? ¿Quién es el padre de tu hija?

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El marido que me compréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora