Camille Brown
Todos juntos salimos de forma rápida de aquella habitación, ya que Chris, Luke y yo estabamos un poco mareados.
Mi madre nos guía por él pasillo, luego cruzamos una de las puertas. Es cierto lo que decia Luke, parece un hospital, todo esta de blanco y gris y tiene un olor peculiar a alcohol.
De repente escuchamos una alarma, las luces blancas se tornan rojas.
—Se muy bien que es difícil pero necesito que corran más rápido.
Dice mi madre. Tomó fuerzas y corro un poco más rápido intentando olvidar las punzadas que da mi cabeza.
Cruzamos por un puerta y continuanos corriendo. Mi pecho se comienza a oprimir por la falta de aire, necesito descansar. Me detengo y coloca una de mis manos en la pared para poder mantenerme de pie.
Siento como al aire deja de llegar a mis pulmones haciendo que mi vista se vuelva borrosa.
—¡Camille!
Grita Luke cuando nota que no estoy detrás de ellos.
—Luke.
Es lo único que susurro antes de desmayarme.
(...)
Escucho voces a mi alrededor. Como puedo abro los ojos y noto que estoy de nuevo en una habitación pero esta es más pequeña.
Veo a mi madre sentada en él suelo mientras conversa con Luke. Busco a Chris por todos lados pero no lo veo. Trato de moverme pero unas cadenas en mis muñecas me impiden hacerlo.
Cuando muevo las cadenas mi madre y mi hermano me miran.
—¿Que paso?
Pregunto, ya que lo último que recuerdo antes de desmayarme es que estábamos escapando, pero es obvio que no lo logramos.
Mi madre se levanta del suelo y se sienta junto a mi en la cama.
—Cuando tratamos de ayudarte ya era muy tarde. Y ellos noa atacaron.
Suelto un jadeo cuando sus manos frías acarician mi mejilla.
—Solo quiero saber la verdad.
Susurro, sus ojos marrones me miran con un brillo de tristeza.
—Claro que te voy a contar toda la verdad. Ya es hora.
Luke se acerca y se sienta junto a mi. Mi madre se acomoda y queda justo enfrente de nosotros dos.
—Todo empezo hace cien años, yo vivia en una aldea muy pequeña en las afuera de Moscú. Cuando cumplí quince años aquella aldea fue atacada por cazadores y muy pocos quedamos con vida. Los sobrevivientes pudimos huir y encontramos otra aldea.
«Cuando cumplí mis dieciocho años decidi dar una vuelta en el bosque que había cerca. Alli encontre a un chico, estaba muy herido cuando trate de acercarme el se alejo, como si yo fuese una amenaza. Le dije que no le haría daño, pero eso no cambio nada. El me seguía temiendo. Cuando le mostre algunos de mis poderes se tranquilizó y dejo que lo ayudará.
«Tome un pedazo de mi vestido y lo envolví en su muslo. Cuando sane sus heridas más leves me dio las gracias y se fue. En ningún momento me dijo su nombre.
«Al otro dia volví al bosque, con la esperanza de verlo de nuevo y haci fue, me encontre al mismo chico, pero estaba mucho mejor, ya no tenia heridas. Me dijo que se llamaba William y desde ese día durante un año completo nos veíamos a escondidas en el bosque, siempre a la misma hora.
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ÉL NO ES UN MOUNSTRO
Genç Kurgu-Ninguna vida es perfecta, todos tenemos heridas, no visibles ante todo el mundo. No se como diablos ella pudo ver algo de esperanza en mi. -La vida tiene una jodida manera de hacerte sufrir de la manera más dulce, así fue con él.