ESPECIAL 2K

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Llegó atrasado pero, eh, al menos llegó. Mejor tarde que nunca. Lávense las manos y tomen mucha agua xdxd.

Antes que nada quiero aclarar que este especial ocurre dentro del universo de la historia, pero no necesariamente tiene relación ni consecuencias con la misma, por lo que no tendrá repercusiones entre los personajes ni será parte de la memoria de ellos. Al menos, no que se sepa ;)

Sin más dilación, ¡comencemos!

Era pleno mediodía, el momento en el que el sol debería estar en su punto más alto y brillar con más intensidad, no obstante el día era nublado y ventoso, además de húmedo y oscuro.

"Un día perfecto para no hacer nada..."

Soltaste un sonoro y largo suspiro que retumbó por el silencio y el vacío de tu hogar. Estabas sola a los 9, seguías sola a los 14, así que a los 15 años, también estarías sola.
De todos modos, solo era un cumpleaños, no era nada especial, solo otro día más en el calendario, otro día que papá no iba a estar contigo.
No se escuchaba ni un solo sonido desde los apartamentos de al lado. No se escuchaba nada en todo el piso, y te atreverías a decir que tampoco se escuchaba nada en todo el edificio, lo cual era extraño. Normalmente, a estas horas mínimo escucharías los cánticos de tu vecino pelirrojo tomando un baño después de una ruidosa mañana de ejercicio, o los gritos y pisotones de los padres de Akihito, el muchacho del piso 12, que vivía todo el día aguantando las discusiones de sus padres por el problema de alcoholismo de su progenitora y las salidas a clubes nocturnos del esposo de esta.
Pero ese día todo estaba en silencio, y por un momento pensaste que todos se habían muerto o algo por el estilo, pero ese pensamiento se esfumó al oír tres golpes consecutivos en la puerta.

-Ya voy...- te levantaste de la cama y te calzaste con tus pantuflas rosas y te acomodaste un poco los pantalones deportivos y la remera, sin preocuparte mucho ya que a estas alturas el edificio entero debe haberte visto un mínimo de 37 veces dando vueltas en pijama por toda la construcción. Al abrir la puerta te sorprendió el ver al portero, vestido de camisa y zapatos, sobresaliendo las llaves de su auto del bolsillo de su pantalón- ¿Diga?

-Por favor acompáñeme, señorita Akaneru.

-¿A qué?- inquiriste encorvando la espalda y clavando tus ojos **** en los de él.

-Es una sorpresa- dijo sonriente, caminando ya hacia el ascensor y llamándolo- Venga, por favor.

Rodaste los ojos y te adentraste al prisma metálico soltando bufidos y maldiciones porque a este tarado había interrumpido tu día improductivo de cumpleaños. El hombre presionó el botón de garaje y el elevador comenzó a descender hasta ese piso que se encontraba bajo tierra, unido a la superficie por una rampa por la que entraban y salían los autos de los inquilinos, pero al llegar te sorprendió ver que el lugar estaba totalmente vacío.
Atónita, mirabas a todas partes buscando un mínimo rastro de alguien o algo, encontrándote sólo con una cucaracha muerta en una esquina del estacionamiento. Algo andaba mal

-Suba- indicó el portero. Caminaste con tus pantuflas, ya con la suela sucia, hasta el auto gris del mayor y te sentaste insegura en el asiento de atrás. No descartabas de la idea de un secuestro, después de todo, no había nadie en el edificio además de aquel hombre, que saludaba y despedía a todo el que cruzara las puertas principales, y tú- No se preocupe, no es un secuestro ni nada por el estilo- aclaró él arrancando el motor, pero eso no te tranquilizó.

"¿Y si se cansó de su odioso trabajo y ahora quiere deshacerse de todos los inquilinos? ¿¡Dónde está el casero!?"

Mirabas por la ventana del coche, memorizando el camino y reconociendo las calles. De ninguna manera ibas a dejar que algo te sucediera. Si tenías que aplastar el vehículo con el hombre adentro lo harías. Frenó de repente frente a un establecimiento particular: un salón de alquiler cuyo letrero ponía que se llamaba "Party Hard". Oh nononono, conocías el juego. En él eras un asesino que debía matar a todos en una fiesta. Divertido, ¿verdad? No cuando no eres el asesino.
El portero te indicó bajar y cubrirte los ojos con tus manos, cosa que, con desconfianza, hiciste. Te tomó por los hombres y te guió adentro, cerrando la puerta tras de sí.
Por entre tus dedos no se colaba ni un solo rayito de luz.

Mi Vecino Pelirrojo [DISCONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora