Capítulo 13

2.1K 248 130
                                    

Junto con el ascenso del sol, abriste tus párpados, que aún pesados, se dignaron en mantenerse abiertos, permitiendo que tus ojos viajen por tu habitación como si nunca la hubieras visto. Te levantaste sin ganas, calzando las pantuflas, las cuales oraban por que te deshicieras de ellas, en tus pies. Al pararte, te sentiste mareada, te tambaleaste hasta tu balcón y diste una gran bocanada de aire fresco.
Tres... Dos... Uno... Vomitaste.
La bilis de tu hígado, combinado con la cena del día anterior, que habías disfrutado por primera vez con tu padre, se acumuló en tu garganta hasta que fuiste incapaz de contenerlo y lo liberaste, asomando la boca por fuera del balcón, sosteniendo con fuerza la barandilla.
Cuando creíste que ya había salido toda la cena, vino el almuerzo y luego el desayuno del día anterior. Creíste que habías expulsado hasta la cena de tu sexto cumpleaños. Miraste asqueada la mancha del repugnante líquido en el césped del patio compartido, sabiendo que tendrías que limpiarlo. Sentiste el ventanal de al lado abrirse con lentitud, de donde un adormilado Eijiro se asomó.

-¿_____-chan?- con su pijama de tiburoncitos y rascándose la cabeza, observó confundido el temblar de tus brazos al sostener el barandal, por lo que se preocupó bastante- ¿Te encuentras bien? ¿Te sucede algo?

Por tu parte, mantuviste tus ojos clavados en la mancha que se veía 11 pisos más abajo, y sin decir nada, volviste a entrar a tu apartamento bajo la preocupada mirada del pelirrojo, llenaste un latón con agua, volviste al balcón y lanzaste el agua hacia abajo.
El impacto de tantas sustancias en la tierra dejó un hoyo pelado de pasto, pero al menos dispersó el vómito. Kirishima entendió lo que sucedía y, aún derramando preocupación, saltó de su balcón al tuyo. Aún en tu nube de malestar estomacal, lo miraste durante un milisegundo, antes de caer al piso y vomitar de nuevo, esta vez en el latón.

Eijiro se agachó a tu lado, sobandote la espalda con delicadeza, indeciso en cuanto a qué hacer. Te observó en ese estado tan deplorable e indefenso, completamente opuesto a la faceta badass que solías mostrarle, y comprendió que tu también tenías esos altibajos de la vida cotidiana. No es que no lo supiera de antes, pero casi nunca te había visto enfermar, mucho menos a este punto, en el que eras incapaz de hablar ya que estabas demasiado ocupada asegurándote de no expulsar nada más.

-¿Te sientes mejor?- quiso saber una vez que te vio más calmada a la vez que sus caricias se volvían más afectivas y lentas. No supiste responder, solo te sumergiste en el mar de caricias que te proporcionaba el chico, recordando a la persona que alguna vez te había tratado con la misma calidez.

Su mano viajó de la zona alta de tu espalda a tu hombro y luego a tu nuca. Te sentías como un gato siendo mimado por su dueño, y ¿lo peor? Te sentías a gusto. Torciste suavemente la cabeza hacia el lado de Eijiro, quien apenado posó su mano en tu mejilla y te acercó para que te apoyaras en su pecho mientras el te abrazaba y seguía sobando tu espalda y tu nuca.
Tu respiración agitada se fue calmando, y tu mareo se reemplazó por un tenue dolor de cabeza.
Fue ahí cuando saliste del trance, alejándote de forma un poco brusca del invasor de tu balcón. Te levantaste y pusiste un pie en tu habitación, para enseguida voltear la cabeza y murmurar un cansado "Olvida que esto ocurrió", queriendo salvar tu perfil impenetrable.
Pero pocos segundos después volviste a darte la vuelta, mirando con mucha menos fiereza al contrario, quien continuaba sentado en el piso, mirándote sin saber que hacer, y murmuraste un suave "Gracias", para finalmente entrar a tu cuarto, cerrar el ventanal y prepararte para ir a la academia.

-De nada- enternecido, Kirishima sonrió con dulzura y regresó a su apartamento con el mismo salto de antes.

Mi Vecino Pelirrojo [DISCONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora