Capítulo 12

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Tras pedir un almuerzo simple, te sentaste en una mesa cualquiera junto a Satoru y Naoka, aún conversando de cosas triviales para un trío de aspirantes a héroes. Tú eras la más callada, incomodada y confusa ya que no solías interactuar con las personas. En general, no habías tenido amigos, al menos no desde que el rumor de que tu kosei podría matar a alguien comenzó a difundirse por tu escuela, pero ni siquiera tú misma estabas segura de los efectos de tu don en los seres vivos.
Observaste a tus dos "amigos", si es que eso se consideraban de ti, riendo juntos, el ojigris con grandes ánimos y la peliplata con más delicadeza y timidez, ambos inconscientemente calmando un poco tu desorden mental. Querías ser así también.
Tu mirada se desvió de ellos al oír una risa sonora y feliz, una risa preciosa. Tus orbes **** bailaron por todo el comedor en busca del emisor de aquella bella música, parando en la brillante sonrisa de Eijiro. Lo observaste unos segundos, siendo tan feliz como nunca lo habías visto, y pensaste que cuando no estabas cerca, el siempre era así, y que tu hacías desaparecer la curvatura de sus labios y muteabas su risa.

Te sentiste mal.

Luego recordaste algo.

Y todo te pareció horrible de nuevo.

"Desagradable", pensaste

El resto del día no fue nada especial. No pasó absolutamente nada, quizás porque tu no dejaste que pasara nada.
El timbre del final de la jornada te ensordeció, guardaste tranquila tus cosas y, despacio, caminaste a la salida de U.A.
Evitaste cruzarte con cualquiera de los mosquitos que te seguían a todos lados, y una vez sola, respiraste profundamente.

Por el vacío de tu mente se paseó la risa de Kirishima. Agitaste el cráneo con fuerza, rehusandote a permitir que él estuviera en tus pensamientos.

-¡_____-chan!

"El mundo me odia" .

-¡_____-chan!- el pelirrojo llegó trotando a tu lado, respirando entrecortadamente. No volteaste a verlo- Creí que no te alcanzaría. ¡No es de hombres dejar que una señorita vaya sola a casa, ¿sabes?!

Le dedicaste una pequeña mirada que lucía enfadada, pero en realidad solo era una mirada de confusión. ¿Desde cuando decía esas tonterías? ¿Tanto había cambiado?

"¡El combo perfecto para romperme las bolas que no tengo!" .

Kirishima pasó saliva, tal vez nervioso o incómodo, y llevó su vista al frente, igual que tú.
Caminaron sin decir palabra hacia el hogar de ambos, en un silencio indeciso, que no sabías definir como agradable o repugnante. De vez en cuando, podías sentir que los ojos de Eijiro se precipitaban en tu dirección durante un instante, como queriendo asegurarse de que estabas ahí. No comentaste nada al respecto, preferías ahorrarte la lengua. Las únicas palabras que se pronunciaron en todo el trayecto, eran de los demás transeúntes y del saludo del portero del edificio, el cual fue devuelto por el ojirubi.
Subieron en el ascensor, y abrieron con sorprendente coordinación las puertas vecinas. Mientras ingresabas a tu apartamento, otra vez notaste al muchacho mirándote, cersiorandose de que finalmente estuvieras segura en tu casa, justo junto a la suya.
Cerraste de un portazo, sumergiéndote en tu mundo, mientras tu vecino pelirrojo sonreía ante la calma que pudo finalmente ver en tu rostro.

Mi Vecino Pelirrojo [DISCONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora