Capítulo 18

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Esa noche te quedaste dormida entre lágrimas. Despertaste a la mañana siguiente con los ojos hinchados y rojos, y el rostro desfigurado por el llanto. Te vestiste desganada y en total silencio, ni siquiera tu mente formulaba un pensamiento concreto, todo estaba sumergido en un silencio increíblemente triste.
No tenías ganas de desayunar, así que tomaste tu mochila y saliste de casa. Desde dentro del elevador, Eijiro te observaba cerrar la puerta mientras mantenía el ascensor abierto para ti. Notó tu desgano y quiso preguntar, pero se cayó al pensar que tal vez no era la persona indicada para hacer tales interrogantes. Le desesperó que no le dirigieras la palabra ni siquiera para insultarlo, y que no le miraras el cabello teñido como te había atrapado haciendo los últimos días.

Al final, aunque quisiera, no pudo callarse a si mismo.

-¿Estás bien?- se golpeó mentalmente por esa pregunta tan tonta. La noche anterior te había escuchado llorar por primera vez, ¡por supuesto que no estabas bien!

Por tu parte, no respondiste, es más, diste un paso a la izquierda para alejarte de él, sin quitar la mirada de tus zapatos como si éstos fueran la cosa más interesante del mundo, y te pasaste la manga por los ojos para eliminar las lágrimas que amenazaban con salir nuevamente.
De verdad que te habían destrozado.

Kirishima te miró con pena, moviendo sus brazos de forma extraña, como si se le hubiera olvidado como dar un abrazo, o simplemente no se atreviera a dártelo.
Tampoco querías que te abrazara. En estos momentos no querías nada de él, y te maldijiste por no haber tomado las escaleras.

Al abrirse las puertas, te apresuraste en salir del edificio, dejando atrás al ojirubi que, por primera vez, no insistió en perseguirte. Entendió que a lo mejor necesitabas un momento a solas para reflexionar y que el consuelo podía venir después.

Llegaste a U.A., te escabulliste a tu salón y te sentaste silenciosamente entre los dos rubios de la clase, esperando a que la clase comenzara y te ayudara a olvidar el tema por un momento.

[...]

Llegada la tarde y el comienzo de la jornada de heroísmo, tus pensamientos estaban más ordenados y tranquilos. Te sentías capaz de soportar la emoción que te traían las actividades de Aizawa, y la ocasional aparición de All Might.
Ahora, respirabas profundamente sintiendo el traqueteo del autobús que los llevaría a la denominada U.S.J. para un entrenamiento en desastres naturales. No había nadie sentado a tu lado, en otras palabras, te sentaste lejos de todos para asegurarte de que nadie te molestara mientras pensabas.
¿En qué pensabas exactamente? En lo ligero que se sentía tu traje de héroe aún cuando el equipo de U.A., sin preguntártelo, había reemplazado los cinturones por cadenas de tungsteno. Realmente no entendías como un metal como ese podía ser tan liviano, pero estaba bien, después de todo el cuero no era de mucha ayuda contra ciertos dones, y un metal resistente tanto a la presión como a altas temperaturas te podía servir muchísimo más. Jamás se te habría ocurrido. Habías descartado la idea al pensar que el peso te dificultaría moverte, pero vaya sorpresa el saber que era así.

Eraser Head los guió por la Unidad de Simulación de eventos Jamás esperados hasta encontrarse con Trece, la heroína espacial especializada en rescates, parada frente a ustedes con su holgado traje de astronauta.

-Esta es la Unidad de Simulación de eventos Jamás esperados, o U.S.J. para acortar. Aquí recibirán entrenamiento de rescate contra desastres naturales- la explicación de Trece fue interrumpida por el vagabundo, quién junto a ella se apartó para discutir algo inaudible para ti.

Mientras tanto, tu conocido pelirrojo se te acercó para hablar contigo, siendo interrumpidos por la repentina abertura de un enorme portal negro del que comenzó a emerger una gran cantidad de villanos que se aproximaban a ustedes. Entre todos ellos el que más resaltó ante tus ojos, fue un hombre de cabello celeste, con manos sosteniéndose de sus brazos, cara y cuello. Su presencia, aún a la distancia, te causaba un escalofrío terrible.
Los dos profesores aclararon que esto no era parte de ejercicio, y Kirishima, al entender la situación, se puso frente a ti con intensiones de protegerte.

Y eso te hizo sentir mal.

Porque si hubieses sido tú, no sabrías si hubieras tenido el coraje de protegerlo a él de la misma forma que él siempre había hecho contigo, incluso si te negabas a darte cuenta.

Mi Vecino Pelirrojo [DISCONTINUADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora