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Acomodé el reloj que rodeaba y decoraba mi muñeca izquierda una vez que acabé de quitarme mi incómodo vestido entallado al cuerpo, el típico modelo de vestidos que sólo utilizaba para juntas importantes, y me vestí por los jeans negros, mi blusa holgada de tiras básica, mis botas y tomé el radio que mi escolta personal me extendía sin voltearse a verme.
Luego de apagar mi teléfono, bajé del Mercedes con mi bolsa de marca en mi brazo.
-Ya me extrañaba que no estuvieras consintiendo al mandilón de Alfredo.
-¿Cuánto tiempo hace que él regresó de tu casa?-Iván el hermano mayor de Alfredo, codeó a su hermano menor, Ovidio a la vez que se reían cómplices de poder molestarme.-Creo que batieron récord, más de ocho horas separados.
-Por eso debe andar de histérico.-Comentó Ovidio cruzado de brazos y sin prestarme atención, por lo que tomándolo desprevenido, golpeé con mi puño la boca de su estómago. El pelinegro escupió el aire de sus pulmones con un jadeo a la vez que se retorcía y su medio hermano se le burlaba.
-¿Dónde anda mi amor?-Ingresé al interior del rancho de mi mejor amigo, subí mis lentes de sol hasta mi cabello y giré sobre mis pies en busca de la presencia de Alfredo, algo que extrañamente no encontré.
-Se metió con una morra a su oficina hace como dos horas y desde ahí no han salido.-Respondió el mayor con simpleza, sin tener en cuenta como eso me afectaría a mí.-Ups ¿Dije algo malo?
Alcé mis cejas asintiendo. ¿Cómo podía ser posible que Alfredo me hiciera venir hasta aquí, me hiciera dejar de lado mi trabajo, mis pendientes y tuviera el descaro de traer a una de sus prepagos a aquí? Donde obviamente nos veríamos.
-Oye Mía, no subas así, tranquila.-Hice caso omiso a los intentos de mis amigos por detenerme y subí apresurada las escalera hasta estar frente a la puerta de la oficina, aunque volví sobre mis pasos, tomé una de las tantas Glock que Alfredo tenía escondidas por la casa para más seguridad según él y volví hasta donde supuestamente se encontraba él y su vieja barata.-Mía baja eso.
-¡Jesús Alfredo Guz...!-Fruncí el ceño y baje el arma al notar que mi mejor amigo simplemente estaba sentado en su silla leyendo los papeles que estaban en sus manos.
-¡Baja esa pistola pinche loca! ¿Qué te sucede Mía?-Alfredo vino hasta mí apresurado, me tomó por la cintura y dejé que me quitara el arma de mis manos, mientras, me abracé a él haciendo un puchero con mis labios.
-Esos dos idiotas e dijeron que tu estabas con... con...-Simulé tener una arcada provocando que él riera mientras besaba mi cabello.
-Son unos pendejos. ¿Quieren que mi princesa me mate acaso?-Iván intentó protestar pero Alfredo lo interrumpió al momento de lanzarles el arma por el aire.-Guarden eso de dónde sea que lo sacó y déjennos a solas.
-Sólo por favor no grites mucho, Mía ¿Sí? Antes de anoche me dejaron bien traumado.-Ovidio salió de la oficina a la vez que rascaba su nuca, Iván asintió frenéticamente apoyándolo y más tarde se largó él también.
-Vente para aquí mi amor.-Mi atención se desvió de la puerta cerrada cuando las manos de Alfredo rodearon mi cintura atrayéndome hacia él que estaba sentado al borde de su escritorio, me puso entre sus piernas y besó nuevamente mi cabello. Me di la vuelta pasando mis mano por su pecho y dejé un beso en la punta de su nariz.-¿Pero qué son esas cosas mija? Dame un buen besote.
-Que el buen besote te lo den los guaruras que me enviaste a la junta, Alfredo. ¿A ti te parece estarme controlando en reuniones tan importantes y confidenciales como lo era la que tuve hoy?
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Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADA
FanfictionAmbos son poseedores de cargos de suma importancia en sus trabajos, portan apellidos de renombre y prácticamente también tienen toda una vida vivida y compartida a la par del otro, porque lo que los demás dijeran o manifestaran pasa a un segundo pla...