Jugué una vez más poniendo la huella de desbloqueo en mi teléfono, haciéndolo por quinta vez seguida. Los nervios me carcomían por dentro. Ayer por la noche había sido la fiesta de presentación ante la sociedad de élite de la cual nos rodeábamos Rafael y yo constantemente debido a nuestro trabajo, hoy por la noche se celebraba una pequeña fiesta con su familia y amigos más cercanos de sus padres y yo no podía quitar esa tristeza y vacío que había en mi mirada.
En un momento de debilidad había cometido el enorme error de marcar el número de Alfredo. Ni yo sabía en qué estaba pensand o qué creía decirle al menos, pero para cuando me di cuenta de mi enorme estupidez y error ya era muy tarde. Alfredo había respondido, y aunque le corté inmediatamente, eso no quitaba lo que había hecho.
Me coloqué el par de pendientes que Margareth me había regalado tras anunciarle a México y a todo aquel que leyera la revista más vendida del país mencionado, mi compromiso con su hijo.
-¿Estás lista?-Rafael pasó su brazo por mi cintura y con la otra sostuvo el blazer negro que me pondría sobre mis hombros para que el escote de mi conjunto blanco y negro no llamara tanto la atención. Acomodé mi cabello rubio sobre mis hombros y asentí viéndolo a través del espejo.-Tus amigas ya están abajo.
-¿Mis amigas? Te dije que no era bueno que vinieran, Rafael.-Me quejé acercándome a la ventana de su cuarto para ver a los invitados en el jardín de la mansión en la que viviríamos Rafael y yo en un futuro.-Mira si por algún motivo alguien las reconoce.
-Todo está bajo control, Mia. Sólo invitamos a amigos nuestros, familiares y...
-Y conocidos de élite, lo cual sería aún más peligroso si se llega a saber que Alejandrina, Valeria y Yaneth están aquí.
-Te faltó Mercedes.-Canturreó saliendo de su cuarto.
Salí apresurada con la intención de seguirle el paso a mi ahora, lamentablemente, prometido, pero no llegué al pasillo cuando una mano cubrió mi boca, con algo taparon mis ojos y me tomaron por mi cintura arrastrándome hacia un lugar que desconocía.
Intenté gritar, patalear, defenderme o al menos hacerme escuchar por alguien que estuviera cerca, o por lo menos dificultar mi secuestro a quien sea que me hubiera cargado bajo su brazo y caminaba así como si no pesase nada.
Miles de escenas trágicas, opciones para mi muerte, enemigos que tenía mi padre y que se pudieran estar cobrando deudas conmigo pasaron por mi mente, sin embargo, todos esos escenarios fueron desechados cuando reconocí el perfume que había en lo que parecía, el auto al que me había metido.
-¡Alfredo te voy a matar pendejo!-Tras dejarme sentada en el asiento del carro, no perdí tiempo y me quité la bolsa que se me había puesto en la cabeza.
-Arranca en chinga Nicho antes de que éstos fresas se den cuenta.
-¿Qué crees que haces cabrón?-Intenté lanzarle una bofetada al hombre a mi lado pero fue en vano, entonces probé con abrir la puerta antes de que el carro lograra salir de la propiedad.
-Es en vano amor, tiene el seguro del niño.-Grité frustrada, sin poder creerme que el imbécil de Alfredo me estuviese haciendo esto.
-¡Vas a arruinar todo idiota! ¡Déjame bajar Alfredo!
-Vas a romper la manija de la puerta, bebé, deja eso ya.-Antes de que él pudiera detenerme entre sus brazos, intenté golpear con desesperación el vidrio de la puerta. Provocando que Alfredo me detuviera con fuerza mayor.
-Quédate quieta loca, te vas a dañar esa mano.-Murmuró en mi oído rodeándome con sus brazos, aprovechándose de mí y sentándome sobre sus piernas.
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Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADA
FanfictionAmbos son poseedores de cargos de suma importancia en sus trabajos, portan apellidos de renombre y prácticamente también tienen toda una vida vivida y compartida a la par del otro, porque lo que los demás dijeran o manifestaran pasa a un segundo pla...