15

4.1K 273 99
                                    


.Dos semanas después.

—¡No Luis no! Yo no pienso poner mi firma en ningún papel ni dar el sí en ningún lado si mi padrino no está en libertad. Y no me importan los rumores que se lleguen a dar.—Sentencié nuevamente mis argumentos para negarme a casarme con Rafael en la fecha acordada.

—¿Qué no entiendes que el escándalo mediático, los rumores y señalamientos en contra de nuestro gobierno, opacarán tu boda? Yo te doy mi palabra que cuando estén en su luna de miel yo saco a tu padrino, dame tiempo y discreción Mia por favor.

—¿Usted nunca oyó eso de no confiar en la palabra de un político sin antes ver acciones, o se olvida que usted y yo somos iguales? Conozco todas esas palabras y el tono para intentar convencer a las personas—Respondí dejándome caer en mi silla de escritorio y subiendo mis pies al escritorio de mi despacho centrándome en la llamada con el señor presidente.

—Ay Mia.—Él suspiró—Dame tiempo.

—El día de mi boda quiero a mi padrino en libertad en Australia sino no hay trato.—Finalicé cortando la llamada sin darle tiempo a replicar.

Fregué mis ojos con cansancio, me había pasado todo el día en mi despacho firmando y enviando papeles importantes y hasta haciendo cosas que no me correspondían pero sino estaba aquí ¿Dónde y qué estaría haciendo? Seguramente sola en mi rancho aburriéndome como una anciana sola y deprimida por no tener vida social.

—¿Qué estás haciendo tú por mi padre Mia Caro?—Sobresaltada abrí mis ojos y observé a la puerta donde estaban recargados Jesús, Cristal y Ovidio, éste último viéndome sospechoso tras hacer su pregunta.

—¿Y bien?—Me apresuró Cristal.

—Señorita Hernández—Bruna, mi asistente, llegó asustada y agitada.—Me fui imposible detenerlos.

—No te preocupes Bruna y tu—Señalé a Jesús y su arma en su mano seguramente para amenazar a mi pobre asistente.—Faja eso o guárdatela no sé. Pasen, gracias Bruna.—Me senté correctamente cuando ellos ingresaron.

—No me digas que detrás de los rumores estabas tu negociando por mi apá porque aquí mismo te meto dos plomazos Mia. 

—Oye, bájame esos aires de superioridad que yo también traigo arma y no tengo miedo a usarla.—Murmuré mientras bebía del tequila que tenía a mi lado.

—Bájenle los dos dos rayitas y explícanos qué significa lo que escuchamos.

—¿Qué escucharon?

—Todo y lo suficiente.—Respondió Cristal y suspiré, no me quedaba otra escapatoria que contarles mi trato sino quería que se pusieran de chismosos a investigar junto a Iván y todo acabara mal para todos.


(...)


—Debes decirle a Iván y Alfredo, Mia, no hay chance de que te dejemos casarte con ese pendejo.

—¿Qué Alfredo ni qué Alfredo?—Jesús negó lo que Cristal dijo levantándose de la silla y comenzando a caminar por mi oficina.—¡A papá hay que decirle! ¡¿Tu estás loca Mia?! ¡Si a los Guzmán les interesa tener a su padre en libertad que se preocupen y sacrifiquen ellos, no tu! No son unos pocos meses los que deberás estar con él ¡Son más de diez años! ¡Tendrás alrededor de cuarenta y dos años cuando te separes! ¿Eres consciente de eso Mia?

—¿Y qué más da Jesús? En treinta años no me fije ni en un hombre ni en una mujer, tengo en claro mis preferencias sexuales e igualmente no me gusta ni interesa nadie.—Me encogí de hombros fricando mi mentón en total calma.

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora