14

4.6K 294 74
                                    


—Ya Mia, perdóname.—Alfredo intentó tomar mis caderas y pegarme a su cuerpo pero lo impedí.

—No, salte Alfredo, eres un salvaje. ¡Mira como me dejaste el cuello y los pechos!—Dejé de verme al espejo y le enseñé lo obvio. Mi piel blanca estaba decorada, según él, por notorias, exageradas y traumantes marcas y moretones que no se irían por días.

—¿Cómo iba a adivinar yo que no era un chupete sino una quemadura con la plancha de cabello? ¡Tu me dijiste que hiciera lo que sea! Estaba que me llevaban los celos y tu sabes como soy, tu solita me rogaste que te cogiera.

—Hay mejores maneras de decirlo ¿Sabes?

—¿Y cómo? ¿Que tu fuiste la culpable de aquella feroz sesión de testosteronas en que las hormonas formaron parte del bello arte del beso al cuello y que le puso el sello a esa noche fenomenal que pasamos?

—¿Qué?—Él se carcajeó y se tiró de espaldas sobre mi cama.

—Sólo es una canción que escuché y no se me ocurría una manera más delicada para decir que te hice mía y que engañaste una vez más al pendejo ese de tu noviecito. Sólo que esta vez quedaron pruebas.

—Eres un imbécil.

—Pero bien que estas re que te re contra enamorada de este imbécil.

Dejé de pasar la brocha por mi cuello cuando sentí congelarme completamente en mi lugar al verlo verme con una sonrisa burlona desde el reflejo en el espejo.

—Estás equivocado. ¿En serio crees que si estuviera enamorada de ti estaría planeando mi boda con otro?

Pude notar como su sonrisa se borró en cuestión de segundos al igual que como tensó cada músculo que se podía observar a simple vista. Comenzó a verme de una manera más seria y casi fulminante pero terminó negando y volviendo a hacer su sonrisa con sorna.

Cuando Alf iba a hablar, tres toques en la puerta lo interrumpieron.

—Princesa ¿Estás aquí?—Mordí mis labios cuando la voz de mi padre se escuchó detrás de la puerta.—¿Puedo pasar?

—Ahí voy papá, me estoy cambiando—Mentí, en realidad estoy tapando los chupetes que me hizo Alfredo anoche pero eso no tienes por qué saberlo.

—Esto no se va a quedar así Mia, no sé qué tienes con ese fresón pero ten por seguro que tarde o temprano lo voy a descubrir y no me voy a rendir hasta volver a tenerte solo para mí. Porque tu hogar es conmigo y sólo conmigo, eres mía y sólo mía Mia.

—No eres más que un caprichoso, porque tu te quedaste sin la interesada esa no puedes venir a intentar destruirme mi relación.—Susurré igual que él ahora haciéndole frente, sintiendo sus manos acariciar mis nalgas acercándome a él y tentándome a querer probar sus labios al tenerlos tan cerca de mi boca.

—Eso es cualquier cosa menos una relación, tu eres más mujer mía que de él.

—¡Alfredo me botaste para que maduráramos e hiciéramos nuestras vidas por separado y ¿ahora me haces este planteo?!

—En fin... la hipocresía.—Abrí mi boca enojada de su burla pero no pude quejarme ya que me calló con un beso que no correspondí.

—Mia, princesa.—Canturreó papá al otro lado de la puerta recordándome que seguía allí.


(...)


—¿No vas a acercarte princesa?—Negué aún cruzada de brazos y viendo sentada desde arriba del techo de mi carro donde Alfredo me había subido cuando el pinche híbrido que papá había traído casi me come de un bocado.—Sólo es un ligre Mia, no te hará nada.

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora