25- Final 2/2

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| Último capítulo | Final Parte 2/2 |

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Alfredo

Miré con detalle una vez más a la pequeña en mis brazos. Su destino estaba echado y tenía dos salidas muy claras, o aceptaba el trato retorcido de éste doctor poco ético y -si bien jamás, nunca nadie llenaría el vacío que dejó mi hija en mí- que ayudaría a soportar y sobrellevar mejor éste dolor o dejar que lamentablemente fuera a caer a un orfanato, a su suerte siendo tan pequeñita e indefensa, con sus cabellos extrañamente de un color café rojizo, la forma de sus ojos parecidos a la forma de una almendra con sus orejitas pequeñas y su boca mediana acorde a su rostro, si se buscaban las similitudes, ahora de bebé, esta niña es idéntica a Mia.

—Encárguense de hacerle el cheque al señor.—Respondí embelesado con la bebé que dormía plácidamente en mis brazos.—Pónganle la ropita que debería llevar mi pequeña Mia y no quiero que mi mujer se entere de esto, sino todos ustedes se las verán conmigo.—Hablé con un tono fuerte y seguro de lo que decía. Tanto el doctor, quien sonreía como si hubiese cerrado el negocio más importante de su vida, y las enfermeras asintieron sin reprochar, después de todo todos recibieran alguna suma de dinero a cambio de esto, Mia jamás debería sufrir algo tan espantoso como lo que estoy sintiendo yo y esta niña se salvaría de un futuro incierto, teniendo todo con una familia que la amará incondicionalmente.

—Nunca te faltará nada.—Le susurré a la bebé quien abrió sus párpados somnolientos.—Y tu mamá nunca sufrirá, haría lo que fuera por ella.—Besé la pequeña e indefensa manito que rodeaba mi dedo pulgar sin alcanzar a completarlo y se la entregué a la enfermera más próxima, después de despedirme de mi niño, regresé a donde estaba mi familia, a comenzar con la mentira que esperaba y jamás se descubriera sino, perdería a la única persona por la que haría todas estas locuras para siempre, de eso estaba seguro.


(...)

En silencio ingresé al cuarto donde mi preciosa mujer se encontraba descansando, mientras que dos enfermeras traían las dos cunitas de hospital con Mio dentro, mi pequeña Mia venía dormidita en mi pecho. Besé su frente y con sumo cuidado la dejé en su cama, las enfermeras después de darme unas indicaciones salieron del cuarto y yo me giré para ver cómo se encontraba Mia, para mi sorpresa cuando lo hice ella ya me estaba viendo con sus ojos entreabiertos pero con una mueca de extrema seriedad, sólo rogaba que no estuviera tan enojada como para arruinar éste momento.

—Les dije que lo lograríamos.—Fue lo primero que dijo mientras se reincorporaba sin aceptar mi ayuda.—Pero como siempre por ser mujer y verme pequeña ninguno creyó en mí.

—Mia, amor, no digas eso, yo siempre creí en ti sólo que...

—No mientas, estos tres meses en los que estuvimos conscientes de los riesgos de esto fueron un castigo para ti y una tortura para mí.

—¿Por qué dices eso princesa?—Mi voz se había entrecortado y sentí mi cuerpo temblar, estaba aguantando tantas cosas, tenía un profundo dolor y vacío en mi pecho que si Mia seguía calando con sus palabras duras en mí no podría soportarlo.—Sé que me comporté como un estúpido hoy pero...

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora