Un mes después
Sacudí nerviosa mis manos viéndome al espejo que Valeria había traído desde su salón de belleza a mi departamento para que probáramos nuestros maquillajes. Me volví a ver asegurándome de que éste fuera el correcto para el día de mi boda y el de mis damas quedara perfecto.
—Sí, me encanta.—Afirmé provocando que Valeria aplaudiera contenta mientras me entregaba una toalla húmeda para desmaquillarme.
—¿No haz hablado con mi hermano?—Preguntó Alejandrina haciendo lo mismo que Yanh, Mercedes y Cristal. Negué.
—Desde que discutimos ayer así de feo no me ha llamado ni ha venido a pedirme perdón. Y osea, le dije—Me senté sobre la cama de espaldas a la puerta del cuarto del penthouse.—Wey pídeme perdón porque quiero hablarte ¡y no me respondió!
Recordé enojada la fuerte discusión que habíamos tenido cuando me insistía en que no me podía casar con Rafael después de que me engañara. Él decidió ponerse en modo de niño pequeño, celoso y caprichoso y me había ignorado.
—Tal vez y está nervioso, no todos los días tu mejor amiga se casa.—Intentó consolarme Cristal.—Y además con el guapísimo del futuro presidente.—Alejandrina bufó por la bajo rodando sus ojos y realmente me sentí mal por ella, ambas estábamos en la misma situación, por diferentes factores no podíamos estar con las personas que queremos.
—Sí, mejor amiga se le dice ahora.—Dijo Mercedes por lo bajo, afortunadamente solo yo la logré escuchar.—Oye Mia, con las plebes debemos ir a comprar algo ¿Sí? Espéranos aquí.
—¿Y por qué no las puedo acompañar?—Dije confundida viendo como todas ellas se acercaban corriendo a mí, besaban mi mejilla y tomaban sus bolsas.—Ya les dije que no quiero despedida de soltera.
—No te preocupes que si lo hacíamos Alfredo nos hacía alimento de sus tiburones.—Reí divertida por la exageración de Alejandrina antes de salir corriendo del cuarto y pude escuchar después la puerta principal.
Decidí meterme a duchar con un largo baño relajante intentando olvidarme de mis emociones hasta que un ruido fuera del cuarto captó mi atención, con mis ojos abiertos como platos me puse mi bata, busqué mi arma y con sumo cuidado salí a ver qué sucedía. Sin embargo bajé la pistola cuando vi un enorme oso de peluche al lado de un adorno de rosas en la sala y la cabellera de Alfredo por arriba del respaldar del sofá. Caminé en silencio hasta el oso y tomé la hoja que tenía pegada.
"Pídeme perdón y trátame como el príncipe que soy o no te hablo. Atte: Tu Alf."
Rodé mis ojos divertida y me senté a su lado en silencio, él volteó a verme incómodo al ver mis piernas descubiertas y como la toalla se pegaba a mi piel húmeda pero seguía haciéndose el indignado.
—Pon una película, iré a cambiarme.—Dije sin esperar respuesta y volví al cuarto. Rebusqué en mi clóset, me coloqué la lencería más sexy que tenía y después un vestido entallado translúcido que permitiera lucir mis piernas y mi busto sin ser demasiado revelador. Cuando regresé a la sala Alfredo quedó boquiabierto y aunque intentaba disimular sentía su mirada ardiente en mi cuerpo, sabía que mi plan improvisado estaba funcionando a pesar de que él juro no tocarme nunca más hasta que me separara de Rafael.
—¿Me ayudas a preparar palomitas?—Dije mientras me paraba a su lado de manera sexy, acariciando los pequeños rulos que se formaban arriba de su nuca e insinuándole mis pechos. Lo noté tragar saliva y asintió indeciso intentando mantener sus ojos sobre los míos y no en otro lado.
En silencio caminé delante de él contoneado mis caderas, una vez en la cocina me agaché a buscar el recipiente para hacer las palomitas con la única intención de mostrarle mi trasero empinado hacia arriba, no tuve que esperar demasiado para que Alf cayera. Sonreí internamente cuando sentí como me pegó a él y a su miembro que parecía estar ya erecto. Gemí por lo bajo y él se pegó más a mí frotándose.
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Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADA
FanfictionAmbos son poseedores de cargos de suma importancia en sus trabajos, portan apellidos de renombre y prácticamente también tienen toda una vida vivida y compartida a la par del otro, porque lo que los demás dijeran o manifestaran pasa a un segundo pla...