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Terminé de colocarme mi pijama e intenté salir apresurada de la habitación. Me había olvidado completamente de mi ¿ami-prometido?

—Princesa.—Antes de poder salir, Alf me tomó por el brazo y me acercó a él, dejó un pequeño beso en mis labios que profundizó al pasar los segundos y después me liberó.—Dale mis saludos a tu prometido—Con una enorme sonrisa de satisfacción salió del cuarto. Este hombre ya estaba ideando algo contra Rafael, no tenía pruebas pero tampoco dudas.

Subí corriendo escaleras arriba y entré hasta mi baño privado rogando que aún Rafael estuviera bien.

—¡Hasta que recuerdas que estaba aquí imbécil!—Fue lo primero que me gritó él saliendo del espacio de debajo de la tina.—¡Además tuve que soportar tus gemidos no, tus gritos sí!

—¡Bueno no me grites!

—¡Tu tampoco me grites entonces!—Respiré profundo y chasqueé mis dedos.—¿Qué?

—¡Quiero ducharme! ¿No creerás que me dormiré así?—Me miró burlón por unos momentos e intentó hablar, sabiendo que seguramente me preguntaría sobre cómo estuvo, lo corrí del baño encerrándome.—¡Ten cuidado con que Alfredo no regrese y te haga un pedo!—Mientras acondicionaba el agua, reí por oír el jadeo asustado que soltó y tras beberme la píldora anticonceptiva de urgencia, entré a ducharme.


Alfredo

—¿Cómo le hiciste carnal?—Susurró Ovidio completamente feliz una vez que salí de la casa de mi mujer.

Acomodé mi camisa y me encogí de hombros, claramente no le diría como lleve a Mia a la cama. ¿Por qué le interesaba eso a él?

Sin poder borrar mi sonrisa satisfecha, di la orden de volver a mi casa acompañado de mi hermano.

La ansiedad y los nervios se estaban apoderando de mi cuerpo a medida que los minutos pasaban y mis pensamientos no me dejaban tranquilo. Había seguido al pie de la letra los consejos que mis cuñadas, Mercedes y mi hermana me habían dado. Darle el espacio suficiente y luego hacer mi aparición, y no podía haber resultado mejor. Tanto sufrimiento y necesidad de tenerla a mi lado, atormentándome noche tras noche para coronar nuestro reencuentro de ésta forma.

—¿En qué tantos piensas?

Con una sonrisa superior me volví hacia Ovidio, recordando el dineral que le había soltado a la empleada doméstica de Mia para que cambiara sus pastillas anticonceptivas por cualquier tipo de dulce parecido. Esa vuelta ya se la hice—Pensé e imaginé el rostro del presidente ese al darse cuenta de que su prometida ya fue mía y tendrá un hijo mío, si todo resultaba como lo había planeado y Mia no tomaba nada en estos momentos.



Mia
Tres meses después...


—Yo insisto en que los decorados de la entrada y centros de mesas deben llevar flor del Azafrán combinado con rosas color pastel y...—Dejé de oír a mi "suegra" una vez más. Últimamente el único tema que se tocaba era acerca de la boda que prácticamente ella estaba organizando a su gusto y antojo, si Rafael o yo queríamos dar alguna especie de opinión, simplemente ella nos corregía, nos ignoraba o aconsejaba y explicaba el por qué su opinión era la única que debía ser válida.

-Mamá, son flores horribles y que juntas quedarán aún más feas.—Se animó a decir Rafael, dejándose caer cansado sobre la silla de la mesa del comedor donde almorzábamos los tres.—Además tu sabes que Mia quiere una decoración elegante y lujosa, no simples flores de Azafrán, que es super naco.

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora