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-Pero Mia, yo considero que deberían hablar.-Insistió Iván aceptando la comida que le daba Yaneth.-A mi me consta que la está pasando muy mal. Trabaja desde su casa porque no quiere salir, según él todo le recuerda a ti, se la pasa llorando y lamentándose, la está pasando muy mal desde tu partida.

-¿Y la novia? Para algo está ¿No? Pues que le sirva de compañía al menos-Respondí bebiendo de la botella de mi cerveza.

Desde que había llegado al rancho de mi padre, con la supuesta intención de cerrar tratos con mis amigos y hermanos, ellos habían estado intentando convencerme de que aceptara conversar con su hermano al menos. Algo que estaba completamente negada a hacer.

Iván y Ovidio se vieron en silencio y ambos negaron a la vez.-Es algo que le corresponde a él.-Dijo el mayor.

-Por supuesto que le corresponde a él venir de rodillas a rogarme y pedirme perdón.-Me encogí de hombros y me levanté de mi hamaca cuando noté movimiento en la entrada de la propiedad.-Igualmente no le aceptaré sus disculpas, nunca.

-No es a eso a lo que nos referíamos pero...

-Cállate Ovidio.-El nombrado vio de mala forma a su novia y simplemente suspiró haciendo lo que ella dijo. 

No tuve tiempo a detenerme a pensar o analizar su reacción porque las voces de los empleados se oyeron cercanas a nosotros.

-Aquí está su encarguito patrona.-Asentí y me acerqué a Rafael que me veía serio y nervioso con una pequeña sonrisa.

-Mia ¿Quién es este?-Mojé nerviosa mis labios y tomando la mano que el castaño de ojos celestes me extendía, nos acercamos a ellos.

-Algo que Alfredo no sabía es que...-Busqué las palabras correctas para que todo sonara creíble. ¿Pero cómo hacía para que eso fuera así si estas personas me conocían desde pequeña, prácticamente crecí y me crié con ellos?-En este tiempo yo también estuve conociendo a alguien.-Ellos abrieron sorprendidos sus ojos y se vieron entre ellos.

-¿Papá sabe de esto?-Preguntó Jesús.

-Pues a eso hice que viniera.-Ellos asintieron poco y nada convencidos generando un incómodo silencio que no tenía la certeza de cómo interrumpir. ¿Pero qué debía hacer en esta situación? Nunca, en mis treinta y un años había pasado por algo así, siempre había estado soltera a los ojos de familia cuando realmente mi única relación con un hombre, era con mi mejor amigo.

-Mm mucho gusto, soy...

-Rafael Peña, hijo del presidente y futuro candidato al mismo cargo político por el PRI ¿Me equivoco?-El recién descrito se volvió a verme en un instinto por los nervios, pero Leónidas nunca se había caracterizado por su paciencia.

°°°

Alfredo

Aplasté bajo la palma de mi mano y la tierra del mirador en el que estaba desde hace horas, la pequeña foto que llevaba entre mis manos donde se había retratado el momento exacto en que cargué a Mia en mis brazos para lanzarla a la piscina en el día de su último cumpleaños. La foto que era nuestra favorita desde el momento en que la vimos, luego de la del día de la "boda" de mi padre y Emma en la que ella había sido dama de honor y yo su acompañante, porque claramente no permitiría que se buscara otro hombre para eso.

Suspiré una vez más, ya había perdido la cuenta de las veces que había hecho lo mismo con la intención de aliviar el vacío, el dolor y desespero que la ausencia de aquella muchacha castaña, hoy rubia, generaba en mí. Cuando quise tomar las riendas de la situación, comportarme como un adulto y hacerme responsable de mis errores, no creí que me dolería y se me dificultaría tanto a pesar de tener la certeza de que Mia sí me haría mucha falta si se alejaba de mí.

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora