16

4.2K 274 45
                                    


Enarqué mi perfecta ceja y puse mis brazos en jarra esperando a que Alfredo me diera una explicación sobre quien es la vieja esta.

—¿La próxima Roxy?—Murmuré entre dientes viendo mal a la muchacha que me ignoraba por ver con una sonrisa a Alf, mi Alf.

—¡Ya ves! ¡Reconociste que tu mastaste a....!—Me abalancé sobre Alfredo enfadada de su grito, los presentes rieron y éste mordió mi mano rodeando mi cintura con sus brazos para apegarme a su cuerpo haciendo dar vuelta para ver a los demás.—Ella es la asistente de uno de los mejores diseñadores de todo Culiacán, se encargará de hacer mi traje para tu boda.

Fruncí mi ceño y giré mi rostro a la izquierda, sin quejarme por nuestras manos entrelazadas a la altura de mi vientre, Alfredo besó mi hombro descubierto y correspondió mi mirada.

—Bueno ¿Como que ya estuvo bueno no?—Antes de que pudiera reaccionar, papá se estiró y con el palo de escoba golpeó la cabeza de mi amigo y la mía.

—¡Ay papá no seas bruto!

 —Yo cuido a mi princesa mija, o te decides o respetas a tu futuro marido.—Rodé mis ojos cansada y enojada separándome de Alfredo. ¿Qué autoridad tiene mi padre para decir eso si tengo el conocimiento de que ha llegado a tener cinco novias a la vez?

Ignorando a quienes estaban sentados allí fuera, entré al rancho para buscar qué comer, estaba muriendo de hambre y muy pronto debía regresar a Culiacán para reunirme con un abogado y preparar los papeles para el caso de mi padrino Joaquín en Estados Unidos, solo esperaba tener buenas noticias de su parte porque con el malhumor que tengo en estos momentos, más disgustos no los soportaría. Sin embargo quité mi cuerpo de dentro de la nevera y a paso apresurado volví al chalet.

—Cuando esta te tome las medidas quiero estar ahí.—Señaló con mi dedo a la mujer que reía con Ovidio.

—Esta tiene nombre, señora gobernadora.

—Pues me alegro por ti peor no te lo pregunté.—Le sonreí cínica.

—Que grosera.—Murmuró esta entre dientes justo cuando me estaba marchando, volví sobre mis pasos y la fulminé con mi mirada negándome a permitir que Alfredo me metiera dentro del rancho.

—Agradece que estoy siendo amable pinche nada.

Ahora sí me dejé arrastrar por mi amiga al interior de la casa ignorando sus quejas.

—¿Puedes calmarte un poco Mia? Solo quiero invitarte a ir de ruta con los plebes a las dunas con los rzr.

Respiré hondo y alejé sus manos que estaban sobre mis pechos y separé mi trasero y espalda de su cuerpo.

—Quita tus cochinas manos de encima mío, Alfredillo.

—Ora ¿Ahora que hice?—Preguntó él fingiendo no entender el origen de mi enojo.

—¿Qué? ¿Tan rápido se te olvidó la buchona con la que te paseabas anoche en la fiesta?—Espeté destapando una botella de smoothie de frutos rojos.—¿Me crees estúpida? ¡Fue más que obvio que te la echaste en el puto carro que miles de veces usamos nos..!

Tomándome desprevenida, Alfredo tapó mi boca y estampó mi cuerpo contra la enorme nevera detrás nuestro.

—¿Acaso estás celosa mi amor? ¿Eso es? ¿Te molesta que ya no seas tu quien gime en mi carro mientras le hago el amor? ¿Te molesta ver que otra toma tu lugar?

Como pude usé todas mis fuerzas y lo aparté de mi e intercambié posiciones, ahora yo acorralándolo y él dejándose hacer, ya que es obvio que si lo quisiera de un solo empujón me devuelve al día de mi nacimiento prácticamente.

Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora