| Último capítulo | Final Parte 1/2 |
Alfredo
Molesto golpeé el volante de mi carro. ¿Cómo había sido capaz de decirle esas pendejadas a mi mujer? ¡¿Cómo pude hacer llorar a Mia otra vez, chingados?!
Solté nuevamente un sollozo y rogué porque esto sólo fuera una falsa alarma o a lo mejor una muy mala broma de parte de Mia, que nada de lo que había dicho la señora de avanzada edad que sería la nana de nuestros hijos fuese cierto.
Apenas llegué al hospital, el cual ya había enviado a cercar con mis custodios, dejé el carro en cualquier lugar, en lo que menos podía pensar ahora en eso eso.
No cuando mi mujer estaba rumbo al hospital culpa de nuestra pelea, porque estaba claro que yo fui el culpable por alterarla y ser tan dramático con algo tan insignificante. Los nervios y la histeria de ver su vientre cada vez crecer más, las dificultades aparecer con más frecuencia para ella y su cuerpo, todo eso me había abrumado sin ser capaz de ver como se mataba poco a poco.
Pasé de largo por la recepción y seguí al escolta de Mia quien me guiaba con rapidez por los pasillos.
—El doctor dijo que lo esperaba sólo quince minutos más señor, sino ya iban a ir al quirófano con la señora Mia.
—Entonces ¿ya vienen mis chamacos?
—Parece que se le adelantaron señor.—Negué una y otra vez. Mia sólo lleva siete meses de embarazo y nos había advertido una y otra vez que era muy probable que nacieran ahora, pero que era muy poco probable que además con las complicaciones que ya Mia tendría que afrontar, que salieran los tres con bien.
—¿Y hace cuánto lo dijo el doctor?
—Veinticinco minutos señor.
—¡NO!—Llevé mis manos a mi cabeza y golpeé lo primero que tuve a mi alcance.—¡Diez minutos debían esperar chamacos desmadrosos, diez minutos!—Susurré soltándome en llanto, si a Mia le sucedía algo yo no iba a poder con la culpa, no puedo soportar pensar en las últimas palabras que le dije y que ahora se esté enfrentando a la mayor prueba que la vida alguna vez le iba a poner.—No, no, no.
—¡Oiga señora!—Ignoré la voz de mi empleado, nada me interesaba ya. Nada ni nadie que no fuera Mia. Mi mujer y nadie más, ni siquiera mis hijos. De esos luego podríamos hacer más por más desalmado que se oyera, peor otra mujer a la que ame y me ame como Mia a mí no la volvería a encontrar nunca más.—Él es el esposo de la gober, déjelo entrar, hágale el paro doña.
Levanté mi mirada topándome con la de una enfermera quien parecía pensarlo, dudosa peor a la vez viéndome con lástima.
Me levanté como si el material de las sillas me quemaran y fui hasta ella para suplicarle que me dejara entrar.
—Ahí está el amor de mi vida señora, la puedo estar perdiendo, se me puede morir, déjeme estar con ella, despedirme si algo pasa por favor.—Lloré desconsoladamente cuando la señora negó y no pude contenerme más. Si era necesario, por Mia me tiro al suelo y le ruego a quien sea.
—Basta señor, levántese y venga conmigo.—Sorbí mi nariz y me paré con rapidez siguiéndola con los pasillos, de un cuarto sacó una bata, una gorra y protectores para los pies, me ayudó a ponérmelos con rapidez, mientras me colocaba el cubreboca que me dio, ella se ponía alcohol en gel, luego lo hice yo y seguimos de largo pasando por dos puertas más.
Antes de poder acercarme a la camilla donde Mia estaba con sus ojos cerrados, la mujer me hizo retroceder.—Tuvimos que practicarle una cesárea cuidando de su presión arterial y de los niños, no estaban listos para nacer ahora por lo que ella está sedada completamente.
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Mi Gobernadora | Alfredo Guzmán | TERMINADA
FanfictionAmbos son poseedores de cargos de suma importancia en sus trabajos, portan apellidos de renombre y prácticamente también tienen toda una vida vivida y compartida a la par del otro, porque lo que los demás dijeran o manifestaran pasa a un segundo pla...