ILLEGAL |JK| ᴏᴍᴇʀɢᴀᴠᴇʀsᴇ [✔️]ʙɪʟᴏɢɪᴀ ᴡᴏᴍᴇɴ ᴡᴏʟᴠᴇs

𝘾𝙧𝙞𝙨𝙖𝙣𝙩𝙖

Años atrás

Toda la manada estaban reunidos, algunos con una sonrisa mientras que otros sólo sonreían por obligación.

Por el pasillo decorado de flores blancas caminaba una niña con la cabeza gacha, sus manos aferraban ese adorno que al principio le pareció lindo, pero al momento de saber que fin tenía quiso botar al piso y pisarlo hasta que quede nada, pero ¿Qué culpa tenían aquellas rosas?

La melodía de aquél piano sonaba en todo el lugar espaciado, ese sonido la calmo un poco, Crisanta quería vivir ese momento cuando haya encontrado a su verdadero alfa, cuando su loba se sienta inquieta por estar junto a su mate pero lo único que su loba y ella querían era escapar del alfa que tenían a su lado.

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—Toma, ponte esto —su hermana le entregó un vestido color blanco, era lindo— papá al parecer no te ha dicho nada —oía a hermana mientras jugaba con ese ramo de flores— hoy te casas con el alfa Rick, de la manada vecina.

Crisanta giro rápidamente para ver a su hermana, no sabía si considerar a Carol como su hermana ya que desde que tiene memoria ella nunca ha estado para Crisanta, hasta se podría decir que no tiene recuerdos con Carol, más que solo malas caras de su hermana mayor hacia ella.

Sus ojos se llenaron de lágrimas— Yo no quiero Carol, dile a papá que no quiero por favor —hablo tan rápido que pensó que Carol no le entendió.

—Es tú deber Crisanta, así que no hagas berrinches y cámbiate, la ceremonia es en tres horas. —y su hermana mayor salió de la habitación dejando a una Crisanta devastada.

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¿Porqué su padre le hacía esto? Crisanta amaba tanto a su padre a pesar de que la atención de él siempre a estado en Carol, pero Crisanta es una persona tan buena e ingenua qué casi nunca se da cuenta de quien trata de hacerle daño.

Ella veía con miedo al juez que iba a ser participe en arruinar su vida.

Toda la ceremonia veía un punto fijo, solo tenía 112 años, todavía amaba ver dibujos animados, jugar con las niñas de la manada, saltar en los charcos de agua, jugar con las burbujas que se hacían al momento de darse un baño.

—Señorita Crisanta Fortín acepta usted a Rick Doll como su marido —su vista cayó en su padre, queriendo trasmitirle compasión mediante su mirada, pero lo único que recibió fue una mirada dura carente de amor hacia su hija. —¿Señorita? —ella ni se consideraba aún una señorita, seguía siendo una niña.

—Crisanta —escuchó el gruñido de su padre, alzó por fin sus ojos y por primera vez se detuvo a observar quién sería el hombre con el pasaría su vida amarrada.

—Acepto —apenas murmuró.

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—¡Te di una orden como tu alfa! No debiste salir, no quiero pasar una vergüenza contigo, ¡debes comportarte como una mujer! ¡Ya no eres una niña! —un golpe seco se escuchó en la habitación siendo la razón de que unos sollozos salga de los labios de Crisanta, su mejilla ardía tras fuerte golpe.

Cuatro años de infelicidad ha estado viviendo la pequeña loba, todo ese tiempo fueron contadas las veces que pudo ver la luz del sol, pero siempre traía consecuencias.