Los dos observaban atónitos pero elegantes como aquella joven destacaba ligeramente en aquel entrenamiento para adiestrar como guerreros a los jóvenes elfos de el bosque negro, pero sin embargo ella no era una elfa, la cuestión era quien o que era ella.
Thranduil, el rey de aquel reino, miró a su heredero, Legolas y sonrió falsamente.
—Legolas, ¿No crees que la salvaje es algo débil?-Preguntó con un tono refinado.
—No lo creo padre, aunque flaquea en ataque con espada con la mano izquierda, así que la espada no le servirá para nada, pero sin embargo... El arco es como una extensión de su cuerpo, parece más bien una experta.
—Pero es más bien una renacuaja, no durará en el campo de batalla ni un momento. Aunque lo que más me extraña es su odio hacia las criaturas más voraces.—Dijo el rey mientras miraba hacia chica, que disparaba flechas fuertemente a unos objetivos creados con cabezas de otros animales como orcos, Wargos o pequeños dragones.-Mandala venir, y hablaré con ella.—Dijo mientras se dirigía a su trono, en el centro de aquel enorme palacio, y a su vez ciudadela.
Legolas bajó hacia el entrenamiento, y con cautela de no recibir ningún golpe, se acercó a la pequeña y puso una de sus manos en el hombro. Ella reaccionó rápido y apuntó con su arco al elfo.
—¿Que quieres de mi elfo?-Dijo sin bajar su arco, tensando más la cuerda. Su rostro era fino, aun así, sus ojos parecían viejos, dolidos, como si hubieran visto el infierno mismo. Su cabellera negra que llegaba hasta casi el final de su espalda estaba atada por un pequeño cilindro de metal al final. Sin embargo, aquellos ojos azules, no se apartaban ante la mirada fría de Legolas.
—El rey te ha invitado ante su presencia, quiere que vayas a hablar con él.-Le decía mientras bajaba el arco sin miedo.— Y si me vuelves a amenazar te juro que no volverás a ver la luz.— Le empujó hacia el camino y vio como ella se alejaba.
Ella llegó al trono. Un gran árbol, que subía hasta lo más alto de aquel techo. En el estaban tallados unos escalones y un buen asiento en el que sentarse, donde ahora mismo estaba Thranduil.
—Veo que has cumplido la orden que se te ha dado, muy bien hecho salvaje.-Le dijo aquel, observándola desde arriba.
—No soy una salvaje, nunca seré una salvaje. Soy quien soy, y debe respetarlo usted. Para mi es un finolis come hierba que se dedica a aprovecharse de los demás.— Dijo aquella chica, enfurecida y cabezota.
—Veo que carácter tienes... pero dime ¿Como te llamas?.— Preguntó algo molesto mientras bajaba los escalones.
—Me llamo Thyla.-- Respondió con seriedad y firmeza, pero no con certeza ni sinceridad.
—Mmmm... ¿De dónde provienes Thyla?.-Dijo dándole vueltas al rededor de ella.
—No lo recuerdo, solo sé que me golpeé la cabeza y no recuerdo nada.
—Embustera.— Le dijo mientras se agachaba a su altura y le miraba a los ojos.-Si sabes que te golpeaste la cabeza, recuerdas de donde provienes ¿No es cierto?
—En realidad, me desperté con sangre en la cabeza, y supuse que me la golpeé. No es tan difícil ni tan complejo.— La chica no perdía ni por un momento aquel porte elegante y serio.
Thranduil bufó como si un fuego intentara disuadir y palmeó varias veces mientras los mayordomos corrían hacia él mientras les mandaba ordenes en elfico, que la pobre no pudo escuchar bien.
Después de enviar a los criados miró a aquella joven y suspiró largamente.
—Quedas expulsada del adiestramiento militar elfico, dedicate a otra cosa o vete de aquí, no queremos escoria inútil.— Dijo el elfo, marchándose de allí.
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La Princesa Bajo La montaña~Dᴀɢᴀʀʏᴛᴇ
FantasyDaga recorre la Tierra Media en busca de respuestas, sin embargo, ella recuerda haber vivido en el mismisimo infierno. Acompañala en sus aventuras en busca de su padre y en la salvación de su reino.