La Princesa Bajo La montaña~Dᴀɢᴀʀʏᴛᴇ

Capitulo 2.-Azog entra en escena

Lya observaba como la sombra de su amiga se desvanecía bajo la dulce luz de la Luna. Apenas habían pasado horas juntas, pero ella sentía que ella era algo o alguien especial, así que decidida, fue a su cuarto haciendo una bolsa de ropa, con algunos alimentos. Estaba claro, que no iba a dejar a aquella chica sola frente a todos los peligros, así que se subió a un tejado, y corrió hacia la salida por donde su fiel compañera.

Corrió como si de una liebre se tratase, sin pensar, que Daga podría haber cogido otro camino, pero confió en su instinto, corriendo sin parar, hasta por fin, ver una silueta. Sin embargo, cuando se acercó más, un grito ahogado salió de su garganta. Aquella silueta no era la enana que andaba buscando, era un orco, blanco y con una mano de hierro, era Azog el profanador. Pero, por suerte de Lya, daga andaba cerca, advertida de que su mayor enemigo estaba por aquellas tierras.

Azog estaba apunto de matar a Lya, cuando una flecha dio en la mano metálica de este horrendo ser, que dirigió la mirada, por donde vino la flecha, allí estaba Daga.

-¡Dejala en paz!.-Gritó Daga sacando la espada.-No es a ella a quien buscas ¿verdad?.-Blandió con una sonrisa su espada mientras que el orco rugió soltando a la chica.

El orco corrió hacia ella, sacando su espada y acatacandole con fuerza, iba a ser un combate muy brutal, y seguramente mortal para alguno de los dos. Daga paró la espada de Azog rápidamente, y por suerte, no llegó a rebanarle el cuello. Ella se defendió sacando un cuchillo de su manga y clabándoselo en su brazo, lo cual hizo rugir a azog, y hacer que fuera hacia atrás.

-Morirás algún día de estos... Créeme sucia escoria.-Le dijo Daga mientras ponía su espada como defensa intentando protegerse.-¡Yo misma acabare contigo, y esparciré tus pedazos por mi puerta!

El orco rió con todas sus fuerzas, mientras que sus súbditos se dirigían a atacar la ciudadela de Mirkwood, sin embargo, los elfos tocaron el cuerno de alarma, y Azog, enfadado, corrió hacia la ciudadela, olvidando a su presa allí. Daga agarrño a Lya del brazo y corrió rápido de allí mientras su hermana gritaba el nombre de Legolas, el cual salia a batallar en aquellos momentos.

Mientras, los guardias buscaban a Lya, para ponerla a salvo, y al no encontrarla, fueron al rey lo más rápido posible.

-Mi Lord, su hija ha desaparecido.-Dijeron los dos a la vez, mientras mantenían una figura firme ante aquel rey imponente, el cual muchos decían que su locura desataba limites.

-Mi hija... ¿Desapareció? Ya veo vuestra responsabilidad, como de bajo ha caído... Buscadla, por toda la Tierra Media, y matad a aquel que se la haya llevado.

Los guardias obedecieron, y salieron en dirección contraría a donde Daga y Lya corrián a resguardarse en una cueva. Lya seguía gritando el nombre de su hermano, hasta que Daga, le tapo la boca.

-¡¡Quieres callarte!!.-Le dijo Daga mientras la sentaba.-Ahora tu hermano esta demasiado ocupado ¿No lo ves?.-Mientras dejaba su Carcaj en el suelo.-Que demonios te ha traído aquí, es peligroso Lya...

-No podía dejarte atrás Daga.-le dijo sinceramente, mientras las dos cruzaban las miradas. La enana no pudo evitar sonreír.

-Deben de estar buscándote, y a mi me llamarán secuestradora.-Dijo ella con un tono irónico.

-No si fue mi voluntad ir contigo.-Le dijo mientras se levantaba.-Se que eres algo más, lo noto en ti, noto como algo me llama la atención... ¿Quien eres..?.-Preguntó alzando una ceja. daga le dió la espalda, pensando.

-No hay tiempo de contártelo, debemos de seguir adelante. Necesitamos un sitio seguro, una posada lejos de aquí, para poder gestionar los viajes, vámonos.-Dijo volviendo a poner en marcha su viaje, Lya le siguió.

-¿A donde vamos?.-Preguntó mientras le miraba.

-A donde el Destino nos guié Lya.-Guardó su espada y siguió adelante. Mientras que Lya le seguía dudosa, ya que quería saber quien era ella, y porque era tan habilidosa con las armas. Sin embargo, su físico le era muy familiar, pero decidió no comentarlo, ya que tal vez, podía hacerla enfadar, y era una de las cosas que ella no quería hacer.