Lya galopaba por las bastas praderas, cerca de el Bosque negro. Era bastante rápida, además de que el corcel que ella montaba era uno de los más rápidos del mundo, cosa que jugaba en su bando.
Sin embargo, uno de los guardias del Bosque Negro, le divisó a lo lejos, y la voz corrió rápidamente por el castillo, haciendo salir a Thranduil de su trono, para ir a buscarla en persona, y dejarle claro, que hijas tan nefastas y tan insolentes no entraban en su familia, Seguramente, iba a castigarle rotundamente.
-¡¡Lya Hojaverde!!.-Se escuchó por todo el prado que rodeaba el viejo hogar de la elfa.
Lya giró su cabeza viendo como el hermoso ciervo de su padre aparecía por el bosque, con varios de los guardias, que apenas en unos segundos acabaron rodeando a la pequeña Lya, obligándole a ir dentro del reino.
El final del trayecto acabó en la sala del trono, donde allí estaban Légolas y la capitana, Tauriel. Los dos estaban con un semblante serio, pero Lya podía notar como Legolas tenia un aspecto demacrado, se notaba que él había sufrido mucho por ella, cosa que le hizo sentir muy mal.
-¡¿Como osas abandonar tus aposentos?!.-Le gritó Thranduil mientras se sentaba en su trono, haciendo que Lya bajase la cabeza.
-Fui a embarcarme en una aventura.
-¿¡Aventura dice?!.-El rey se echó a reír mientras todos miraban aquella escena.-Las aventuras son para insolentes.
-Tal vez sea una insolente, pero una aventura sirve para mucho. Desde alejarte de tu odioso padre hasta aprender a matar sigilosamente.-Aquellas palabras serias hiciesen que Legolas se tensase, haciendo que se notase en el aire.
-¿Matar sigilosamente?.-Este volvió a reír mientras le miraba.-No seas estúpida.
Lya gruñó mientras le miraba con unos ojos enfurecidos por el comportamiento cruel que estaba recibiendo de su padre.
-Te has convertido en una completa salvaje Lya, y eso me hará imponerte un castigo severo.
-¡¡Me he convertido en una elfa libre!! ¡¡He saboreado la libertad en mis manos, he logrado hacer las cosas por mi camino!! Y si eso me convierté en una salvaje, ¡Lo seré!
Thranduil se levantó eufórico y le dió un buen bofetón, el cual sorprendió a Lya, echándose hacia atrás con una lágrima en uno de los ojos.
-No te atrevas a hablarme así ni una vez más o acabarás desterrada.-Dijo enfurecido.
Lya sonrió de lado mientras se limpiaba esa pequeña lágrima, antes de que pasase por su mejilla.
-Si me destierras tengo donde vivir, un lugar donde me trataran mejor que en esta sucia caverna de elfos.
-¿Quien demonios estaría dispuesta a aguantarte?
-El Rey bajo la Montaña me abrirá las puertas a su casa como si fuera su hija.
-¡¡¿¿Rey bajo la Montaña??!!.-Se echó a reír fuertemente mientras volvía a su trono. Al sentarse cruzó las piernas y miró a los guardias.-Encarcelar a esta elfa de por vida, la locura le ha consumido.
El rostro de Legolas se oscureció ante las palabras de su padre, las cuales le hicieron abandonar la sala, mientras los guardias se llevaban a Lya a las mazmorras.
La encerraron, pero decidieron no ponerle grilletes de momento. Lya se sentó al final de su celda, y arrancó a llorar, pensando que nunca iba lograr poder salvar a su amiga...
-Lya...-Dijo una voz femenina que se acercaba. Ella pensó que era una de sus imaginaciones y la ignoró.-Lya....-Dijo una sombra acercándose a su celda, y abriéndola despacio...
Daga posó un pie sobre la orilla de piedras que llevaban a su legitimo hogar, la Montaña. Cuando todos desembarcaron, miraron a lo alto de la montaña, cogiendo aire, y lanzando un suspiro de alivio.
-¿Habrá que encontrar la puerta secreta no?.-Preguntó Bilbo.-Aquella que comentamos en Bolsón Cerrado.
Thorin asintió mientras miraba a lo alto de la Montaña, en busca de algún indicio de una puerta, o alguna señal, aunque su búsqueda cesó cuando uno de sus compañeros empezó a avisarles gritando que había encontrado unas escaleras, las cuales empezaron a subir todos con esmero e ilusión.
Al llegar, empezaron a entrar los nervios en la venas de los enanos, habían encontrado una pared, en la cual estaría la entrada a su antigua casa, la casa donde se habían criado, por la que habían peleado...
-Rápido, el día se acaba, si esa herradura no aparece, deberemos derribar el muro.-Dijo Thorin mientras varios enanos buscaban la cerradura con las manos, sin resultado alguno, haciendo que los más fuertes golpearan la pared con sus hachas, haciéndolas trizas.
-¡Es imposible Thorin!! La puerta esta encantada, necesitamos que se abra por la luz del Día de Durin.-Comentó Balin. Ese comentario empezó a sembrar la duda, pero por mala suerte, el Sol se puso.
Un sonido de metal cayendo al suelo sorprendió a Daga, que al darse la vuelta se dió cuenta de que todos abandonaban aquel lugar.. Desanimados, pero ella no se iba a dar por vencido. Agarró la llave con fuerza y segiró mirando la puerta. Pensó como podría ser el enigma para que esa puerta se abriese cuando un rayo de luz de Luna empezó a iluminar la puerta, haciendo visible aquella cerradura donde ella puso la llave haciéndola girar, mientras abría la puerta. Al abrirla el suelo tembló, haciendo que los enanos se alarmasen y subiesen todos.
Al llegar arriba, vieron como Daga estaba de rodillas ante la puerta abierta. Al notarles allí, se levantó y se giró ante ellos.
-¡Esta abierta!.-Gritaron varios a la vez.
-Si, pero no gracias a vosotros.-Dijo Daga enfadada.
-¿Que quieres decir Daga?.-Preguntó Fili mientras le miraba.
-¿Hubieramos aguantado más en este lugar? ¿Unos años más, esperando a que este día volviese a ocurrir? ¿Tan poca ilusión tenéis? Decidme amigos mios, ¿Desde cuando los enanos dejan una cosa de lado rindiéndose? ¿Desde cuando los enanos dejan de luchar por sus cosas? ¿Desde cuando sois tan cobardes? Si fuera por vosotros hubiéramos muerto intentando esperar el próximo día de Durin. Paciencia es lo que os falta, paciencia es lo que debéis aprender a tener. Algo que me ha decepcionado es que estéis tanto tiempo luchando, tanto tiempo viajando, peleando y sacrificando cosas para tirar el plan a la basura... ¿Sabeis que? En un primer momento pensaba abrir la puerta, entrar y degollar a Smaug para quedarme ese trono para mi sola, quedarme allí dentro, destrozar todo por la ira, y por ese acto de imbecilidad pura que habéis cometido. De verdad, siento vergüenza, una vergüenza extrema. Y enanos os llamáis... ¿Enanos de Ciudad o enanos e Erebor? De donde sois ¡Decidme!
Ningún enano pudo contestarle. Muchos de ellos orgullosos por aquella bronca que ella estaba diciéndoles, otros por la culpabilidad que se les acumulaba en la garganta...
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La Princesa Bajo La montaña~Dᴀɢᴀʀʏᴛᴇ
FantasyDaga recorre la Tierra Media en busca de respuestas, sin embargo, ella recuerda haber vivido en el mismisimo infierno. Acompañala en sus aventuras en busca de su padre y en la salvación de su reino.