Parte 1 : Elegida

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-¡¡Vamos chicas tenemos clientes!! –Madame, como ella se hacia llamar, entro a la sala con una inmensa sonrisa –Arreglaos, en media hora os luciré ante ellos.

Mireya cerró los ojos y dejo que su mente la alejara de aquel lugar.

Llevaba ya un mes en el palacete, como Madame lo llamaba. Un mes en el que se había mostrado ante cada hombre que había ido en busca de una Wife y en contra de todo lo que le habían enseñado y pedido para ser una de ellas, Mireya no se había mostrado sumisa ante ninguno de ellos.

Por eso, a día de hoy, aun no había sido escogida por ningún cliente y sinceramente esperaba no serlo jamás.  Pero eso, por desgracia, no sucedería.

-Venga tenemos que arreglarnos –Rebeca se levanto de su lugar y tomo a Mireya de la mano tirando de ella –Hoy es tu día, lo veras

-Ojala no –Mireya la siguió por el pasillo hasta llegar a las habitaciones

-No digas eso –Rebeca se paro ante la puerta de la suya y la miro a los ojos –Sabes que Madame está enfadada, no puedes estar aquí eternamente si no trabajas.

-Trabajar es lo que me gustaría –Mireya miro sus manos

-Pero no basta, lo sabes –Rebeca suspiro –Recuerda porque lo haces.

-Lo hago, cada día y cada noche –se giro y abrió la puerta de su habitación. Camino por ella hasta el armario y comenzó a sacar ropa.

-Eso no –Madame entro en la habitación y la miro suspicaz. –Esta noche brillaras entre todas-camino por la habitación hasta la cama y tomo un vestido blanco con la espalda al aire –Te pondrás este –sonrió y la miro a los ojos –Y espero que ates tu lengua y sonrías. No olvides que es lo que buscan.

-No lo olvido –respondió molesta

-Pues ya es hora de me traigas un contrato –Madame la miro fijamente –Me estoy cansando de esperar mi dinero y tú sigues pidiéndome más. Esto no es una casa de acogida y yo no soy una hermanita de la caridad.

-Si Madame –Mireya bajo la cabeza mirando al suelo y espero a escuchar la puerta cerrarse para alzar la vista.

Se arreglo con lentitud, como si de esa forma alejara el momento en que tuviera que mostrarse ante esos hombres como un trozo de carne. Eso eran.

Nunca pudo entender como nadie paraba eso. Eran muchos los hombres que solicitan los servicios de una Wife, por supuesto presentandola en publico como una amiga y todos ignoraban lo que ya sabian. Cuando pasaba el tiempo estipulado en el contrato, ambos olvidaban haberse conocido y nunca si volvian a verse se saludarian. 

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