21

97 11 3
                                    

            Dos días después, Minseok no insiste en ello. Si bien quiere conocer la respuesta cuánto antes, entiende que Luhan necesita su espacio, así que decide no insistir durante una temporada. No planea ser mucho tiempo, un par de días más. Además, así pretende enfriar al chino que, desde ese día, a estado tenso. Lo nota cuidadoso con sus acciones y sus palabras, como si tuviera miedo a Minseok. Pero no es el miedo a Minseok lo que mueve dicha actitud, sino el miedo de perderla y tener que hacer lo mismo que hizo con Wendy, o incluso acabar siendo asesinado por Minseok.

Si nota que Minseok puede irse, incluso si nota una sola posibilidad de que ella acabe con su vida, la matará. Perderá el control y acabará con su vida. Como alguna vez no quiso hacérselo a Wendy, no quiere hacérselo a Minseok.

Pero mientras, Minseok sigue con su trabajo diario en la cárcel. Golpea a algún que otro preso, se ríe de algún chiste malo de Kris, le sigue el juego a Seungri en secreto aunque nunca piense acostarse con él y rechaza ofertas de dinero a cambio de información o privilegio que ofrecen algunos presos. Su día a día normal. Un día marcado por la constante vigilancia discreta de Luhan desde la distancia. Ya está acostumbrada a esa mirada, puede soportarla.

Pero ese día es un poco distinto. Para empezar, uno de los policías que acuden al turno de noche se ha puesto enfermo, así que, habiendo avisado con tan poco tiempo de antelación, deben cubrir el puesto sin falta. Por eso, le ha tocado a Minseok doblar. No solo tiene que estar doce horas por la mañana, sino que, en vez de poder irse a su casa, debe quedarse otras doce por la noche. Son veinticuatro horas de trabajo seguido sin parar. Por suerte, la mañana siguiente, la cual sí trabaja, se la han dejado de fiesta para que descanse. Eso hace otras veinticuatro horas para descansar.

¿Puede soportarlo? No está segura, pero cree poder.

Lo único malo es que trabajar ahí la hace sudar demasiado y ella, pulcra como siempre, está acostumbrada a ducharse en su casa todos los días. Hoy no puede hacerlo. No como acostumbra. Por suerte, el vestuario femenino cuenta con unas duchas – dos, en total –, así que usará una de ellas. No puede estar sin ducharse. Claro que no es lo mismo y no se siente segura duchándose ahí, pero por un día, no tiene porque suceder algo malo.

Pronto anochece y Minseok ve como sus compañeros del turno de mañana se van marchando uno a uno para acudir los de la noche. Aprovecha ese momento para meterse en el vestuario femenino, donde se quita la ropa con lentitud, quedando totalmente desnuda, y se mete en la ducha. Conecta el agua caliente, la cual cae inmediatamente sobre su sudado pero hermoso cuerpo. Después, cambia a una templada, una vez se ha relajado.

Cierra los ojos, sintiéndose demasiado bien en ese instante. Sus manos se mueven por su desnudo cuerpo, enjabonándolo al completo. No se olvida de ninguna parte y pronto se lo quita. De pronto, frunce el ceño al escuchar unos pasos. No debería haber nadie dentro. Es la única mujer, por el momento, que trabaja en la cárcel del cuerpo de policías.

Minseok los abre y se gira, alterada. Por instinto, sus manos abrazan sus pechos, ocultándolos. Pero no ve nada. No hay nadie. El vestuario se ve vacío como antes, sin rastro de alguien paseándose.

¿Ha sido su imaginación? Lo más seguro.

Acaba de ducharse a toda prisa y envuelve su cuerpo con una de las cortas toallas que hay en el vestuario. Se seca tanto el cuerpo como sus cabellos, los cuales quedan húmedos, y se viste con un uniforme igual, pero nuevo, guardado en su taquilla. Tiene varios. Como en la taquilla tiene algo de ropa interior, por si acaso necesita cambiar, también se ha colocado nuevo sostén, nuevas bragas y nuevos calcetines.

Una vez está lo suficientemente arreglada, con tensión en el cuerpo sale del vestuario femenino con sus cabellos mojados recogidos en una coleta alta. Ya es completamente de noche, los presos están en sus celdas, ya han cenado y deben, en su mayoría, estar durmiendo. Por suerte, en las noches no hay demasiado trabajo. Las celdas son controladas por un sistema informático y la única manera de abrirlas manualmente es a través de un código que suele cambiar con frecuencia. Claramente, no pueden salir de ahí. No sin ayuda, al menos.

Entre rejas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora