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            Es cerca de la noche cuando, de repente, Minseok aparece con rostro frío delante de la celda de Luhan. Esposas en mano, abre y, bajo la orden de detección por sospecha de asesinato, una sospecha puramente creada e inventada, se lo lleva de allí. Los presos los contemplan como si fueran algún tipo de espectáculo, mientras ella lo guía y él se deja guiar por ella. No sabe lo que le espera.

Se sorprende cuando es llevado por ella, tan salvajemente, hasta la sala donde suele hacerle las revisiones. Antes de poder quejarse, en busca de negarse a ser humillado otra vez, un puño golpea contra su cara, tirándolo al suelo. Ha sido ella. Ella lo ha golpeado.

-¡¿Se puede saber qué haces, puta?! -Grita Luhan. No puede levantarse como quiere por las esposas que impiden el movimiento, pero se las busca para ponerse, poco a poco, de rodillas, hasta poder quedar de pie -¡¿Te has vuelto loca?!

Pero ella no le contesta. Lejos de eso, alza el puño y le vuelve a dar. Y después otro, y otro, y otro. Luhan no logra defenderse como se debe, así que se deja golpear por ella hasta el décimo puñetazo, cuando todo para. En algún punto, ha cerrado los ojos y los mantiene así unos segundos, por si acaso. No parece que vaya a llegar otro. Entonces, los abre y la ve. Quiere decirle algo, quiere insultarla, pero se sorprende al verla llorando.

¿Por qué llora?

-¿Minseok? -Murmura.

-¡Eres un estúpido! -Grita Minseok. Se sienta sobre él y le agarra, con fuerza, del mono naranja, alzando levemente el dolido cuerpo del chino -¡¿Cuándo pensabas decirlo?! ¡¿Ibas a engañarme toda mi vida, o qué?! ¡Yo no soy como aquella que asesinaste, Ciervo!

-Minseok... ¿De qué hablas? -Pregunta, incluso si teme saberlo. Se hace una idea.

-¡Zhang Luhan! -Grita Minseok -Todo este tiempo... todo este tiempo he estado con alguien como tú...

Ella silencia sus palabras, no acabando la frase. No se aparta, sin embargo. Se queda sobre el cuerpo de un Luhan que se mantiene serio. Tarde o temprano se lo diría, pero ella se ha adelantado, de alguna manera. Alguien se lo ha dicho.

-¿Quién te ha dado toda esa información?

-¿Es lo único que te importa? -Contesta Minseok. Luhan frunce el ceño.

-No, pero quiero saber quién se ha adelantado. -Dice -Te lo iba a decir. Estaba buscando el momento.

-¿Crees que soy idiota? -Minseok muerde sus propios labios. Incluso si se hace daño, lo hace hasta dejar una marca roja que amenaza con sangrar en cualquier momento -Pensar que estoy con alguien tan asqueroso, con las manos tan sucias de sangre es... es tan...

-¿Tan qué, Minseok? -Cuestiona el mafioso con aparente calma -¿Repulsivo? ¿Asqueroso? ¿Horrendo? ¿Horripilante? ¿Humillante?

Ella no contesta. Lo ha hecho él por ella. Cualquiera de esas palabras puede encajar en su frase y describen perfectamente como se siente. Es repulsivo, asqueroso, horrendo, horripilante y, sobretodo, humillante. Es todo eso y mucho, mucho, más.

-Quítame las esposas -Ordena Luhan -No haré nada.

No lo promete, pero ella es lo suficientemente idiota como para hacerle caso. Se sale de encima y lo ayuda a levantarse. Entonces, le suelta las esposas y él queda libre de cualquier atadura. Pero no hace nada contra ella. Se la queda mirando serio, quizás algo de dolor en sus ojos. Aunque a veces no lo parezca, en medio de toda esa obsesión hacia ella, él la ama. Verla mal le duele, pero no sabe manejar este tipo de situaciones.

-Minseok -La nombra -Mírame. -No lo hace -Mírame, ahora -Ordena con más énfasis. Ella lo hace.

Sus ojos entran en un frío contacto de miradas. Ella aguanta sus propias ganas de llorar, lanzándole una seca mirada que puede congelar a cualquiera. Pero él no se ve afectado. En realidad, le parece divertido ver como intenta ocultar su propio llanto.

Con lentitud, lleva su mano al mentón de la policía y se acerca a ella.

-¿Qué harás ahora que lo sabes? -Pregunta.

-¿Qué crees que haré? -Le responde ella. -¡Eres un maldito mafioso!

Con rabia, le empuja lejos de ella, estampando su cuerpo contra la pared. Luhan no se aparta y se queda unos cortos segundos contra esa pared dueña de su actual dolor de espalda. Más pronto que tarde, sin embargo, su boca se tuerce en una escalofriante sonrisa que no promete nada bueno. Para cuando Minseok se da cuenta, Luhan corre hasta ella. Entonces, ella agarra la pistola y apunta contra su cabeza. Los dos se quedan paralizados, uno con la mano alzada a punto de golpearla y ella con la pistola pegada a la frente del chino.

-Ibas a disparar -Afirma Luhan -Sino me hubiera detenido, habrías disparado.

-Más importante que tú, es mi vida.

Luhan sonríe. Poco a poco, baja la mano que amenaza con golpearla, viendo de nuevo lo distinta que es a Wendy – diferencias que la hacen especial – y la abraza. Hace tiempo que se dio cuenta de que, con Minseok, la fuerza no funciona, pero si las muestras de afecto. De hecho, podrían haber funcionado con Wendy, sino fuera porque nunca las usó. No las usó porque nunca se vio obligado.

-No me dejes -Suplica -No me dejes... no lo hagas -Dice -Porque entonces te buscaré hasta el fin del mundo y no me controlaré. Te perseguiré con un ansia de sangre incontrolable e intentaré matarte... -Le confiesa. Por primera vez, Luhan es más sincero que nunca y ella lo sabe -Y entonces me matarás... toda la mafia de mi hermano te buscará y te matará... no nos llevará a nada bueno.

-¿Es lo único que te preocupa, morir?

-No. -Luhan aprieta el abrazo contra ella -Lo que me preocupa es perder de nuevo a alguien que deseo en mi vida. Eres mía, Minseok. Antes incluso de que pienses en irte, te encerraré. No dejaré que te escapes.

Minseok no se marcha. Corresponde el abrazo de Luhan. Con lágrimas que, finalmente, salen de sus ojos, esconde su rostro en su torso y se pega a él. Luhan la sostiene y deja que ella suelte todo el dolor contenido. Dolor por la mentira. Dolor por la realidad. Dolor por lo que siente. Dolor por muchas cosas.

Ahora, solo falta dar el golpe final. Ahora que ella lo sabe, nada lo retiene en la cárcel.

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-Encárgate de que esto le llegue -Dice Luhan, dándole una carta a uno de los presos -Usa los métodos que tengas que usar. Quiero que le llegue a mi hermano.

-En una semana lo tendrás aquí, con el mensaje recibido.

-Más te vale.

Entonces, Jackson sonríe.

-De paso, que no saque a todos de aquí, ¿No?

-Eso es cosa suya. -Dice Luhan con una sonrisa.

Entre rejas (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora