Tres

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Bárbara


Viernes por la mañana, al fin era el último día de trabajo. Había dicho que los fines de semana mi trabajo extra es ser fotógrafa, bien, mi trabajo "formal" es en una oficina: soy asistente administrativo en una empresa reconocida de la ciudad. No es muy complicado que digamos; me encargo de verificar que los planes de producción estén al día y que todo sea de buena calidad, además de estar en los inventarios de cada mes, que los odio con todo mi ser porque estoy todo el día en este lugar. En ocasiones me resulta un poco fastidioso, pero he logrado acostumbrarme en estos últimos cuatro años.

A pesar de todo me gusta lo que hago, tengo un horario fijo y gano lo suficiente para ayudar con algunos gastos de la casa e incluso consentirme en ocasiones.

Estoy justo de pie al lado de la impresora, esperando a que saliera toda la documentación que acababa de enviar hace unos minutos. Esta cosa tarda demasiado que incluso bostezo mientras espero a que salgan todos los papeles. Veo a mi alrededor y todos mis compañeros están concentrados en sus pendientes; son días de mucho trabajo que incluso no hay tiempo de echar chisme. Minutos después regresé a mi escritorio y continué con mi trabajo.

Como todos los días, trato de no confundirme con todo el papeleo que tengo esparcido por todo mi lugar de trabajo, en ocasiones suelo ser muy despistada y confundo las cosas que ya están hechas por las que faltan por hacer. De pronto sentí que estaba quedándome dormida, mis ojos se cerraban poco a poco y trataba de evitarlo a toda costa, pero es demasiado difícil.

El maldito sueño estaba ganando la batalla hasta que llegó mi salvación: Isela, mi mejor amiga.

—He venido a salvarte de tu sueño —expresa mientras me extiende un vaso con café—. Lo noté cuando estabas de pie junto a la impresora.

—Gracias, estaba a punto de estrellar mi cabeza contra el teclado y enviar un correo falso. —Suelto un bostezo bastante largo y un poco ruidoso.

—Cielos, mujer, vas a morder a alguien si sigues así —dice entre risas y se sienta a mi lado—. ¿Qué ocurre contigo? Pareciera que no has dormido en años.

—Dormí de maravilla, no sé qué diablos me pasa.

—Tal vez sea eso, dormiste tan bien que te faltaron unas horas más. Lo digo porque en ocasiones me pasa... Bien, me pasa seguido. —Le da un sorbo a su café.

—Ya quiero que termine este día porque quiero dormir otras veinte horas más.

—Ya solo quedan pocas horas —dice mientras toca mi hombro—. Por cierto, mira lo que descargué ayer en cuanto llegué a casa.

—¿Qué es?

Miró a todos lados y sacó su celular, buscó algo entre las aplicaciones y me mostró una donde hay fotos de chicos.

Por volverte a ver [Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora