Fernando y Bárbara son polos opuestos, muy difícilmente podían coincidir en algún momento en la vida, pero por ordenes del destino sucedió.
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Él, sentía que su vida se acababa poco a poco.
Ella, estaba buscando una sal...
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Fernando
A pesar de que faltaban pocos días para la noche de la exposición, el resto de la semana me pareció eterno.
Viernes por la mañana en la oficina me parece que los minutos transcurren demasiado lento, durante la tarde fue peor. Cada diez o quinco minutos revisaba mi reloj y supongo que eso empeora mi situación en estos momentos. Tuve la suerte de que los compromisos en estos días no fueran demasiados, incluso he salido minutos antes de mi hora habitual de semanas anteriores. Vuelvo a ver mi reloj y me percato que son las cinco en punto. ¡Qué bien! Ya es hora de irme. Estoy justo a tiempo para llegar antes a la galería y por fin volver a ver a Bárbara.
Antes de irme decido revisar los últimos detalles sobre los avances para nuestro próximo proyecto. No es demasiado, así que lo termino en cuestión de segundos. Justo en ese momento alguien toca a la puerta de mi oficina, se trata de la señora Gabriela quien asoma primero su cabeza para verificar cómo me encuentro.
—Hola, Fernando —me saluda desde la puerta y yo la veo con una sonrisa.
—Hola, Gabriela, ¿qué sucede? —inquiero mientras preparo mis cosas e irme.
—Nada malo. Me imagino que ya se va —menciona mientras entra y se mantiene a un costado de la puerta.
—Sí, solo me faltaba revisar unos documentos. Puedes irte temprano hoy, ya no hay demasiado trabajo.
—Está bien, gracias. Y, bueno, Fer, su padre acaba de llamar y... lo quiere en su oficina en este momento.
—De acuerdo, no hay problema, en un momento subiré. Seguro quiere que le entregue una carpeta que necesita con urgencia.
—Ah... no es por eso... lo solicita para una conferencia virtual en este momento.
—Espera, ¿qué?
Esto no me puede estar pasando. En toda la semana no me solicitó en ningún momento, mucho menos tuvimos alguna conferencia con los socios para arreglar detalles sobre los planes a futuro, ¿y ahora se le ocurre hacer una reunión de último momento? No puede ser.
Trato de mantener la calma, claro que Gabriela no tiene la culpa de esto.
—Quiero imaginar que se equivocó, ya es momento de irme.
—De hecho, no. Es sobre el próximo proyecto para el siguiente año. Al parecer hubo un cambio y lo necesita de modo urgente en su oficina para empezar con la conferencia y aclarar todo con los socios.
Se supone que quiero mejorar mi comunicación con él, pero con todo esto que hace es imposible. Cubro mi rostro con ambas manos, estoy realmente molesto con él. Le di la indicación a Gabriela que avise que en un momento más subo, además de recordarle que ya puede retirarse a descansar.