Doce

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Bárbara


—Hoy es un buen día. Esto terminara de buena manera. No tienes por qué estresarte. Tómalo con calma.

Me he repetido desde la mañana en cuanto llegué al trabajo. Para mi desgracia hoy es día de inventario y siento que estoy a punto de volverme loca. Salí de mi casa desde las seis de la mañana, ya casi son las siete de la tarde y aquí seguimos, en el área de trabajo verificando que todo esté bien, sentada en mi escritorio con un montón de papeles de los cuales ya perdí el orden. Esto es un enorme desastre.

—De acuerdo, no puedo más, ¡me voy a volver loca! —digo mientras muevo de un lado a otro toda mi papelería sin darle un orden.

—Tranquila, ya casi terminamos.

Y sí, aquí también está mi amiga Isela. No sé cómo lo hace, pero está totalmente relajada, no veo que este un poco estresada. O tal vez lo sabe disimular muy bien. Supongo que ya está más acostumbrada que yo en este tipo de situaciones.

—Si ves cada cinco minutos tu maldito celular es obvio que el tiempo te pesará más. Ya déjalo.

Me sugiere guardar mi celular y lo hago. Me está ayudando a poner un poco de orden en mi escritorio y así poder terminar con el trabajo. Si ella no estuviera aquí ya estaría tirada en el suelo hecha bolita llorando por el colapso de estrés que estoy a punto de tener.

—Juro que con todo este maldito ajetreo hasta el hambre se me quitó. Solo quiero llegar a casa y dejarme caer sobre mi cama, no sin antes ducharme y no saber nada de nadie —hablo mientras verificamos que todo esté bien.

—Te comprendo, también hare lo mismo en cuanto llegue. Fue buena idea pedir de descanso el día de mañana, sino llegaríamos como zombis a trabajar —agrega ella y al mismo tiempo se deja caer en el asiento que tengo a un lado.

Admito que no me gusta mucho esto del trabajo en equipo, porque cuando estaba en secundaria mis compañeras se aprovechaban de mi amabilidad y me dejaban todo el trabajo a mí. Eso sí, al momento de entregar nuestra tarea me pedían que las apuntara en la lista de las que participaron. Yo, de tonta, lo hacía.

Ahora que soy un adulto veo las cosas diferente, e Isela me ha demostrado ser todo lo contrario. Es una gran amiga sin duda alguna, la mejor, de hecho. Además, sin darme cuenta, hemos terminado con el trabajo del día de hoy.

Minutos después han llegado nuestros jefes, quienes a simple vista se ve que están mucho más estresados. Revisaron los resultados del inventario de este mes y nos fue mejor en esta ocasión, así que nos felicitaron por el buen trabajo que hemos hecho. Y claro, nos dijeron que ya podíamos irnos, además de desearnos un buen día de descanso a Isela y a mí. Sin dudarlo tomamos nuestras pertenencias y salimos casi corriendo de la oficina.

Por volverte a ver [Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora