Veinte

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Bárbara 


Hoy es uno de tantos días en los que siempre estoy luchando contra el sueño. En el momento que llegamos notamos que no hay demasiado trabajo como en días anteriores. Se puede decir que eso es bueno, pero también es malo ya que me aburro con facilidad cuando no tengo algo qué hacer. A eso agrégale el hecho de que mi mejor amiga no asistió por cuestiones personales y no tengo con quién hablar. Bueno, sí lo tengo, pero mis conversaciones con Isela son mucho más fluidas que con el resto de mis compañeros de trabajo.

Estoy revisando una y otra vez mi correo, tratando de encontrar alguno que me hiciera mantenerme ocupada, pero nada. De pronto mi celular comienza a sonar, lo reviso y se trata de Fer. En cuestión de segundos me olvido de que estaba sufriendo por el sueño y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Sin pensarlo dos veces contesto la llamada. Sé perfectamente que esto está prohibido en horas de trabajo, pero no veo a ninguno de los jefes y aprovecho el momento.

—¡Hola! —le saludo emocionada—. Salvaste a una pobre asistente de caer rendida contra el teclado de su computadora.

Hablo mientras me escondo un poco procurando que alguno de los jefes no me vea.

—Hola. Me imagino que te refieres a que estas muriendo lentamente de sueño —menciona y suelto una risita.

—Así es, el día es realmente aburrido.

—Me imagino. En mi oficina sucede todo lo contrario, hay demasiado trabajo, pero no hasta el punto de volverme loco. Todo está bajo control.

—Vaya, eso sí es bueno. Admito la forma en la que mantienes todo en orden teniendo un montón de trabajo casi todos los días.

—Lo sé, ni yo sé cómo es que lo hago. —Suelta una risita, y escucharlo a través del teléfono me hace sonreír a mí también—. Oye, Bárbara.

—Dime.

—Ayer por la tarde mi madre vino a visitarme y le hablé de nosotros —dice mientras miro de reojo que no venga alguien a mi lugar—. Estaba muy emocionada escuchándome y me pidió que te llevara a su casa para conocerte, aunque bueno, ya la conoces.

—Oh, ¿en serio? —inquiero con sorpresa.

—Sí. Y bueno, hemos quedado en que quiere preparar algo, y... ¿qué te parece el día de hoy? Aprovechando que solo me quedan algunos pendientes y saldré temprano.

—Por supuesto, me parece bien reunirnos el día de hoy.

—Qué genial, y bueno, el único detalle es que al parecer no saldré a tiempo para ir por ti. ¿Te parece bien si envío uno de mis choferes por ti?

—Está bien, no hay problema —respondo con una sonrisa.

—De acuerdo, entonces nos veremos más tarde para que conozcas oficialmente a mis padres.

Por volverte a ver [Completa✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora