One Shots Jori

De PR a amor (Last Chapter)

Habían pasado ya 2 meses desde que fue la premier de la película. Tori y yo habíamos decidido darnos unas mini vacaciones que terminarían la siguiente semana.

–Albert me llamó– comentó Tori.

Giré un poco para poder verla, está mañana habíamos salido a dar un paseo por la playa.

–¿Qué quería?

–Qué vuele.

–¿A dónde?

–A Londres, al parecer grabaré allá mis siguientes sencillos.

–¿Qué no los puedes grabar aquí en LA?

Ella solo se encogió de hombros.

–¿Le has dicho que estamos juntas?

–No, aún no.

–Aún no, ¿entonces cuando?

–No lo sé, pronto.

–¿Cuando es pronto?

–Estando en Londres, tal vez.

–¿Tal vez?

–¿Ya le contaste a Erin?

–No.

–¿Pero yo sí le tengo que contar a Albert?

–Es diferente, a mi no me involucran en cuanta relación les plazca, en cambio a ti.

–Jade– me reprendió.

–Como sea. Habla con él cuando quieras– me rendí.

Seguimos caminando en silencio.

¢¢¢¢¢¢¢

–¿Te quedarás en la ciudad?– rompió el silencio Tori al llegar a casa.

Si, estábamos pasando nuestras vacaciones en mi casa.

–Si, Cat también estará aquí, así que no estaré tan sola.

–Okay– Tori se acercó y me abrazó con ternura –no quiero que estemos enojadas– susurró en mi oído.

Sonreí y la abracé, tenía miedo, si, yo, Jade West tenía miedo, de que se alejara y que no volviera, de que la volvieran a usar como imagen para sus fines, miedo a que la involucraran con alguien más y miedo a que ella aceptara sin rechistar.

Pero no se lo dije, no quería que se diera cuenta de mis debilidades, aun cuando en el pasado ya me había derrumbado frente a ella

–Vamos a la cama– tomé de su mano y la dirigí a la habitación.

Y lo hicimos, la hice mía pero esta vez con temor, con tristeza, con ganas de gritarle que no se fuera, que me acostumbré a ella y que aún cuando sentía que era mía y yo suya las dudas me atormentaban, que no desconfiaba de ella pero si del mundo que nos rodeaba.

–Jamás me iré– creo que adivinó mi pensamiento.

–Como sea– dije dándole la espalda.

–Le diré a Albert que estoy cansada de tanta relación pública– acarició suavemente mi brazo.

–No hablemos de eso – contesté sin voltear a verla, las lágrimas ya comenzaban a salir de mis ojos.