Tras la lluvia

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2:00 a.m. La hora en que solía despertarme desde hace un mes justo el tiempo en que nos mudamos.

Mi padre había recibido una propuesta de trabajo para nada despreciable al otro lado del mundo, por lo que tuvimos que venirnos a vivir a Inglaterra, no me quejo, prefiero estar al lado de mis padres y hermana -aunque a veces es insoportable- que tener que esperar seis meses para poder ver a mi padre por dos semanas.

Todo estaba bien, aunque tenía que acostumbrarme a este clima totalmente diferente al de Miami, el de mi antiguo hogar. Aquí el clima solía ser frío, el cielo la mayor parte del tiempo cubierto de nubes y las lluvias no podían faltar.

Mi padre con ayuda de asesores de bienes raíces contratados por la empresa para la que trabaja consiguió para nosotros una construcción enorme, un castillo con diseño barroco que a mi madre y hermana les había encantado, pero que a mi, debido a su decoración y color me parecía tétrico y lúgubre, me generaba miedo a eso le atribuía mi constante insomnio.

Tomé nuevamente mi celular 2:30, sólo había pasado media hora desde que me desperté, lo más extraño de todo esto era que me sentía con mucho temor pero al tratar de recordar mis sueños lo único que recordaba era una silueta femenina viendo por la ventana. Comencé a deslizar la pantalla de mi celular buscando algo con lo que distraerme, entré a mis redes sociales y a las 5:00 como ya era costumbre me dormí.

—Cariño ¿cómo estás?— mi madre me saludó con una sonrisa, no se distrajo mucho ya que estaba sirviendo el café.

—Algo cansada— respondí con toda sinceridad.

—Debes de extrañar Miami, desde que llegamos te has sentido con mucha menos energía.

—Tienes razón, debe ser eso— le ayudé a acomodar los platos en la mesa—¿y papá?

—Él y tu hermana se encuentran en el salón principal, Trina insiste en dar una fiesta.

—Jamás cambiará— negué.

—Buenos días bella durmiente— papá me saludó dejando un beso en mi cabeza.

—Buen día pa— respondí.

—Tori— Trina se esmeraba en hacerse notar en cualquier lugar.

—Hola Tri.

—¿Irás con nosotros a la ciudad?— me cuestionó. La ciudad no quedaba muy lejos estaba a 15 minutos en auto.

—No creo, me siento muy cansada, tal vez me encargue de conocer mejor la nueva casa.

—Castillo— ella se llenaba la boca diciendo que vivíamos en un castillo.

—Si, tal vez explore un poco las habitaciones y el jardín ¿saldrán todos?

—Así es. Si sucede algo puedes llamarnos o si te aburres marcas a la estación de taxis— mi papá sugirió mientras comía su omelet.

El transcurso del almuerzo se fue entre bromas y molestar un poco a Trina, aunque me estaba divirtiendo en cierto momento sentí un dolor punzante en mi cabeza una mirada de un azul como el del cielo a punto de cerrarse por las nubes grises y tan fría que te paraliza dominó mis pensamientos.

—¿Pasa algo, Tori?— preguntó mamá, ya estaban levantando sus platos para lavarlos.

—No, estoy bien, así dejen, yo los lavó, deben irse ya— soné desesperada, no me explico porqué.

—Esta bien, cariño— la mirada que me regaló mi padre era de desconcierto.

Me despedí de ellos y me dediqué a lavar los platos, después salí un rato al jardín que era enorme e impactante, lo mas extraño era que se mantenía verde y vívido, sus flores llenaban de colores y aroma el lugar, tomé un ligero paseo, sentándome después en una banca admirando los pasillos empedrados que hacían contraste con los diversos colores de las plantas. Súbitamente mis ojos captaron una sombra que pasaba entre los arbustos de forma inexplicablemente rápida, parecía una mujer, no, no puede ser.

One Shots JoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora