Chad.

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Enamorada De Vega.


—Estos son algunos de los muros que he pintado— comentó Chad.

Nos encontrábamos en un terreno baldío, sus pinturas eran muy buenas aunque me costara admitirlo.

—¿Me acompañas?— me extendió una lata con pintura en aerosol.

Hace mucho que no lo hacía por lo que me tomó un poco de tiempo recordar como mover la lata para que los trazos quedaran perfectos.

Nos pasamos la tarde del viernes dibujando en los muros, él muy entretenido en lo que llamaba "su obra maestra" la cual después me enseñó, unos intensos ojos azules que me dijo eran los míos y su inspiración.

Nos sentamos a ver la puesta de sol, en ese lugar sin edificios alrededor era más fácil contemplar los paisajes naturales, de vez en cuando nos besabamos y él trataba de abrazarme, cosa que le dije no me gustaba.

—¿Tori y tu son amigas desde la infancia?

Retuve una carcajada.

—¿Vega y yo?

—Si, se ve que son muy buenas amigas

—Ella no es mi amiga.

—¿Que?

—No la soporto.

—Pero se siente la complicidad entre ustedes y cada que tu y yo estamos solos la sacas como tema de conversación, por eso pensé que eran amigas, no hay momento en que ella no esté en tus oraciones.

—No es mi amiga— sonó doloroso, como una derrota, algo extraño.

Él ya no insistió por lo que ambos guardamos silencio.

—Jade, me gustas mucho.

—Aja.

—Me gustaría que fueras mi novia.

Dejé de ver el cielo para verlo a él, analicé cada uno de sus gestos, sus ojos sólo me gritaban admiración y cariño, pero aun así no lograba formular una respuesta.

—Jade, esta bien te daré tiempo para que lo pienses, no te presiones.

—Okay— dejé escapar en un aliento algo preocupada.

El resto de la velada la pasamos en silencio viendo las estrellas.

—Déjame en casa de Beck— le ordené cuando por la noche decidimos volver a la ciudad.

—Esta bien, dime donde vive— sonrió de dulce manera.

Le di la dirección.

—Supe que fueron novios— comentó deteniendo el auto fuera de la casa.

—¿Eso te molesta?— enarqué una ceja.

—En realidad me parece muy maduro de parte de los dos que hayan conservado su amistad, no todos logran dejar ir lo malo y permanecer con lo bueno.

—Como sea— desabroché el cinturón de seguridad.

—Jade— se remojó los labios— ¿Irás conmigo a la cita con Edgie?

—¿El tatuador?

—Si, con él.

—Si, lo haré ¿Porqué, no quieres que vaya?

—No es eso, es que pensé que querrías tiempo para ti, para pensar sobre lo que te confesé.

—Ah, eso.

One Shots JoriDonde viven las historias. Descúbrelo ahora